Alfredo Cardona Tobón.
El 6 de noviembre de 1862 Tomás Cipriano de Mosquera entró a Manizales
en medio de los vítores de su ejército. La ciudad estaba desierta. Sus
dirigentes la abandonaron con la excusa
de no honrar con su presencia la llegada de los invasores. Don Marcelino
Palacio permaneció en Manizales con el propósito de mediar o servir de puente
entre los vencedores y la ciudadanía que quedaba a merced de los caucanos..
Corría el rumor de un levantamiento popular
contra Mosquera .También se hablaba de los posibles desmanes y saqueos de villamarinos y de las
fuerzas de ocupación. El ambiente era tenso. Cualquier suceso trivial, como un
"abajo" o una pelea callejera, podía desembocar en una tragedia. Don
Marcelino habló con unos y con otros, serenó los ánimos y logró que los
enemigos mantuvieran el control de las tropas sureñas.
Pasado el peligro, los notables regresaron a la ciudad. Unos miraban a Don
Marcelino como un hombre pantalonudo que arriesgó todo por Manizales; otros recelaron de su conservatismo y pensaron,
que se había "volteado" o se había vendido a los radicales.
Meses después
el centro y el norte de Antioquia se rebelan contra el gobierno radical
impuesto por Mosquera. Tras la derrota de Pascual Bravo en El Cascajo,
Manizales se une a la revolución.. El 7 de diciembre de 1863 Manizales tumba al
alcalde Antonio Ceballos y Pablo Jaramillo se proclama Jefe Civil y Militar .En
la ciudad fronteriza se organizan tropas que atacan partidas liberales en
Pácora e invaden a Villamaría , donde los radicales caucanos preparan un
contraataque contra los llamados
Restauradores conservadores.
Los "Restauradores" necesitan
recursos. Entonces exigen contribuciones forzosas a liberales y a conservadores
indiferentes. A Don Marcelino le señalan una cuota de $200. Parece que lo
tachan de desleal a la causa, pues aunque conservador no es muy amigo de la
belicosidad de los Jaramillos y
Villegas. Como no cubre la demanda inmediatamente le elevan
la cuota a $400.
Don Marcelino no tiene dinero en
efectivo; en la administración anterior
los liberales lo esquilmaron con otra contribución de guerra. Ofrece $300
representados en ganado, un platanal y
un corte de yuca que los "Restauradores" no aceptan. Sin tener en
cuenta que es un fundador del pueblo,
hombre cívico y conservador de
reconocidos méritos , el Jefe Militar lo reduce a prisión y le obliga a
trabajar como un peón raso en el campamento
de Morropelao.
Sus enemigos se las cobran todas. Ya en el
poder lo acusan de permanecer en Manizales
cuando entró Mosquera y de ausentarse de la ciudad el día del
pronunciamiento en favor de Pedro Justo
Berrío.
"Si yo no hubiera estado en Manizales el
día que entró Mosquera- escribe Don
Marcelino- este pueblo hubiera
sido víctima del batallón Bomboná. Mi delito consiste, pues, en haber evitado
el saqueo del pueblo; este delito Sr. Gobernador es mi gloria"
"Es cierto que me ausenté de Manizales
el día del pronunciamiento, pero por qué
me ausenté?- Me ausenté por el temor de
un conflicto entre los pronunciados y los vecinos de la Aldea de María. Mi
delito consiste en no haberme resignado a ser víctima de los unos o de los otros... pero si esto es un delito
en mí, por qué no lo ha sido en la
multitud de ciudadanos que hicieron lo mismo?."
Don Marcelino tiene enemigos pero tiene más
amigos .Los Restauradores deben liberarlo
y el nuevo régimen tiene que
contar con su concurso pues es un hombre especial en medio de una comunidad de
campesinos ignorantes.
El 5 de abril de 1877, tras la desastrosa
guerra alentada por Recaredo Villa, los
caucanos entran nuevamente a Manizales.
El municipio necesita herramientas para atender las emergencias de un crudo invierno
y de los dos severos temblores que en 1878 dejaron en ruinas los edificios públicos. El Cabildo acudo a
Don Marcelino que ni corto ni perezoso recoge armas inservibles y las lleva a
la fragua de un amigo para que las conviertan en barretones. Nuevamente lo
atacan sus enemigos acusándolo de inutilizar armamento . Tras una corta
investigación la administración radical aclara los hechos y deja con un palmo de narices a quienes
pretendían perjudicarlo.
En 1882 una grave epidemia de viruela azota
al Cauca. Villamaría está repleta de enfermos. Don Marcelino, ya viejo, recoge
limosnas y ayuda con sus propios medios al sostenimiento de un modesto hospital
en el vecino municipio, donde se someten
a cuarentena los infectados impidiendo
así la
propagación de la enfermedad
en Manizales.
Don Marcelino exploró el nevado del Ruiz, organizó
el primer mercado en el caserío, gestionó con Mariano Ospina Delgado la creación del municipio, fue alcalde
durante varios períodos, promovió la
educación, ayudó a abrir caminos, levantó haciendas ... No heredó distinciones
ni privilegios: fue un líder nato que supo incrustarse en el corazón de
Manizales y Villamaría.
Cuando se negoció los terrenos de Manizales
con la Compañía González y Salazar, Don Marcelino fué clave en las discusiones, que al final
llevaron a feliz término un pleito con gravísimas repercusiones sociales. En
1855 los caucanos incomunicaron a Manizales. Don Marcelino acudió a las
autoridades de Buga y las obligó a reconstruir el puente y desbloquear los camino de acceso. Sus
contactos con Cartago y los comerciantes del Valle del Cauca sirvieron
para informar de los movimientos armados
que pudieran perjudicar a Manizales y al
Estado de Antioquia. Su correspondencia con el gobierno de Medellín
indica la gran influencia que Don Marcelino tuvo en las altas esferas del
Gobierno Estatal.
Don Marcelino murió el 29 de noviembre de
1886, fue un acontecimiento luctuoso para todos los vecinos, especialmente para
los más humildes, que vieron en el patriarca un defensor de sus derechos.
Sin duda fue un notabilísimo personaje del
siglo diecinueve y un ejemplo para los manizaleños de todos los tiempos.
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