JOSÉ MARIA CORDOVA EN EL ORIENTE DE ANTIOQUIA
Alfredo Cardona Tobón
Con los primeros rayos de sol, una pequeña columna de
soldados patriotas empezó a ascender hacia el Alto de Boquerón en la
sierra de Peñas Blancas, no muy lejos de la población de Yarumal;
su objetivo era destrozar la fuerza realista que bajo el
mando de Francisco Warleta estaba fortificada en lo más alto del cerro y alejar
la amenaza que representaba la tropa invasora.
Al frente de los patriotas iba José María Córdova, un joven imberbe, con
facciones de niño mimado, cargado por dos hombres en una silla de
manos. No tenía más de veinte años, y a más de su corta edad, casi
no podía hablar por falta de soltura en la dicción, tenía una pierna
lesionada que le impedía montar a caballo y no tenía fuerza ni tono muscular,
pues apenas había salido de un trance doloroso que lo dejó tres días sin
sentido.
Varias semanas atrás José María Córdova llegó
a Rionegro sin fanfarrias, mal vestido, con
signos de fatiga y con unos pocos hombres bajo su mando. Los
chapetones y sus amigos lo miraron burlonamente. ¿Qué podía hacer tal jovencito
ante las fuerzas veteranas comandadas por Tolrá y por Warleta?- ¿Qué estaría
pensando Bolívar al enviar una fuerza tan insignificante?.
No sabían que Córdova, el muchachito que no hace mucho habían
conocido en la escuela, era un combatiente fogueado en Cachiri,
en el “El Sombrero”, en “El Rincón de los Toros”, en decenas de
acciones armadas en Casanare y en el piedemonte llanero y distinguido en Boyacá por su valor y su
arrojo.
Antioquia no fue la provincia granadina más afecta a la
independencia. Muchos dirigentes paisas preferían el dominio extranjero a los
albures que traía la libertad. Por ellos Córdova tuvo grandes dificultades para
enganchar voluntarios y obtener auxilios para sostenerlos; para eso estableció
contribuciones y acudió al erario a fin de recabar fondos. Como
al funcionario encargado de la Caja no le cuadraban las cuentas,
Córdova lo mandó sacar del templo donde estaba resguardado y lo fusiló sin
contemplaciones. Fue una medida cruel para inspirar terror. De inmediato
quienes estaban gravados procedieron a pagar las contribuciones,
pues vieron que estaban frente a un soldado curtido
por la guerra a quien no le temblaba el pulso para hacer
cumplir sus órdenes.
Enamorado y enamorador, Córdova se sumó a los festejos de fin de año y
cuando el 28 de diciembre de 1819 quiso lucirse ante
Manuelita Morales en las calles de Rionegro, unos voladores
asustaron su caballo que estrelló el jinete contra un
muro de calicanto.
Mientras Córdova luchaba con la muerte y
parecía que hubiera perdido el juicio, Warleta se desplazó desde la
costa del Atlántico e invadió a Antioquia con más de 500 realistas. Su
objetivo era restablecer las comunicaciones entre el norte y el sur
de la Nueva Granada y hacer contacto con Sebastián de la
Calzada y las fuerzas españolas de Quito para frustrar la ventaja
patriota en el Pantano de Vargas y en Boyacá, y emprender
una segunda reconquista del virreinato.
El primero de febrero de 1820 las tropas de Warleta entraron
a Yarumal y Córdova, convaleciente y limitado, envió tropas a
contenerlo. El 11 de febrero se combate en “Pajarito” donde los
patriotas causan 23 bajas al enemigo y el 12 de febrero, José María Córdova
transportado en una silla de manos por dos de sus hombres dirige las acciones
que empiezan con un tiroteo en las horas de la mañana y culminan en
la tarde de ese día con otro tiroteo en el Alto de
Boquerón..
Al caer la noche los dos bandos acampan y esperan el nuevo día para
continuar la lucha, pero con las luces del alba del 13 de febrero, Córdova se
da cuenta de que el enemigo ha levantado su campamento y se dirige hacia Nechí. Un grupo patriota va tras
los realistas pero desiste en su empeño ante la fragosidad del
terreno que dificulta el avance.
Los antioqueños hablan de la batalla de Chorros Blancos y magnifican la
función de las armas, pero en realidad fueron dos tiroteos: uno por
la mañana y otro por la tarde del 12 de febrero de 1820. Como acción bélica no
tuvo gran importancia, pero las consecuencias fueron enormes, pues
Warleta perdió la oportunidad de unir a Quito con Santa Marta a través del
corredor de Antioquia y establecer contacto con las tropas de
Sebastián de la Calzada cuyas avanzadas habían llegado hasta Supía.
EN EL CORAZÓN DE LOS ANTIOQUEÑOS
La forma autocrática como quiso Bolívar manejar la Nación levantó en
armas al joven general que hizo frente a las tropas que enviaron desde Bogotá a someterlo.
Ante la indiferencia de la mayor parte de los antioqueños los
mercenarios al servicio del Libertador asesinaron miserablemente al héroe de
Pichincha y Ayacucho en la malhadada acción del 17 de octubre
de 1829en cercanía del
caserío de Santuario, Antioquia. Tardaron en recuperar su
cadáver y pasaron décadas antes de sentir el
remordimiento ante el olvido del mayor guerrero granadino y el hijo más valiente del pueblo paisa.
Apenas ahora el oriente antioqueño se reencontró con el héroe que se inmortalizó en Pichincha, Junín.
Ayacucho y se fundió en el alma montañera.
En San Vicente Ferrer, Concepción, Santuario, Rionegro y Medellín guardan la
memoria del intrépido general cuya presencia se siente en
las esquinas, en los museos, en las casas de la cultura, en los monumentos
y en el corazón de la gente
En San Vicente está la casa donde José María ensayó los primeros pasos, en Concepción se conservan los corredores que el niño recorrió al lado de su mamá Pascuala cuando en un caballo de palo José María adivinó la gloria. En todas las localidades del oriente se exalta el nombre de Córdova: En edificaciones y placas, en imágenes y estatuas, en versos, en museos y escritos. Alrededor de Córdova crece el turismo, quien hubiera imaginado que el paladín que no encontró el apoyo de los suyos cuando se enfrentó a los mercenarios, ahora concita a los paisas alrededor de su nombre y da fuerza al turismo que impulsa una de las regiones más atractivas de Antioquia que en los hechos pasados y los atractivos naturales, ha encontrado un rumbo en su desarrollo y revertido el sentido de la migración, ya no se busca el vellocino en el sur pues es el oriente antioqueño adonde vuelan las ilusiones y florecen los proyectos inmobiliarios y se desarrolla la industria del departamento.
*alcartob@gmail.com.,
Comentarios
Publicar un comentario