AMORES AÑEJOS
Alfredo Cardona Tobón
Hay amores que no se borran
y parecen reencaucharse con el tiempo, su
recuerdo perdura y en vez de marchitarse con los años parecen retoñar
cuando algo que parecía olvidado retorna con detalles que creíamos sepultados.
La vida es un desfile de
sucesos engarzados a los seres que
amamos, son episodios que acompañan los
momentos pasados con sus penas y
sus alegrías. Una canción, una flor, un día luminoso nos reconcilian con la
vida y traen sucesos que
dan nuevo brio al corazón . Es lindo releer los nombres
que alguna vez estampamos en el tronco de un
árbol o rodeamos de corazones
traspasados y recordar los amores que
alguna vez nos llevaron al borde de la pena , cuando sentíamos que con un
desplante se nos iba la vida y ahora son
meras anécdotas que retratan la ingenuidad de los primeros años. .
Es grato resucitar el ayer en medio de la lluvia o bajo los arreboles e imaginar lo que pudo haber sido en
brazos de la muchachita pispireta, de ojos negros y cintura de avispa o al
lado de la rubia zarca que parecía un diosa.
Al descubrir los
arcanos en el desván de la
vida rescatamos los primeros
besos y la serenata que en una noche de luna trepó por la ventana del cuarto de la amada,
allí encontramos tesoros que no
caducan como la foto de la vecinita del barrio en un balcón de geranios floridos .o la foto de la
noviecita que llevamos al baile de graduación del bachillerato y que a pesar de sus promesas de amor eterno nos cambió por
la estrella del equipo de futbol
de la universidad..
Todo llega y todo pasa y como las nubes de
verano desaparecieron los amores pasajeros y entre
rubias y morenas llegó la propia, como decían los abuelos , sin que
supiéramos como, cuando y donde.
Cada uno tiene su historia, y recuerda la llegada del gran amor. El mio llegó por carta con acento argentino y transformó un noviazgo por correspondencia en un idilio que trajo mi felicidad y me permitió estar al lado de mi amada durante sesenta años.
Aún guardo la carta que inició esa bella aventura y que con las demás cartas enlazadas con una cinta roja conservó en un pequeño cofre con documentos, diplomas y medallas:
Estimada Edith
Dizque no sabes cómo has logrado lo que llamas
atrevimiento. Escribí una tarde fría a la bella niña que meses más tarde seria mi esposa- . Yo lo sé y muy perfectamente. continuaba diciendo la carta- En nosotros hay algo siempre inquieto y descontento que nos hace levantar castillos en el aire y
nos muestra hadas y princesas, ese algo nos hace soñar y escribir.
Ves como empieza de fácil una amistad- . agregué en la nota escrita a mano - Muchas veces lo
fuerte empieza siendo una hierbecilla y alcanza las nubes con el tiempo. Dices
que te desanima el fracaso. Tal vez el único que se te presente será el del
tiempo que perderás con mis cartas,
porque no será la primera y última que me escribes. ¿Verdad?-...”
Así empezó la carta que escribí a Edith Angélica al contestar la primera que ella me envió desde la Argentina. y había empezado la amistad con otra que envié a Amelia Gori residente en la ciudad de Godoy Cruz en Mendoza Argentina.
Yo leía la revista brasileña O’ Cruzeiro donde figuraban
direcciones de muchachos y muchachas Latinoamericanos que querían intercambiar
estampillas, monedas , postales o simplemente establecer amistad por
correspondencia.
Yo le escribía a chicas de Mejico, de Chile y Uruguay y
quise comunicarme con una argentina. Por eso le escribí a Amelia Gori, alumna
del colegio Rawson. Amelia nunca me
contestó pero en un descanso ella
mostró la carta a sus compañeras y a Edith le llamó la atención mi
caligrafía que clasificó con complejo
de máquina de escribir. Así que me escribió dando su dirección de correo y su
interés en conocer aspectos colombianos.
La correspondencia con Edith continuó regularmente
mermando a los “algos” para pagar los envíos. Me encapriché con Edith y a ella le
sucedió lo mismo: éramos dos jovencitos encarretados escribiendo de todo, sin
darnos cuenta de que el amor y el destino nos iba envolviendo poco a poco
En 1961 en las vacaciones universitarias conocí al poeta Baudilio Montoya en Calarcá. Una noche decembrina varios amigos nos reunimos con el poeta en el Café Granada y allí, entre trago y trago, desnudé mi corazón y la confié a Baudilio mis cuitas de amor y la “traga” por correspondencia.
Baudilio empezó a escribir en un papel arrugado y a
desgranar poesía con la naturalidad con
que trina un turpial o perfuma una rosa.
A medida que Baudilio escribia los versos mi imaginación remontó los salitrales bolivianos, remontó la provincia de San Juan y mi voz enamorada llegó a la ventana de la niña mendocina.
_
“ Te cuento que aquí en Colombia
Que es una tierra de cantos
Y de versos y de alondras,
Con paisajes musicales
Cercada de aguas sonoras
Tu tienes un corazón
que a todas horas te nombra
por la bondad que tu tienes
y tu
pureza de aurora
y tus ojos nazarenos
tan llenos ellos de sombra.”
La universidad exigió cada vez más y a ello se sumó el trabajo en un colegio femenino donde orientaba química, algebra y física. No quedaba tiempo sino para los estudios y el trabajo. La amistad por carta se fue enfriando , yo me ennovié con una chica rubia de ojos verdes y mi amada a la distanasia consiguió novio en Mendoza y aparentemente los escritos quedaron en el olvido.
La universidad quedó atrás , el noviazgo con la rubia de ojos verdes pasó a la historia y empecé a trabajar como ingeniero mecánico en Palmira, Valle del Cauca, luego en Medellín y después en Acerías Paz del Rio en el departamento de Boyacá. Allí en una tarde plomiza de agosto de 1962, atravesé en una canoa el lago Sochagota ubicado en cercanías, remé y remé y en mitad de la laguna hice un alto . Tenía viva la resaca de la noche anterior y mi billetera estaba desocupada.
¡ Qué estoy haciendo con mi vida? Pregunté- y empecé a meditar sobre el pasado y el futuro, entonces volvió a la memoria Edith Angélica Bustos Cremieux, mi amiga argentina de la que en años pasados me enamoré por correspondencia.
Donde estará?- ¿Qué estará haciendo?
Y por curiosidad volví a escribir no sin antes presentarle excusas por mi atrevimiento. Una semana después de haberle enviado la carta me llegó otra de Godoy Cruz que en parte despejaba mis inquietudes
“Mendoza agosto 28 de 1962
Decir que tu carta me dejo
atónita, desconcertada, es poco. Me
sorprendió muchísimo porque sinceramente
creí que nunca jamás iba a saber de ti.
No podría describir lo que
sentí cuando tuve en mis manos ese sobre
que me traía noticias de ti, noticias que tanto esperé. Al leer las líneas
empecé a llorar. Quizá sea absurdo, pero es así. Lloraba y no se si fue de
alegría, de sorpresa o de qué.
El silencio ha sido muy
largo, escribió Edith, pero a pesar del tiempo te he recordado siempre. mi hermana Olga me decía que algún
día me volverías a escribir y no se equivocó.
Me pregunto qué fue lo que
te llevó a comunicarte nuevamente contigo, después de tanto tiempo, más de dos
años¡ ¡ Cómo es que se te ocurrió volver a escribirme?
Quieres saber de mi vida. Es
la misma de antes. Igual que siempre- Estuve de novia dos veces en este tiempo,
pero por una cosa u otra no se llegó a nada.. Ahora me anda rondando el sobrino
del arzobispo de Mendoza. Un muchacho de 33 años, arquitecto y muy bueno .¨Pero
yo no me decido. Papá dice que con mis años aún no se lo que quiero, quizás
tenga razón.
Mis estudios los paralicé
por completo. Empecé a incursionar en la
Facultad de Derecho. La abogacía me gusta pero la dejé. Yo no estudiaré
más. Simplemente me dedico por entero a
mi trabajo que es muy interesante.
Me dices que te graduaste¡- No te imaginas cuanto me alegro¡ Imagino que habrás hechos esa especialización en Estados Unidos por la que aplazaste el viaje a Argentina. Van para ti mis más sinceras felicitaciones y mis mejores augurios de éxito permanente. He recibido tu carta hace apenas media hora y tal como antes te contesto de inmediato.
Todavía me parece mentira
que me hayas escrito y que yo te está contestando, cuando yo creía que nunca
más lo volvería a hacer.
Bueno Alfredo, seguiré
soñando contigo.
Edith."
-Así, por carta, llegó el amor a mi puerta-
*
historiayregion.blogspot.com
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