LOS MUNDOS
PARALELOS DE UN FRAILE Y UN ARZOBISPO
Alfredo Cardona
Tobón*
En todas las
comunidades se ve la opulencia y la pobreza,
la humildad y la soberbia; pero donde más se notan esas contradicciones
es en la iglesia católica, donde el lujo ofensivo de los cardenales es una
palmada en la cara de los curas con hábitos raídos de los caseríos miserables y
donde clérigos cínicos hacen todo lo contrario a lo que predican.
La historia
latinoamericana es pródiga en tales contrastes; en estos días que deberían ser
de reflexión es conveniente recordar al
arzobispo que traicionó a su pueblo y al fraile que, bajo las mismas
circunstancias, arriesgo todo por su gente. Es la historia del arzobispo
Antonio Caballero y Góngora y de fray Ciriaco de Arcila.
BAJO LA SEÑAL DE LA
CRUZ
Antonio Caballero y
Góngora nació en Priego de Córdoba, España, en el año 1723, en cuna noble y acaudalada. Su vocación
lo llevó al seminario. Por las relaciones familiares y sobre todo por su
elocuencia, su vasta cultura y excelentes dotes administrativas, pasó de
canónigo de Córdoba al obispado de Yucatán y en 1877 al arzobispado de Santa Fe
de Bogotá.
Ciriaco de Archila
nació en 1724 en Simacota, provincia del Socorro en la Nueva Granada . Su
familia de hidalgos campesinos se preciaba de llevar sangre pura, es decir con ancestro
español sin contaminación de negros, judíos o herejes.
Las labores del
campo hicieron postergar el sueño de Ciriaco de ingresar a la Orden de los
Dominicos, sueño que pareció frustrarse definitivamente cuando se encaprichó de
una apuesta vecina y con ella tuvo dos hijos naturales.
Tiempo después el
inquieto Cirilo se enamoró de Juana Rodríguez, contrajo matrimonio y trajo al
mundo otros seis hijos. En 1773 murió doña Juana. Ya viudo, renació en Cirilo
la vocación de los años mozos que lo llevó, por fin, al convento de Santo
Domingo en Santa Fe de Bogotá, donde lo
recibieron como fraile después de repartir su estancia y cincuenta reses entre
sus hijos y la congregación de dominicos.
EL ARZOBISPO VIRREY
El Arzobispo
Caballero y Góngora informó al rey Carlos
IV de las excesivas contribuciones de los granadinos, no solamente para atender
los impuestos de la corona sino también para sostener la burocracia glotona del
virreinato.. Pese a ello, el visitador Gutiérrez de Piñeres llegó con nuevos
tributos y aumentó de los antiguos. Se pagaba por todo: por las lanas, los
huevos, la harina, el tabaco, el aguardiente..
Mientras el Virrey
Florez estaba en Cartagena con las
tropas coloniales en prevención de un ataque de los ingleses, los pueblos del
Socorro y de los Llanos se levantaron contra recaudadores y las autoridades
abrumados por los pechos y las contribuciones forzosas. El visitador Gutiérrez
huyo despavorido y sin otra autoridad ,
el arzobispo Caballero y Góngora quedó en mayo de 1781 al frente del gobierno
de la ciudad de Santa Fe.
Los sublevados
marcharon hacia la capital y era imposible detenerlas. Entonces el arzobispo se
desplazó a Zipaquirá como parlamentario y arrogandose unas funciones que no
tenía concedió todo lo que pidieron los comuneros en 35 capitulaciones.
EL PORTERO DEL
CONVENTO DE SANTO DOMINGO
No obstante el
aislamiento conventual, fray Ciriaco de Archila seguía con interés los avatares
de la revolución, pues el oficio de portero facilitabalos contactos con
Simacota y la provincia del Socorro.
Cuando estalló el
motín, el hermano Ciriaco sintió arder la sangre y en cuartillas y más
cuartillas escribió unos versos incitando
al pueblo a la rebelión y los envió a Simacota. Para los españoles era otro pasquín revoltoso, pero para los comuneros los versos de fray
Ciriaco se convirtieron en su Cédula y en la “ Santísima Gaceta”.
El estilo literario
de la Cédula- según fray Alberto Ariza-
es llano, grosero y hasta vulgar, sin ropajes ni hopalandas de salón, mero lenguaje de la tierra, libre como el
galope del viento en el Cañón del Suárez, desparpajado como los comentarios den
la plaza el día de mercado..¨ es, sin
duda, el estilo de un hombre campesino, sin doblez ni miedo y aferrado a los
suyos y a sus tierra: “ Solo nosotros estamos de pendejos, en las Indias
aguantando” dice fray Ciriacon en sus versos.
En otros Fray
Ciriaco se va de frente contra los burócratas españoles y se anticipa a Nariño
y a Miranda, y al igual que Tucpac Amaru desconoce la autoridad del rey y
reivindica los derechos americanos:
“ A más que estos
dominios tienen
sus propios dueños,
señores naturales,
por qué razón a
gobernarnos vienen
de otra regiones
malditos nacionales?-“
Las cuartillas de
fray Ciriaco se multiplican en las poblaciones sublevadas, los que saben leer y escribir los reproducen
y los fijan en calles y caminos, unos las recitan otros las guardan como
talismanes. Los versos van de boca en boca y el furor de la gleba va en
CON RUMBO A LA
PENÍNSULA
Al Arzobispo-Virrey,
impulsor de la Expedición Botánica, promotor de la minería , motor de desarrollo en Antioquia y el
piedemonte, le tocó el triste papel de verdugo
Ordenó el sacrificio de Galán y los otros capitanes comuneros y también
el destierro de Fray Ciriaco de Archiva a un convento en la península ibérica.
El traidor Berbeo dijo
que los escritos del fraile habían sido la gran causa de la sublevación. Eso es
exagerado. Lo cierto es que sus versos catalizaron la revolución y fueron el misal de la revolución.
Caballero y Góngora
regresó a España y como Obispo de Córdoba se fue contra las ideas de los
revolucionarios franceses.El humilde fray Ciriaco, lejos de los suyos en tierra
extraña murió solo y desterrado en 1784 en el convento Dominico de Cádiz. El
alto jerarca Antonio Caballero y Góngora, rodeado de honores entregó su alma en
1796 en la ciudad de Córdoba, donde se hacían preparativos para ungirlo con el capelo cardenalicio
Excelente escrito
ResponderEliminar