UN AMOR DE PLASTILINA
Alfredo Cardona Tobón
El amor tiene sus estaciones: el de primavera es fresco y lleno de promesas, el de verano es tórrido y huracanado, el de otoño es placido y reposado y el amor invernal, aletargado y mustio , se confunde con los recuerdos perdidos.
Con la nostalgia de un amor feliz rescatado del pasado después de tres años de viudez , el amor tocó mi puerta sin llamarlo y como en los viejos tiempos lo recibí alborozado . Fue una navidad que me ayudó a redescubrir los besos y las caricias y recorrer caminos de la mano de mi enamorada.
Nuevamente escuché los boleros y sentí la letras de las canciones, bailé en una baldosa y volví a vivir sin importarme lo que hubiera más allá del horizonte, la realidad se convirtió en un sueño con un genio portentoso que borró las arrugas, me hizo indestructible y rodeó con un halo de luz a mi nueva compañera.
.La juventud que revivió en nuestros cuerpos llenó de felicidad nuestras almas, EL idilio fue maravilloso: me rindió el día, madrugué a orar , probé nuevos manjares, me arropó el calor de mi reina y para que todo rimara hice una lista mental de lo que pudiera alterar el paraíso con cosas prosaicas y para ello tuve cuidado con las toallas, con la ropa y todo lo que implicara desorden. Como un adolescente entusiasmado le mostré a todos mi dicha y agradecido con Dios y la vida comulgué los domingos, lavé los platos, pelé las papayas y los mangos y llevé las bolsas al shut de las basuras.
Desde el balcón lleno de flores del apartamento de mi amada admiraba las montañas de Santa Elena sintiéndome el hombre más feliz de la tierra, fueron tres años de dicha pero infortunadamente se acabó el sueño y se borró el espejismo, pues sin previo aviso dejé de ser el compañero en la vida de la dulce dama que un día cualquiera corrió la cortina y puso punto final al destello que iluminó mi vida..
En el último viaje a los dominios de mi dulcinea se coló el demonio que estaba agazapado tras la puerta y se desbarató el andamiaje que a pesar de todo mi esfuerzo era endeble como la plastilina . Ese domingo madrugamos , acompañé a mi tesoro en sus oraciones, hice mis tareas, miré los titulares del periódico, ayudé a escribir un articulo mientras mi compañera organizaba mi maleta quedando en ella todo lo mío sin dejar rastro de mi paso por tierras antioqueñas.
Sin presentir lo que venía subí al auto y mientras ella manejaba yo hacía planes para la próxima visita. No hablamos en el camino pero al acercarnos al aeropuerto mi amada rompió el silencio y me dijo quedamente, sin que le temblara la voz, sin mirarme a los ojos y sin que se condoliera de mi pena, que habían transcurrido tres años de convivencia y como yo no había alcanzado sus expectativas no se justificaba seguir alimentando una relación que no llegaría a parte alguna,
Eso fue todo, no hubo excusas ni razones y así terminó ese capítulo de mi existencia sin anestesia ni compasión y con un mazazo descargado sin previo aviso. Yo me quedé mudo el mundo se me vino encima. Llegamos al Olaya Herrera. no pedí explicación ni dije nada, saqué el pañuelo, el llanto taponaba mi garganta y como en años pasados me preparé para rumiar otra pena de amor que caló muy hondo pues se sumaba a una triste noticia domestica que en ese momento mortificaba mi existencia.
Mi hada me ayudó a bajar del vehículo y me bendijo sin un abrazo ni un beso. Era el réquiem de un amor muerto que punzaba porque en verdad quería lealmente a quien me había titulado su compañero de vida .Al acercarnos al sitio de embarque una silla de ruedas me condujo a la escalerilla del avión. En esa escalera me había golpeado días antes y ahora a más del papirotazo se sumaba un derechazo a mi ego maltrecho que no encontraba motivo para semejante golpe.
Algún día volveremos a vernos, dijo ella y sin mirar atrás se dirigió al parqueadero . Vi como cruzaba la puerta del aeropuerto y consideré lo frágil que fue ese romance fugaz moldeado en plastilina y que mi socia no pudo clasificar, pues en esos tres años de romance no me presentó como novio, ni amante ni amigo.
De regreso a Pereira puse sobre el escritorio el retrato de mi primera esposa y lo besé. Cuanto añoré ese amor franco y sin condiciones, Sentí que me miraba desde el cielo, y me ayudaba a atenuar la pena .Entonces puse punto seguido a la historia de un viejo de 86 años convencido que a esa edad solo se tiene espacio para las desilusiones.
La experiencia con la compañera de vida dolió y mucho. Al volver atrás las páginas recordé mi amor de primavera con olor a gardenias y el canto de aves canoras. recordé la calidez del amor de verano y presentí el final de mis pasos lamiéndome como los perros solitarios. Pero la vida sigue su curso pues no estoy enterrado y el corazón remendado sigue latiendo y haciendo guiños a pesar de las cornadas.
*historiayregion. blogspot.com
Estupendo estrujó la vida. Estupendo en su trama y agüita para todo mal decía Gerpul el de Apía mientras repartía el agua de la virgen de Piendamó. Agüita de piernamó..
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