Alfredo Cardona
Tobón
Después de la
adjudicación de los baldíos, los labriegos que llegaban a Manizales o se
resignaban a trabajar como peones en las tierras de otros o tenían que seguir
su camino adonde pudieran encontrar tierras incultas y sin dueño donde
asentarse con sus familias.
Muchos campesinos sin tierra continuaron rumbo al norte caucano y otros cruzaron la cordillera y se
adentraron en el Tolima, entre estos últimos estuvo Nicolás Echeverri, que 1846 abrió mejoras en el sitio
de Casas Viejas por el lado del Ruiz e Isidro Parra quien partió de Manizales
con una caravana en el año de 1864 y fundó la población de El Líbano.
POR EL PÁRAMO DEL
RUIZ
El viaje al Cauca
era un paseo comparado con el paso de la
cordillera central: Lo más difícil del viaje al Cauca era cruzar el río Cauca por los pasos de La Cana o de Bufú en barcas amarradas a un cable y en el viaje al Tolima, además de cruzar arroyos torrentosos habia que remontar las gélidas alturas y soportar el soroche recorriendo trochas que se perdían en hondonadas en medio de fieras y de toros
bravos.
Más temidos que
los tigres y los osos eran los toros del páramo, descendientes de las dehesas
de una misión jesuita que existió en la época de la Colonia por los lados de
Mariquita. Los toros se
agrupaban para atacar todo lo que se
moviera; las caravanas de colonos avanzaban con los bueyes y las mulas atentos
a las embestidas de decenas de astados que bufaban y arrancaban
tierra con las patas delanteras dispuestas a arremeter contra cualquier viajero
que no tuviera rejos y perros para defenderse de los toros.
En 1852 el
bogotano Manuel Pombo en un viaje de Medellín a la capital de la república quedó
vivamente impresionado con los animales salvajes del Ruiz: “ los toros- decía
en sus memorias de viaje- son pequeños pero macizos, de color oscuro, cuernos
cortos, robustos y crespo el pescuezo, anchas narices, ojos como ascuas y
rápidos como la exhalación. Andan en partidas, desde lejos se les columbra como
una sombra que vuela mugiendo de cólera”.
Por informes de un baquiano Manuel Pombo supo que los cazadores acosaban los toros con perros bravos, hasta
arrinconarlo en cañadas donde eran acribillados a tiros. “ También en trampas
los hemos cogido vivos pero la furia los encalambra y los mata; su carne
entonces no sirve porque se pone morada como la de los calurientos.”
Una situación que
asombraba a quienes cruzaban por los dominios de los toros del Ruiz era el
encono con el cual combatían unos con otros. Se embestían sin descanso, en las
soledades retumbaba el golpe de los cuernos y el rastrillar de las pezuñas
sobre las rocas peladas. Al fin uno de los contendores caía exánime después de
regar con su sangre un retazo de abridera paramuna. El vencedor maltrecho y
extenuado se retiraba a lamerse las heridas mientras centenares de gallinazos se descolgaban desde los racimos de nubes y
se precipitaban sobre el cadáver del vencido.
En 1886 el
agrimensor Ramón María Arana escribió al Secretario de Hacienda y Fomento del
Cauca, refiriéndose al ganado mostrenco de la tierra fría de la Aldea de María::
“ Hasta hace pocos años todavía se encontraba ganado vacuno en estado salvaje y
fiero.... toda esa riqueza la destruyeron los antioqueños que poblaron a
Salamina y Neira, siendo notable el barbarismo de esta gente por su espíritu de
destrucción, pues yo he conversado con algunos que, por hacer gala de se destreza en la cacería, aseguraban
haber matado 40 reses en un día a balazos, para que sus carnes sirvieran de
pasto a los buitres o cóndores andinos.”
LOS
EXTERMINADORES
Además de los
cazadores con sus perros, al páramo del Ruiz subían :
los traficantes y comerciantes de grasa con el objetivo de matar
animales solamente para aprovechar el sebo para la fabricación de velas y jabones.
Los bravos
toritos del Ruiz sorbieron la libertad en los yermos paramunos desde 1767, cuando el rey Carlos III expulsó a los jesuitas de sus dominios, a partir de entonces fueron subiendo de las planicies de Mariquita hasta
la parte fría y extendieron sus correrías hasta el páramo de Herveo.
Durante un siglo los toros convivieron con fieras y ventiscas hasta que llegaron los antioqueños, bastaron treinta años para que los depredadores paisas los exterminaran completamente.Cuando las autoridades virreinales adjudicaron a Juan José D`Elhuyar una vasta extensión del Ruiz, manifestó que había adquirido dos grandes riquezas: la una las fuentes termales y la otra el ganado salvaje de los alrededores; la primera era imposible de explotar por falta de vias y por la escasa población de ese entonces y la segunda no la pudo aprovechar al verse mezclado en asuntos judiciales y porque muy pronto lo sorprendió la muerte.
Durante un siglo los toros convivieron con fieras y ventiscas hasta que llegaron los antioqueños, bastaron treinta años para que los depredadores paisas los exterminaran completamente.Cuando las autoridades virreinales adjudicaron a Juan José D`Elhuyar una vasta extensión del Ruiz, manifestó que había adquirido dos grandes riquezas: la una las fuentes termales y la otra el ganado salvaje de los alrededores; la primera era imposible de explotar por falta de vias y por la escasa población de ese entonces y la segunda no la pudo aprovechar al verse mezclado en asuntos judiciales y porque muy pronto lo sorprendió la muerte.
Al pasar por las
tierra de los Gutierrez de Manizales, situada en cercanía del Ruiz,
se admiran los toros de casta que lucen su divisa en los ruedos;
entonces uno recuerda los toros salvajes que llegaron hasta esos pastizales y pese a su coraje no pudieron lucirse ante los perros y las escopetas . Nadie admiró su trapío y su coraje,
entre valerianas y frailejones desaparecieron sin poderse defender de una generación que hizo del hacha un simbolo y de la destrucción de bosques y animales su bandera..
hola quisiera saber referencias bbliograficas para poder leer mas sobre el tema gracias
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