Alfredo Cardona Tobón*
El 10 de enero de 1855 el
Poder Ejecutivo de la Nueva Granada expidió un decreto fijando límites entre la
provincia de Córdova y la provincia del Cauca; en tal decreto se corría la frontera
hacia el Río Claro, con el argumento que ése era el río Chinchiná, y por tanto
la aldea de María quedaba en jurisdicción de Córdova.
Con este cambio de límites
se beneficiaba la Sociedad Gonzales y Salazar, heredera de la Concesión
Aranzazu, el gobierno de la provincia de Córdova que era socia de González y
Salazar y varios empresarios que
pretendían abrir un camino entre
Manizales y Mariquita.
Con la anexión de la Aldea de María a territorio
antioqueño quedaban a disposición de los
empresarios paisas valiosos baldíos y el control de un camino expedito hacia el
Magdalena por territorio controlado por la provincia de Córdova.
LA INCORPORACIÓN DE LA ALDEA
De inmediato el gobernador
Venancio Restrepo, con asiento en Rionegro,
ordenó a las autoridades manizaleñas tomar las disposiciones necesarias
para integrar a los aldeanos a la comunidad
antioqueña, haciendo todo lo posible para que cesaran los motivos de
diferencia y celos que los separaban de sus vecinos.
Pero esa integración
era muy difícil por varios aspectos:
aunque paisas, los aldeanos eran en gran parte desplazados que
salieron de Antioquia por sus ideas políticas; estaban por fuera de los
terrenos reclamados por la Concesión Aranzazu y gozaban de las libertades de un
Cauca sin el dogal eclesiástico que ahogaba a los antioqueños. Por lo anterior
era un perjuicio quedar fuera del Cauca y sometidos a las autoridades y los
intereses norteños.
Sin consultar con el Cauca y
haciendo caso omiso a toda disposición legal o de simple convivencia, el
gobernador de Córdova ordenó la ocupación de la Aldea de María como si se
tratara de una región conquistada por las armas.
Al son de tambor y de
corneta se dio a conocer por bando el decreto del Poder Ejecutivo, anunciando
en la plaza de la Aldea y en varios lugares públicos que el rio Chinchiná
quedaba más al sur y que por tanto la comunidad quedaba dentro de las fronteras
antioqueñas.
En una comunicación al
alcalde de Manizales, el gobernador Venancio Restrepo, indicó que si encontraba
oposición de palabra o acción o desobediencia manifiesta, cualquiera fuera el
pretexto que se alegara, debía levantar
la correspondiente instrucción criminal y aprehender a los culpables, haciendo uso de la fuerza si
fuere necesario.
Numerosos aldeanos
encabezados por su regidor Luis Ceballos se opusieron a los actos imperialistas
de sus vecinos y se negaron a reconocer las autoridades de Córdova hasta tanto
recibieran el asentimiento del Cauca. “Yo
en mi calidad de regidor- escribió Luis Ceballos al alcalde de
Manizales- no tengo ninguna noticia
oficial de las autoridades superiores y tendré que hacer respetar mi autoridad.
Supongo que igual conducta observaría usted, colocado en tan difícil situación. La prudencia y el buen tino deben
presidir los actos de los magistrados y ellos aconsejan que aguarde un poco
tiempo más para que revestidos de toda
legalidad apetecible, extienda sus dominios hasta esta sección que se dice ha
sido agregada a la provincia de Córdova.
Yo repito a usted, que si de buena fe desea la paz, la armonía entre
nosotros, no dará usted un paso alguno
para que se turben, porque el que habla está dispuesto a protestar contra todo
ataque y a resistir en el sostén de mi autoridad, aunque se vea el terrible
caso de la agresión de conquista…”
SE DESTAPAN LAS CARTAS
El 19 de octubre de 1855 el
alcalde de Manizales informó a las aldeanos
que el territorio donde estaba su pueblo estaba dentro del área cedida
por el gobierno a la Sociedad González y Salazar, y por tanto debían mostrar
los títulos que los acreditaran como propietarios.
Entre tanto el gobierno del
Cauca movió todas sus influencias para mostrar que el decreto estaba basado en un error, como era
confundir el rio Claro con el río Chinchiná, y para fortalecer su posición en
la frontera con la provincia de Córdova nombró a Pio Castaño como nuevo regidor
y se iniciaron los trámites para elevar a la Aldea de María a Distrito
Municipal.
Los antioqueños por su
parte, se abstuvieron de forzar la ocupación, aunque conformaron una Junta
Agraria que pretendió repartir los terrenos de la Aldea. Ese interregno
municipal duró desde el 10 de enero de 1855 hasta el 11 de mayo del mismo año,
cuando el Poder Ejecutivo de la Nueva Granada dio la razón al Cauca y la línea fronteriza continuó sin variación
alguna.
Aunque los aldeanos se sintieron a salvo de las pretensiones de González
y Salazar, el problema del camino hacia Mariquita continuó, pues Pio Castaño se opuso a la continuación de los trabajos por carecer
de la aprobación legal del Cauca; el 5 de setiembre Pio Castaño recibió la
orden de la provincia del Cauca de permitir la apertura del camino y entonces
se adelantó la obra. En noviembre los
aldeanos terminaron el puente sobre el río Chinchiná que permitió el enlace
entre Manizales y la Aldea de María.
Las relaciones entre las dos
poblaciones tardaron meses en normalizarse; en Manizales acosaron a los
aldeanos que osaban pasar el río Chinchiná y bloquearon el camino hacia el
sitio de San Francisco; en una nota enviada por Castaño al alcalde de la
localidad vecina solicita que ” que no
embaracen la marcha a los transeúntes
poniendo estorbos en la vía que lleva al puente, como hasta la fecha lo han
hecho, pues se me ha dado parte que en la posesión de Andrés Hurtado han
empalizado una parte del camino y que allí se amenaza a los que transitan por
él”.
En tiempos de guerra la
prevención entre los aldeanos y los manizaleños fue crítica y aún hoy las
villamarinos desconfían de sus vecinos,
en tal forma que ha sido imposible su unión para conformar una asociación que
beneficie a las dos comunidades.
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