EL TERROR DEL PERRERO


Alfredo Cardona Tobón.*


En el año de 1850 el presidente de la Nueva Granada, Jsé Hilario López, dividió el territorio antioqueño en las  provincias de Antioquia, Medellín y Córdova con la intención de debilitar el poder de los paisas cuyos dirigentes conservadores iban en contravía con las orientaciones del gobierno central.

La pequeña ciudad de Rionegro, de clara estirpe liberal fue la capital de Córdova y bajo su administración quedó el sur de Antioquia con sus cantones conservadores de  Sonsón y Salamina. Córdova era un polvorín social con graves enfrentamientos entre colonos y los latifundistas de la Concesión Aranzazu, que liderados por Elías González, amenazaban con incendiar las casas y arrasar los cultivos de los labriegos invasores.

Mientras en Manizales y Neira corría el peligro de un choque sangriento con los campesinos sin tierras, más allá de la frontera la situación en el Cauca era todavía más explosiva debido a la arbitrariedad de las autoridades liberales del Estado del Cauca y las injusticias que por siglos agobiaban al pueblo raso, pues allí, desde el triunfo del presidente José Ignacio Márquez en la guerra de 1840, los grandes propietarios habían extendido sus propiedades sobre los ejidos comunales privando de leña, pastos y cultivos a los labradores más pobres de Cali y de Buga.

El presidente Hilario López echó mano a unas antiguas disposiciones coloniales para recuperar los ejidos y entregárselos a los vecinos de las ciudades del Valle, pero en ese  proceso atropelló a los ocupantes de buena fe y no indemnizó equitativamente a quienes invirtieron tiempo y dinero para hacer productivas dichas tierras.

Como algunos terratenientes se opusieron a la medida, los políticos de turno promovieron una lucha de clase entre la plebe y los propietarios de las tierras del Valle del Cauca; el populacho se desbordó; sujetos insignificantes armados de unos  zurriagos que llamaban perreros, se convirtieron en  los amos y señores de caseríos y poblaciones y en los verdugos de la gente pudiente y de los seguidores de la causa conservadora.

Para la chusma ricos y conservadores se confundían y en su insania los zurriagueros destruyeron los cercos de las haciendas, robaron las cosechas, talaron los árboles frutales e hicieron invivible el Valle del Cauca.

 Mientras los zurriagueros voleaban perrero y atacaban a los propietarios de las haciendas del Valle del Cauca, en Manizales dos labariegos de nombre José María Duque y Nepomuceno Franco, oyeron misa el 6 de abril de 1951, se encomendaron al Santísimo, tomaron el camino del Guinero y en el paso del río Guacaica se apostaron tras un rastrojo  y  “pavearon” a  Elías González.

En un principio se creyó que los actos de los zurriagueros del Valle del Cauca estaban conectados con el asesinato de Elías González, pero  al fin se comprobó que el acto delictivo estaba ligado a la lucha por la tierra pues Elías González había ordenado quemar una propiedad a Nepomuceno Sánchez y éste  había cobrado el desquite

El 19 de junio de ese mismo año se celebraba el Corpus en Cartago y el gobernador Carlos González llegó a la ciudad a visitar a su padre; en medio de los rezos y las procesiones parecía que todo estaba en calma, pero al llegar la noche entraron doscientos forasteros   y pese a la solemnidad del día y a la presencia del gobernador, alborotaron la localidad, atacaron la casa de Juan Pinto y a los gritos de "mueran los conservadores"  asesinaron a Juan Pinto junto con su yerno Angel Morales.

Como Pinto era uno de los captores del coronel Salvador Córdova, hermano del general José María Córdova,  se creyó que su muerte era el resultado de los lamentables sucesos de 1840 cuando Salvador fue fusilado por orden de Mosquera; esta vez se estableció claramente que la muerte de Pinto era obra de los zurriagueros cuya violencia estaba llegando a la frontera con Antioquia..

Las noticias de Cartago y Manizales y los excesos de los zurriagueros prendieron las alarmas en las provincias antioqueñas e impulsaron a los conservadores paisas a unirse con Pasto, Tolima y Cundinamarca para derrocar a Hilario López. El  general caucano Eusebio Borrero se puso al frente de las tropas de los rebeldes antioqueños que contaron con el apoyo de Cayetano Mazuera y de Fidel Pizarro que se apoderaron del Cantón de Supia en el norte caucanao, mientras Braulio Henao reunía voluntarios en Sonsón y se apoderaba de Salamina.

Para frenar la rebelión en Antioquia el presidente Hilario López despachó tropas que cruzaron la cordillera por el nevado del Ruiz y  entraron a Manizales en septiembre de 1851 sin encontrar resistencia. La vanguardia del comandante Alzate, jefe de la columna liberal que venía desde el Cauca reconquistó a Salamina, en tanto que Braulio Henao se entregaba sin pelear en el Alto de las Coles, en Pácora.

Al finalizar septiembre los conservadores dieron su última carga en Rionegro, y las fuerzas liberales tomaron el control de Antioquia.

En el Valle del Cauca continuó la  violencia de los zurriagueros ,que los dirigentes liberales llamaron "retozos democráticos" y a punta de perreros recobraron los ejidos;  su influencia no alcanzó a llegar a Manizales y zonas aledañas, pues el gobierno en forma muy prudente, buscó una salida para tranzar con los latifundistas de la Concesión Aranzazu y legalizar las tierras tomadas por los campesinos.


Comentarios

  1. En mi infancia y adolescencia en Bogotá, el zurriago o perrero era uno de los símbolos, entre atemorizante e hilarante, de mi padre, oriundo de Pereira. Llevaba uno grueso en la parte trasera del auto, y lo sacaba y blandía sin miramientos cuando se le atravesaba algún conductor de bus o camión en la Autopista Norte. Era un espectáculo ver a mi padre con el zurriago y los gritos con acento paisa y a los choferes con cruceta. A mí un señor casado con una prima lejana, unos viejitos campesinos, me regaló uno, un perrero flaquito como yo, que guardaba en mi pieza recostado contra una pared, hasta que mi bisabuela quien fue la que me lo trajo, me dijo que mejor lo escondiera en el armario, no sea que mi padre lo usara en alguna "pela".
    jotagé gomezó

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  2. Unos buenos zurriagazos merecían algunos hijueputas de Colombia.

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    1. y no solo zurriago sino castigo de acuerdo con la falta. Esos bandidos eran algo así como los vándalos de manifestaciones y mingas

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