Por: JOHN JAIRO
VERA OSPINA*
Desde los tiempos de la Colonia, se conoce como
palenque al caserío de negros esclavos fugitivos, llamados “cimarrones”, ya que
con ese nombre se denominaban los
cerdos domésticos quefugados de sus porquerizas iban “adoptando particulares dotes de salvajía”. Dichos esclavos establecían comunidades en parajes selváticos de
difícil acceso, dedicándose a la recolección de frutos, cultivos de pan coger,
la cacería y la pesca. Entre los estudiosos de los procesos de libertad de la
raza negra en la América hispana, hay consenso, tal como lo señala el
historiador Jaime Jaramillo, al definir estos palenques como “sitios
estratégicamente ubicados para la defensa, seguros y con terrenos cultivables.
Se llamaban así por estar rodeados de empalizadas, púas envenenadas, fosas y
trampas”
En
nuestro país existieron diferentes palenques, tantos como explotaciones
esclavistas hubo en el interior y hacia los litorales del mismo. Algunos
gozaron de mayor notoriedad que otros, como lo han consignado “los cronistas al reseñar el
levantamiento del palenque de la Ramada, en Santa marta, en 1529, y en lo
sucesivo por toda la Nueva Granada, siendo el más notorio el de La Matuna,
organizado por el legendario Benkos Biohó, en los montes de la Sierra de la
María, al sur de Cartagena, durante el siglo XVII”.
Así como los de Domingo Criollo y Pedro
Mina (Bolívar) en 1694, Santa Cruz de Masinga (Valle de Upar), San Basilio
(Cartagena), Guayabal (Cundinamarca), Tadó (Chocó), El Castillo (Valle del
Patía), Nóvita (Chocó) y San Bartolomé (Mompox) en 1799, entre muchos otros.
El palenque del negro Prudencio
adquiere notoriedad en nuestro entorno, debido a que las nacientes empresas
agrícolas que ya se ubicaban en la confluencia de los ríos La Vieja y Cauca,
demandaban cada vez más mano de obra de esclavos negros, y un hecho de estas
características llenaba de temor a los propietarios criollos y españoles, por
el mal ejemplo que podría ser imitado en distintas explotaciones, disminuyendo
su capacidad de producción y poniendo en riesgo la integridad física de los dueños
y familiares de éstos.
Los historiadores Orlando Fals Borda y Víctor Zuluaga
Gómez, coinciden en afirmar la existencia de este palenque en cercanías al
perímetro urbano de la actual ciudad de Pereira, aunque Fals Borda ubica dicho
asentamiento en “Cerritos” y Zuluaga Gómez en lo que hoy conocemos como “Turín”.
Después de vivir algunos años en la región de las
sabanas, el negro Prudencio adquiere cierto grado de liderazgo entre su gente,
por lo que se aventura a abandonar los predios de sus dueños el 18 de agosto de
1781, acompañado de 27 esclavos (Zuluaga Gómez, 1998), los cuales remontaron el
río La Vieja, hasta el sector de Cerritos, en donde el grupo cruzó en línea
recta buscando las colinas selváticas del norte, hasta hallar el cauce del río
Otún, por cuya ribera prosiguieron su camino “en dirección a su nacimiento, los esclavos llegaron hasta el punto en
el cual la quebrada Egoyá desembocaba en el Otún, y ascendieron… Allí
construyeron un rancho y alcanzaron a sembrar unas matas de plátano, de acuerdo
con el testimonio dado por alguno de los vecinos que intervinieron en la
captura posterior de dichos esclavos” (Zuluaga Gómez, 2004). Ambos autores,
Fals Borda y Zuluaga Gómez, precisan que los fugitivos buscaron la colaboración
de algunas tribus indígenas de la región, como los que residían en Pindaná de
los Zerrillos y los del poblado de Vía, ubicado este último en las laderas que
cruzaba el camino hacia el nevado del Ruiz, lo cual puede llamar a confusión.
Decir exactamente hasta qué punto llegaron los
fugitivos en su ascenso por las orillas de Egoyá, es bastante difícil, debido a
la fuerte pendiente que se levanta por más de 300 metros desde el cauce del
Otún. Muy seguramente, dada la experiencia de quienes huían, el lugar escogido
para levantar sus ranchos fue una pequeña explanada hallada antes de que la
quebrada Egoyá comenzara su descenso brusco.
Como era de esperarse, los propietarios de los
esclavos fugitivos solicitaron la ayuda de las autoridades de Cartago, quienes
organizaron un grupo perseguidor para darles alcance y castigo merecido. “La comisión constaba de quince personas
armadas, quienes partieron de Cartago rumbo al poblado de Cerritos, con el fin
de obtener información de los indígenas sobre la ruta que habían tomado los
fugitivos. La presión de los comisionados sobre el alcalde indígena de
Cerritos, Juan de Rojas, logró su objetivo y fue así como este último fue
obligado a acompañar a los expedicionarios para dar captura a los esclavos”
(Zuluaga Gómez, 1998)
Podemos pensar que el desbroce de monte al ascender
por la ribera del río Otún, sirvió de guía al grupo de perseguidores, quienes
confrontaron a los “cimarrones” el 7 de septiembre, ante la sorpresa de éstos
que ya se daban por libres y la resistencia que pudieron ofrecer fue bien poca,
dado que no llevaban armas sino objetos de labranza. No obstante, dado el
tamaño de la afrenta y la vileza de algunos de los perseguidores, varios de los
esclavos fueron golpeados, como escarmiento para los que les acompañaban, y
luego llevados a Cartago.
Debido a que las autoridades españolas consideraban
una verdadera afrenta dichas actitudes dentro de las poblaciones indígenas y
negras, los castigos siempre eran severos, ante la indisposición de los
terratenientes esclavistas, quienes veían disminuida la producción de sus
tierras y en riesgo la vida de aquellos que eran de su propiedad.
Entre los esclavos que participaron de aquella osadía estaban
Prudencio, propiedad de don Mariano Matute, y quien fue el principal instigador
de la misma; Atanasio, esclavo de don Antonio Mazuera;Simón, al servicio de don
Jacinto Useche, así como la negra Manuela, Andrés y Juan Manuel, siendo la
mayoría de ellos condenados a la pena de ser azotados públicamente y remitidos
a trabajos forzados y en horarios extenuantes, a factorías de la ciudad de
Cartagena, lejos de sus núcleos familiares y sin ninguna contraprestación
salarial.
BIBLIOGRAFIA
·
DE
LOS RIOS TOBON, Ricardo (1981). ORIGENES Y COLONIZACION HASTA 1850. Biblioteca
de escritores caldenses. Manizales. 466 p.
·
JARAMILLO URIBE, Jaime, citado en http://html.rincondelvago.com/historia-de-colombia_1.html
·
ZULUAGA
GOMEZ, Víctor (1994). CRONICAS DE LA ANTIGUA PEREIRA. Gráficas Buda, Pereira.
Págs. 11-19.
·
ZULUAGA
GOMEZ, Víctor (2004). LA NUEVA HISTORIA DE PEREIRA. FUNDACION. Universidad
Tecnológica de Pereira-Empresa Telefónica de Pereira. Pereira. Págs. 33-36
·
ACUARELA
DE NEGRO EN: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/julio2010/esclavos.htm
*Academia Pereirana de Historia
Encima consideraban la rebelión una afrenta, o sea que ademas de todo ofendidos los españoles y los locales esclavistas, que cinismo, Bueno, cinismo patético que aún no se nos ha quitado, seguimos igual...
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