UN GRITO VAGABUNDO*
Alfredo Cardona Tobón
-“Yo quiero
pegar un grito y no me dejan
Yo quiero pegar un grito
vagabundo
Yo quiero decirte adiós mi vida
Yo quiero decirte adiós desde
este mundo
Llegaron las fiestas decembrinas, pasó el año nuevo y quedaron estampadas gratas vivencias de los seres que nos acompañaron en otro tramo de nuestra existencia.
En esas fiestas pese al alud de música grotesca y de mal gusto volvimos a escuchar las notas de Guillermo Buitrago que siguen sonando como esencia del sentimiento popular
Guillermo Buitrago
continúa vigente pese a su corto
paso por la vida, le bastaron 29 años
para que sus sones fijaran nuevos rumbos a la música popular colombiana y dejara un
legado que no lo opaca el tiempo ni las
tendencias que aparecen y
desaparecen sin dejar huella.
ALGUNOS EXITOS
DE BUITRAGO
El amor de Claudia
La araña picúa
Las mujeres a mí no
me quieren
Ron de Vinola
Víspera del año nuevo
Compa Heliodoro
Dame tu mujer José
Grito vagabundo
El testamento
La gota fría
En la obra del compositor cienaguero hay dos canciones especiales: está “La víspera de año nuevo” con su mensaje gocetas
y la que lleva por titulo “Grito
Vagabundo”, que además de picante, fue quizás la primera canción cuyas estrofas se convirtieron en un grito de protesta durante las nefandas
presidencias de Ospina Pérez y Laureano
Gómez sufridas por nuestro país a
mediados del pasado siglo.
Si los partisanos italianos reflejaron la rebeldia en la “Bella Ciao”, los liberales colombianos lo
hicieron en “ Grito Vagabundo” ” como expresión
de los extrañados en su propia patria y de la gente sin voz ni letras que no tenía modo de defenderse de la tiranía oligárquica
que los abrumaba-
EL GRITO EN LAS CALLES
Durante la violencia política de los años cincuenta
los barrios de Medellín se identificaban por su color político, en unos se
agrupaban los liberales y en otros los conservadores, Gerona y el Barrio Antioquia, por ejemplo, era liberales y Belén y la
América eran conservadores. “ Grito vagabundo” salió de las vitrolas y llenó con sus sones el barrio Campo Valdez poblado
por exilados del occidente antioqueño, allí los aplanchadores controlaban el barrio en el
día y al llegar la noche se formaban barras que desafiaban en la
oscuridad de los callejones el poder de
los pájaros y de la policía chulavita.
Eran tiempos envenenados cuando antes de dar el pésame se preguntaba
por la filiación política de la víctima para alegrarse o lamentarlo y obispos como Builes
mandaban al infierno a los contradictores políticos. En esas duras
calendas, el ” Grito vagabundo” aparecía cuando alguien gritaba” Voy a pegar un grito y no me dejan” y otros respondían con
un sonoro ¡ Viva el gran partido liberal que se remataba con un sonoro ¡ Abajo godos
hijuemadres¡
La POPOL, o policía del régimen, trataba de callar a los causantes del bochinche pero
los alborotadores se desplazaban en las sombras desafiando a los
uniformados. Así, pues .“ Grito
vagabundo” se convirtió en el cimbronazo
que levantaba los ánimos de un
partido perseguido, atropellado y llevado
por las circunstancias a responder con
las armas.
Para bien o para mal los abuelos tenemos algo
que ver con la música de Buitrago. MI primer episodio con ella se presentó en Medellín en 1950 al caer una avioneta a pocas
casas de mi vivienda. Yo fui de los primeros en acercarse al siniestro junto
con los bomberos, la policías y un sinnúmero de curiosos. En la tensión del
momento alguien gritó: ¡Yo quiero pegar un grito vagabundo¡ y centenares de voces
respondieron con vivas al liberalismo. Ahí se armó Troya y se entabló la
pelotera de bolillos contra ladrillos de donde salí indemne de milagro con auxilio de la Virgen del Perpetuo Socorro.
El grito de Buitrago fue una manifestación de
resistencia en una época infame con
violencia de parte y parte e instigada por personajes que no
han sido juzgados por el tribunal
de la historia y pese a su enorme responsabilidad en el
desbarajuste que perdura siguen glorificándoles en placas y monumentos.
Con las canciones de Guillermo Buitrago vuelve atrás el carrusel del tiempo al lado de los viejos queridos y de los hermanos del alma y en forma extraña aflora una extraña
felicidad pese a la pobreza en el exilio, las pelotas de trapo y los juguetes
armados con cajas de bocadillos y tapas de gaseosa. Eran tiempos en que los muchachos viajábamos a pie o en
tranvía para ahorrar dinero para un juego de parqués o para asistir al matinal de los domingos. Fueron rollos que al correr
la película nos hacen llorar de sentimiento
con “Vísperas de año nuevo”o nos
hacen reír con la “Araña picúa” en las recochas animadas por el espíritu del finado Buitraguito
*Historiayregion.blogspot.com
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