EN EL TIBIRI TABARA

 EN EL TIBIRI-TABARA

Alfredo Cardona Tobón

LAS CUENTAS DEL UNIVERSO



Después  de pagar el servicio militar en el Batallón MAC en la Escuela de Infantería en Bogotá, el Tigre Jaramillo regresó a Medellín con aroma de cuartel, corte chuler e ínfulas militares.

Se preparaba para ingresar a la universidad, pero mientras llegaban las clases quiso  adentrarse en el mundo  empresarial y sin un peso en el bolsillo el Tigre se asoció con “Chepe Toño”  y  con “Semilla” y organizó  un conjunto musical donde el primero  tocaba la carrasca, el otro las maracas y  el Tigre tocaba el acordeón y se encargaba del canto.

El campo de operación era la via al sur donde no faltaban los borrachos fiesteros.Sin embargo el conjunto tuvo una vida efímera por falta de repertorio que se agotaba con “cumbia cienaguera” y “compa Heliodoro” que repetían una y otra vez con  “ La Feria de Manizales” y “La múcura” de intermedio, hasta que el cliente se cansaba con la misma cantinela y los mandaba con  sus sones  a otra parte.

Despues de este  intento fallido el Tigre se abrió del parche y trabajó en la finca de la familia ubicada en la fría población de Murillo.  No fue larga la estadía en medio de cachos y garrapatas, la  ciudad con sus luces atraía al Tigre como la llama a las polillas y en una madrugada arregló la maleta y sin despedirse ni cobrar los jornales regresó a Medallo donde se reintegró a la barra de Pomada, el Viejo Navas, Polifemo y Chepe Toño .

En un aviso en el periódico  “El Colombiano” solicitaban bachilleres reservistas para una empresa de vigilancia y como la pinta les ayudaba  fueron enganchados sin más condiciones., Pronto descubrieron que con los uniformes los confundían con  “Tiras” o  detectives en misión encubierta,

Los compinches fungieron como agentes del orden en algunos operativos   donde aprovecharon la ocasión para tomar trago sin pagarlo pues en  esas calendas eran pajarracos de temer , ya que  los “Tiras” iban de la mano con la Popol y los chulavitas.

Un  sábado del año  63 el Tigre recorría con Chepe Toño  los cafetines de Guayaco  y entraron al “ Tibiri-Tabara”   donde bailaban con entonado acento unos malevos con sus minas. La cuenta crecía y como a la medianoche la  copera se acercó y  cobró el consumo sin importarle que fueran Tiras o generales en retiro..

No tenían un peso para pagar ni les recibían vales, así que esperaron  que la copera atendiera otra mesa  y como si estuvieran  frente al enemigo se agacharon y salieron del Tibiri-Tabara  “conejiando” a la pobre copera que tuvo que pagar lo que no se había bebido.

Pasaron años  y  cambiaron las circunstancias, el Tigre que de por sí era un muchacho honrado cuya madre le había inculcado la honradez, no olvidó  la copera que afanada los buscó en el Tibiri con la esperanza ilusa  de cobrar la deuda. El mundo continuó su marcha y en una noche estrellada, plena de tiples y guitarras y el aroma  sazonado de empanadas, el Tigre y su amigo Pomada aterrizaron en el parque de Belén en Medellín. El aguardiente corrió  a la par de los recuerdos. De pronto el palique  fue interrumpido por una humilde mujer y dos niños con  cara de hambre  que se acercaron atraídos por el  aroma de los voluptuosos chicharrones

El Tigre levantó la vista  y sorprendido vio que la mujer  con los niños era la copera que años atrás lo  había  atendido en el Tibiri-Tabara. Era ella, más vieja y aporreada por la vida, pero era ella, que empujada por el Universo  daba la oportunidad de cancelar una deuda, que aunque pequeña había mortificado  la  conciencia del Tigre Jaramillo  desde la conejiada en Guayaco.  .

Después de una esplendida cena que Eduvina y sus hijos recordaron  siempre, el Tigre apartó la mitad de la quincena que había cobrado esa tarde y la entregó a la asombrada mujer que no atinaba a explicar la causa de semejante lotería. Te enloqueciste  Tigre le dijo Chepe Toño  ante tal derroche -   Perdiste el sentido exclamó  Pomada  cuando le contaron lo sucedido.

Pero las cosas no terminaron allí, una de las cofrades del padre Marianito que estaba al tanto de las cosas divinas aseguró que en el  cielo San Pedrito borró una cruz en el prontuario del Tigre y le estampó un cinco admirado y dijo que esa noche el  alma del Tigre   durmió como un angelito a la diestra del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo arropado por el mejor trago de las orillas del mar de Galilea.

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