RECORDANDO A RICARDO DE LOS RIOS *
Alfredo Cardona
Tobón
Para estudiar el desarrollo del Occidente del Viejo Caldas
hay que acercarse a la obra de Ricardo de los Rios Tobón dispersa en conferencias, artículos, revistas y en
libros publicados por entes
culturales. Es muy agradable leerlo, su estilo es ameno y los contenidos serios
y documentados.
Extrañamos las enseñanzas de Ricardo, también las
crónicas, su oratoria, su godismo inofensivo y el sentimiento cálido por un
Caldas que nunca aceptó fragmentado. Es importante su obra pero no muy
difundida en este país donde “ se mueren más de ingratitud que de otros males”
Estoy recogiendo infomación sobre la Violencia en
Caldas y en esa búsqueda rescaté el
libro “CARLOSDÉ” escrito por Ricardo de
los Rios donde en 863 páginas compendia la
vida de su padre Carlos de los Rios Barreneche. Es un homenaje extraordinario a
un hombre que representó a la provincia en medio de Arangos y Marulandas y
cuya vida enmarcó el amor por la
política y la pasión por las ideas de su partido.
El libro nos presenta una visión del conflictivo
occidente caldense, al leerlo décadas
después del fallecimiento de Carlos dé los
Rios y de su hijo Ricardo, entendemos sus tiempos y sus afanes, pues
Ricardo y su padre nos dan la llave para explicar el desbarajuste que ha
envenenado nuestra región.
Ricardo presenta la historia de su familia en una mezcla de aventura y quijotadas. Carlos
de los Rios Barreneche en la pluma de su hijo es poeta y trovador, es un
alzatista sin redención y sobre todo un hombre de lucha que armado con la
palabra se enfrentó a un mundo que no por limitado ha estado poblado de trasgos
y dragones.
Ricardo nos
lleva por los caminos pueblerinos hasta el recinto del
Congreso donde retumbaron los balazos al igual que en los barbechos, el libro
es la reencarnación de Carlosdé, en él el hijo interpreta a su padre en uno de
los mejores escritos de su género en la literatura regional.
Ricardo de los Rios siguió paso a paso las campañas culturales y políticas del progenitor
recogiendo parte del pasado
de Belén de Umbría y de Santuario y una visión amplia del resto de Caldas a lo
que se suma “La historia a través de los caminos” y centenares de artículos en “las Artes” del Diario de Pereira y en “Papel
Salmón” del periódico La Patria de Manizales.
Ricardo heredó la
chispa de Carlosdé, cuyo genio festivo lució con una guitarra que alegró
la horas de parientes y amigos.: Muchas
coplas han perdurado en sus escritos:
Eran las tres de la tarde
cuando mataron a Lola
y dicen los que la vieron
que agonizando decía:
yo quiero ver a ese hombre
que me ha quitado la vida
yo quiero verlo y besarlo
para morirme tranquila.
O remataba con
esta otra copla que revive Ricardo en “Papel de Oficio”:
Doña Jesucita no meta la mano
porque si la mete la pica un gusano
Doña Jesucita no meta los pies,
porque si los mete le pica un ciempiés.
Carlos de los Rios fue
uno de los promotores del departamento de Risaralda, y en diversos
cargos oficiales impulsó el progreso de los municipios que se separaron de
Caldas. En una fiesta del campesino acompañó al gobernador a inaugurar un
puente en la zona indígena de Pueblo Rico y allí lo sorprendió un infarto,
regresó a Pereira y tres horas más tarde falleció en la Clínica de los Seguros
de esa ciudad.
Hasta en los malos momentos se vio la chispa de Carlosdé, uno de los
episodios es clara muestra de ello; cuenta Ricardo que en uno de los quebrantos de salud llegó el relevo del acompañante que cansado con el
trasnocho se quedó dormido. Al amanecer se acercó avergonzado a la cama del
enfermo esperando un regaño, pero Carlosdé sólo le dijo: No te
preocupes hijo que como Jesús en el huerto de los Olivos, los
discípulos también se durmieron pues el espíritu está pronto pero la carne es muy débil.
Todos ellos conformaron a Pereira y Risaralda, por eso
su memoria imperecedera ha quedado en nuestros corazones.
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