NOVIEMBRE 29- 1888
ANIVERSARIO
DEL TRASLADO DE QUINCHÍA.
Alfredo Cardona Tobón
El antiguo Quinchía sobrevivió a los ataques de las tribus chocoanas, a la
langosta, a la viruela y a las guerras civiles, pero se arruinó ante la falta
de agua y el cambio del camino de Popayán a Medellín que afectó el tráfico por esa via.
Ante tale circunstancias los vecinos decidieron trasladar el caserío a un lugar apropiado y
delegaron en la Virgen Inmaculada la selección del nuevo sitio: Cuatro cargueros
llevaron la imagen en andas por trochas y atajos del resguardo indígena, hasta un sitio
que se humedeció de repente haciendo resbalar a los
cargueros y estrellar la Virgen contra un barranco, lo que se
tomó como una señal divina para construir allí la iglesia y trazar alrededor las calles y las plazas de un nuevo
pueblo..
UN PROCESO AUTÓNOMO
Los comuneros de las parcialidades adelantaron la obra sin pedir permiso ni
recabar apoyo alguno, toda la comunidad colaboró en la empresa: unos prepararon el terreno, otros
cortaron madera, los vecinos de Sausaguá levantaron ranchos y los de Guarguará llevaron el agua hasta la plaza
principal.
El cabildo indígena contrató con el antioqueño Protasio Gómez la
construcción de la iglesia a cambio de la
mitad del carbón del resguardo y mientras el caserío crecía los sacerdotes José Domingo Sánchez, Clemente Guzmán y Simón de Jesús Herrera se encargaron de motivar y alentar la obra por medio de mingas y convites.
LA MISA DE DIFUNTOS
Con las últimas luces del 28 de noviembre de 1888,
el sacerdote José Joaquín Hoyos celebró
la última misa de difuntos en la capilla de Quinchiaviejo. Don Antonio
Bermúdez, hijo del capitán Zoilo Bermúdez, fue testigo del acto litúrgico,
recuerda que tres candelabros iluminaban
el altar mientras las sombras de los feligreses se
proyectaban sobre las paredes de bahareque como si danzaran en medio de la penumbra. Era el final de una época...Los
recuerdos se agolpaban y las lágrimas corrían por los
rostros de los feligreses que dejaban atrás las cenizas de los seres queridos y el
esfuerzo de las generaciones pasadas de
Tapascos,, Gañanes, Ladinos y
Aricapas... cuyos genes se habían entreverado con los Trejos, los Bermúdez .
los Vinasco y los Quebrada, procedentes del Estado del Cauca , para fundir sus culturas y forjar el alma del Quinchía nuevo.
EL DESFILE TRIUNFAL
Al aclarar el alba del 29 de noviembre de 1888
empezó el traslado de las imágenes y de los ornamentos del antiguo templo hacia
la iglesia en construcción. El capitán Zoilo Bermúdez encabezó el desfile con
la imagen del arcángel San Miguel, después iba La Inmaculada y cerraba la procesión el padre Hoyos con el
Santísimo Sacramento rodeado por la
abigarrada feligresía.
Al contrario de la víspera, los quinchieños estaban
radiantes en esa madrugada, iban a un altozano verde, se dirigían a
un sitio fresco y bello, acurrucado en las laderas del Cerro Gobia, y rodeando
por los cerros de Cantamonos, Puntelanza
y Yarumal. por cuyos flancos corrían arroyos cristalinos que aseguraban el
futuro del pueblo..
Fue un día con los mejores augurios. En el horizonte se perfilaba el cañón del río Cauca y se recortaban los nevados del Ruiz y de Santa
Isabel, detrás se admiraba el majestuoso
Cerro Batero, morada de Xixaraca, el dios tutelar de los umbras y de Michua, la Señora del Valor y de la Guerra.
.El éxodo
empezó al son de una chirimía y a los remisos en abandonar a Quinchiaviejo no les quedó otra alternativa que empacar sus
bártulos, meter las gallinas en costales y seguir la procesión que avanzaba entre flautas y oraciones. El
desfile cruzó la quebrada Lavapìé y desembocó en la plaza recién abierta
donde se ofició un Te Deum para dar gracias y pedir la bendición al Altísimo.
UNA HISTORIA DIFERENTE
Atrás quedó Nuestra Señora de La Candelaria, un pueblo de
indios levantado en 1539 al pie de una
doctrina franciscana.y desapareció en un
incendio para dar vida a otro caserío con el nombre de Nuestra Señora de Quinchía que reunió, también,
a los comuneros de la parcialidad
de Opirama.
Los exilados
patriotas de Antioquia y el sabio
Boussingaut, describen a Nuestra Señora de Quinchía como una calle larga y
llena de rastrojo que remataba en una capilla pobre. A mitad del siglo
XIX, el antiguo Quinchía adquirió importancia al convertirse en la punta de
lanza de los liberales radicales que
dominaban el Estado caucano y bajo cuya
jurisdicción estaban la aldeas de Ansermaviejo, Guática y Arrayanal
Al tomar el
poder Rafael Nuñez Quinchiaviejo queda como corregimiento de Guática y dejan a las parcialidades a
merced de los invasores paisas que les arrebataron las minas de sal y de hulla
y parte de las tierras. En 1919 el
nuevo Quinchía recobró la dignidad de municipio y desde entonces ha seguido
adelante pese a todo tipo de vicisitudes y violencias
Este municipio con tierra fértil, gente laboriosa y
oro. tiene graves conflictos sociales por los microfundos, el desempleo y las grandes trasnacionales mineras han venido desplazando a los mineros
artesanales que desde siglos atrás explotan las
vetas y aluviones del municipio.
Falta, además una dirigencia que
miré más allá de la parroquia y
aproveche los recursos del municipio. Es necesaria la conexión de Irra con Riosucio y Anserma , urgen buenas
vías que, comuniquen los corregimientos
con la cabecera y falta apoyo para mercadear
los variados productos del municipio y
desarrollar el turismo que podría
convertirse en uno de los filones de su economía.
istoriayregion.blogspot.com
Alcartob@gmail.com
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