Alfredo Cardona Tobón*
Entre las comunidades que se perdieron en la penumbra de la historia pereirana encontramos a Pindaná, una aldea quimbaya anterior a la llegada de los conquistadores europeos y que figura en las primeras crónicas de la conquista.
Los vecinos de Pindaná no se sometieron mansamente a los españoles, se unieron a la rebelión indígena de1542 y unos años después lucharon al lado de sus hermanos de raza contra las huestes imvasoras..
Mientras el resto de los quimbayas desaparecieron por las enfermedades, la guerra y los desplazamientos forzados hacia centros mineros, los descendientes de la gente de Pindaná sobrevivieron hasta fines del siglo XIX. Existe muy poca información sobre la aldea, quizás investigando profundamente en los archivos del Cauca y en los de Sevilla en España se pueda reconstruir su pasado, que, en grandes pincelazos, se bosqueja en estas líneas.
LA VISITA DEL OIDOR LESMES DE ESPINOSA
Las guerras, las enfermedades de ultramar y los abusos de los encomenderos menguaron en forma dramática la población aborigen de este territorio enclavado entre los ramales central y occidental de la cordillera de los Andes, por ello la Real Audiencia de la Nueva Granada comisionó al Oidor Lesmes para que investigara las causas de la despoblación, agrupara las comunidades dispersas y pusiera en cintura a los encomenderos cuyos atropellos a la población aborigen eran inauditos.
En 1627 Lesmes conformó los pueblos de La Montaña, San Lorenzo y Guática en la banda izquierda del rio Cauca y en las cercanías de Cartago dispuso la fundación de una aldea con el nombre de Nuestra Señora adonde confluyeron los quimbayas de las comunidades de Bía, Chalima, Chinchina y Pindaná
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LA VIRGEN DE BELÉN
La gente de Pindaná llegó a Nuestra Señora con una hermosa imagen de la Virgen, que se convirtió en Patrona del poblado y mitigó la desesperanza de los indios confinados en un lugar ajeno a sus tradiciones, con pocos recursos y en medio de vecinos con lenguaje y cultura diferentes. Los vecinos construyeron una modesta capilla para honrar a la Virgen, que a falta de ornatos lujosos tenia como telón de fondo los nevados de la Sierra Nevada de Cartago, lo que identificó a la aldea como Nuestra Señora de las Nieves.
La existencia del poblado de Nuestra Señora fue efímera, en el año de 1660 el cacique Domingo Saguay con su gente y la Virgen de Belén la abandonó y regresó a Pindaná, en tanto que los antiguos habitantes de Bia y Chinchina recogían sus petates y retornaban a sus antiguos territorios.
UBICACIÓN DE PINDANÁ
Las crónicas sitúan a Pindaná en la serranía entre el río Otún y la quebrada Consota, en un sitio no muy lejano al actual sitio de Cerritos; fue un poblado de indios pobres, sin oro ni otras riquezas, que vegetaban al amparo de los cultivos de pancoger, de la pesca, de la caza y del pastoreo de animales.
Pese a esa pobreza, o tal vez debido a ella, la aldea sobrevivió bajo la sombra de la Virgen de Belén, una imagen milagrera que en 1806 consiguió que el rey de España elevara a Pindaná a la categoría de parroquia, y cuyo cura Joaquín Bermúdez obtuvo indulgencias del Papa para las personas que visitaran el templo de la venerada imagen.
Para financiar la parroquia, el padre Bermúdez estableció un hato en las fértiles tierras circundantes, que la Virgen, según la tradición, se encargó de multiplicarlo a la maravilla. Don Nicolás Pérez, vecino de Roldanillo y don Javier Montaño, vecino de Cartago administraron el hato y con los dineros recaudados construyeron un tabernáculo digno de la Real Señora.
EMPIEZAN LOS DESPOJOS
En 1809 José A. Mazuera, alcalde de Cartago, se antojó de las tierras de Pindaná y con sutiles leguleyadas arrebató a la parcialidad indígena un gran lote de su resguardo; los nativos acudieron a las autoridades virreinales quienes en compensación por ello les cedieron terrenos en la montaña, pero lejos de las casas de los indios, adonde era difícil de llegar por falta de caminos y no podían cultivarse debido a la abrupta topografía.
Aún así los habitantes de Pindaná no abandonaron el antiguo caserío, que el 14 de octubre de 1854, por disposición del gobierno del Cauca, tomó el nombre de Aldea de la Paz para celebrar el triunfo de liberales y conservadores contra la república artesana de José María Melo.
En 1855 el gobierno de Popayán incentivó la colonización antioqueña en los baldíos del norte del Estado y alentó la invasión paisa a las aldeas de Furatena y Pindaná, al ofrecer exenciones tributarias y no enganchar en sus milicias a todos aquellos individuos que de provincia extraña se avecindaran en los alrededores de esas aldeas.
Lo que no pudieron los españoles ni caucanos lo hicieron los antioqueños, pues con el mestizaje y el enganche de peones en las grandes haciendas, el número de vecinos de Pindaná mermó de tal manera que el Cabildo de Cartago tomó posesión de lo que quedaba de Resguardo de Pindaná de los Cerrillos y lo vendió a los colonos que quisieron instalarse en las vecindades.
LA ALDEA DE LA PAZ
Hacia 1892 la Aldea de La Paz era un poblado habitado por paisas pobres que cultivaban cacao y plátano en pequeñas sementeras y consumían unas diez reses mensuales; era un callejón lleno de ventas por donde circulaba la arriería que se desplazaba entre El Cauca y Antioquia y en cuyos alrededores florecían grandes haciendas de los Marulandas y de los Arangos.
La Aldea de La Paz desapareció sin dejar rastro. ¿ Cual fue el destino de la Virgen de Belén?- Cuando desapareció el poblado?-
Nada se sabe. Son misterios perdidos en la bruma de la historia pereirana, que no empezó en Cartagoviejo ni con la misa del padre Cañarte. Habrá que remontarse a la aldeas quimbayas, a Pindanà de los Cerrillos, a la aldea de la Balsa, al presidio de Boquía cuyas comunidades directa o indirectamente tienen que ver con la Villa de Robledo, génesis de la moderna Pereira..
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