LA MUERTE DEL
CANTOR DE LA ABEJA
Un obituario en do mayor-
César Montoya Ocampo
El 19 de junio de 2002 murió el poeta mayor de
Salamina Daniel Echeverri Jaramillo. Se fue en silencio , a escondidas, sin
hacer ruido, sin aletear la mano para decir adiós. Se anidó sobre su almohada, encaracoló su
cuerpo , se recubrió con la tibia
temperatura de sus blancas sábanas, clavó sus ojos sobre un Crucifijo sangrante
y expiró.
Así como Aracataca cobra entidad histórica con Gabriel
García Márquez, Riosucio con Otto Morales Benítez, Popayán con Rafael Maya,
Calarcá con Baudilio Montoya, Manzanares con Bernardo Arias Trujillo, Salamina
es retazo del cielo, fúlgida luz,alegre sonata,
arpegio de angel en la pluma de Daniel Echeverri.
Perteneció a
ese Partenón selecto que supo bruñir poesía intemporal; también fueron vendimia
de su alero Luis Alzate Noreña de laúd melacólico, Fernando Mejia Mejia,
cósmico, engarzado en romanticismos sonoros y otros más de estro privilegiado.
Daniel Echeverri gustó de simbolismos para colorear sus inspiraciones,
trasmutó toscos elementos terrestres en seres parlantes y armó diálogos con
invitados invisibles, a los que dio soplo de vida. Navegó entre ensoñaciones, en océanos en
donde naufragaban las realidades y
cabalgó sobre un alígero clavileño para
visitar geografías ilusas.
Daniel Echeverri tenia estampa inactual. Descarnado
como Don Quijote, con timidez religiosa, husmeando siempre emotivaciones
estéticas, movilizándose en puntillas sobre el arrecife de las cosas
materiales. No parecía tener músculos y osamenta, sino estampa estilizada como las figuras de Greco, perfil
místico, con alma sacudida de angustia y su frágil humanidad apuntalada sobré
débiles soportes.
Daba la sensación
de levedad, de ascensión, de milagrosa levitación . Caminaba al menudeo,
las cejas recogidas, husmeando fragancias y desentendió del medio circundante.
Además era profundamente orgulloso de sus apellidos y de sus lares.
Echeverri llevaba en su sangre nobleza española, semilla vital heredada de sus antepasados y una exquisita finura que
lo ubicaba en la oligarquía de la inteligencia.
Salamina era su musa preferida. Las neblinas de sus
altas montañas, el gorgoteo del agua que
tímidamente brota de los costados heridos de sus peñas, el ronco descenso de
los ruidos por entre las gargantas de sus laderas, sus manzanos caseros, la
fibra sensual de las naranjas .la perfumada floración de sus cafetos, el primer
balbuceo de las cunas, el guiño picaron de las colegialas, la magia de la
tierra que pisaba, eran toques de una vara hechicera para que convirtiera todo
en rima musical.
Para Daniel
Echeverri Salamina era el centro del
universo. Por eso se erigió en centinela quisquilloso de su historia. Sus
labios se desleían para relatar la
génesis de la diminuta aldea, su ensanchamiento pulmonar, la correlacion con su
hermana griega, el aliento que la mutó en ciudad-luz, los tentáculos propicios
para hacer de su raza una muestra selecta de lo que es capaz la voluntad divina. Sentia a Salamina como un crisol espiritual, único en el mundo.
No quiso morir alejado de su regazo.
Cuando sus oídos aletargados por el
cansancio escucharon las trompetas del juicio final, como Rodrigo Jiménez
Mejía, recogió sus bártulos, empaquetó las albas túnicas y retornó con premura
a morir entre los suyos.
Se nos mueren los poetas. Viajan hacia espacios
siderales los que tenían visión muy
propia y exclusiva sobre el entorno, los que se entristecían por las tardes
engabardinadas de nubes, los de los
insomnios largos con monólogos escarbadores, los que se afligían ante una rosa
mustia.
Poetas como Daniel Echeverri que fueron peregrinos
extraviados, de carnadura distinta a la nuestra, engolosinados de metáforas,
creadores de bellezas conmovedoras. Se
nos fue el cantor elegíaco de la abeja
muerta, de esa diminuta soberana de alas azucaradas, incansable en la
construcción de palacios de cera pródiga
en mieles exquisitas. Pero mientras
exista un solo ser viviente sobre la tierra, ese nimio coleóptero será
recordado con este poema del ya inmortal
Daniel Echeverri:
Se le ha muerto a la escala musical
Un sonido,
Un galán a la rosa, una gota al
Panal
Al telar de la brisa se le ha perdido
Un hilo
Su rubia lanzadera de miel ni vuela
Más
Cuando la abeja
reina esté llamando
A lista
Habrá unbreve silencio en su cortejo
Real
Pero los fieles cirios, memorando sus
Alas
Tibias gotad de cera por ella llorarán
Culto, poeta, sensible y con un amor infinito por Salamina
ResponderEliminarTe amo por siempre, te debo todo lo que soy, te honro y llevo siempre conmigo cada cosa que me enseñaste.
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