CORONELES Y GUERRILLEROS
Alfredo Cardona Tobón
En las fiestas navideñas del año 1902 , Don Juan de Jesús Ramírez
entregaba su alma al Señor mientras los
ansermeños celebraban con júbilo las fiestas de Navidad y la terminación de la desastrosa guerra de
los Mil Días. Al conocerse el deplorable
suceso todos callaron y un silencio profundo testimonió el respeto y el aprecio
por el patricio que acompañó a los pioneros que
consolidaron el poblamiento de Anserma.
Juan de Jesús nació en Marinilla y rodando y rodando por la frontera caucana, por uno de esos caprichos del destino llegó a al sitio
descubierto por el conquistador español Jorge Robledo, donde el sonsoneño Pedro Orozco le cambió un globo de terreno por diez vacas y un novillo,
con un plazo de diez años para pagar el resto
de la deuda
Pasaron muchos años y tras una vida de lucha, achacoso y viejo, Juan
de Jesús Ramírez quedó reducido al lecho. La guerra de los Mil Días rompió la
tranquilidad de las montañas ansermeñas, en los empedrados retumbaron los cascos de los caballos y en los zaguanes
de las casonas se repitió el eco de las voces de mando de los oficiales del Batallón
14 adscrito a las fuerzas gobiernistas.
Los ciudadanos estaban con los nervios de punta. Corrían rumores de
ataques guerrilleros y del avance de las milicias revolucionarias del Cauca.
Pero Juan de Jesús en su lecho de enfermo
no se resignaba a ser un espectador indefenso y cada vez que el clarín
concitaba la tropa recordaba que había sido coronel en la guerra de 1860,
cuando luchó contra las tropas de
Mosquera, que según decía el cura párroco, estaban conformadas por negros endiablados, enemigos de Cristo y
violadores de monjas.
Los antioqueños no fueron los
mejores soldados de las guerras civiles, tenían que ser reclutados y en tierra
ajena esquivaban el ardor del combate
dejando los laureles de la gloria a los caucanos y pastusos. El coronel Ramírez era distinto, pues luchaba por
convicción y valentía y era el primero que tomaba las armas en defensa de las causas conservadoras.
Después de la Esponsión de Manizales y el desastre de sus copartidarios en los campos de Segovia, en el Tolima. Juan de Jesús se unió presuroso a las tropas del General Gutiérrez Lee que defendían el gobierno legítimo del presidente Ospina. En una madrugada de 1860 millones de luciérnagas velaban el campamento conservador y sin que nadie lo advirtiera las tropas caucanas de Mosquera fueron cruzando el río Magdalena hasta encerrar a los conservadores en el sitio "La Barrigona", donde Mosquera se apoderó del parque y capturó a varios oficiales, entre ellos al coronel Juan de Jesús Ramírez.
El sanguinario Tomás Cipriano de Mosquera tenía el delirio de las
ejecuciones. ¡Fusilen! ¡Fusilen! era su consigna en las guerras civiles. Los
prisioneros lo sabían muy bien y pensaron que les había llegado la última hora.
El General Gutiérrez Lee escapó milagrosamente de la encerrona de
"La Barrigona" y quiso salvar
a los oficiales capturados por las fuerzas de Mosquera.
"Si me los fusilan, mandó a decir, yo les fusilo el doble de los que tengo
presos". Y tenía en realidad a quién fusilar pues las cárceles de Bogotá
estaban atestadas de revoltosos amigos de Mosquera. A Tomás Cipriano no le
quedó otra alternativa y dejó en
libertad a Jesús María Ramírez y demás oficiales gobiernistas.
Terminó la guerra del sesenta y Colombia soportó otras guerras. El
coronel Ramírez colgó la espada y en las
selvas de Ansermaviejo cambió las charreteras por el azadón y el machete .Una
madrugada de 1900 estaba agazapado en el corredor de su casa de Anserma con el
yerno Ramón María Giraldo, esperaban que apareciera una guagua cebada y con las escopetas montadas
aguardaron la aparición del animalito. De pronto oyeron golpes durísimos en el
portón.
-¿Qué pasa?, ¡caramba! ¿Se está quemando el pueblo?
¡Algo peor Don Ramón -
¡Alístense que se nos entraron los liberales!
Jesús María salió a la acera y vio a su tocayo el coronel Jesús María
Rincón organizando el Batallón 14 y a numerosos voluntarios armados con
escopetas de fisto y viejos fusiles oxidados.
LA COLUMNA LIBERAL
Una partida liberal, comandada por Rafael Díaz venía de las costas del Pacífico con destino
a Quinchía y las riberas del río Cauca, dominados por las guerrillas liberales, para establecer allí un puente entre el norte del Cauca y el sur de
Antioquia.
La tarde avanzaba y después de incontables penalidades los
revolucionarios tenían más ganas de un sancocho que de entablar combate, por
eso al acercarse a Ansermaviejo rodearon la población para evitar el choque con
las tropas del gobierno. El coronel
Jesús María Rincón estaba al tanto de los movimientos enemigos y atacó hasta arrinconar a la guerrilla en el sitio de "La Pradera" en los
extramuros de Anserma.
Mientras los gobiernistas consolidaban sus fuerzas, Don Juan de Jesús
Ramírez ayudó a ensillar el caballo de su yerno Ramón María Giraldo que partió
al combate como el Cid Campeador en los campos andaluces.
."¡Animo Ramón!, le dijo, ¡y que Cristo Rey te proteja!".
A la distancia se oyó el fragor
de la lucha y a Quinchía llegó la noticia de la llegada de la avanzada caucana.
Según los datos, los liberales estaban acabando con Anserma y para rematar la
acción el comandante guerrillero Mariano Flórez organizó una
compañía de macheteros que a marcha
forzada se dirigió a la vecina población con el ánimo de apoyar a los
revolucionarios.
Mientras el combate arreciaba
en La Pradera, una columna
gobiernista salió de Riosucio bajo las órdenes del Mocho Cardona rumbo a
Anserma en auxilio de los conservadores. Cuando el guerrillero Mariano Flórez
se acercó al sitio del combate todo estaba perdido para los liberales, la columna
del Chocó estaba totalmente desvertebrada y de la maleza salían combatientes
famélicos con los brazos en alto, gritando a viva voz: "No
nos maten... nos entregamos!".
En el alto de Partidas empezó
la gritería de los riosuceños que venían en apoyo del gobierno ignorando que los macheteros de Quinchía se habían
emboscado en los rastrojos de la finca de Joaquín Guarín y esperaban a los riosuceños comandados por el Mocho Cardona.
Una descarga cerrada hizo saltar el caballo de Cardona que escapó
milagrosamente de las balas. El Mocho estaba "copetón" y los
tragos de más lo impulsaron a atacar machete en mano. Sonó otra descarga desde el
monte y el Mocho Cardona y su caballo quedaron tendidos en medio de surtidores
de sangre.
Los riosuceños contraatacaron, el valiente Pantaleón Gutiérrez tomó el mando y
como un ángel vengador dejó tendidos en
el campo a siete quinchieños. Al caer la
tarde todo había concluido. La consigna ansermeña era no dejar un prisionero liberal
con vida, pero el coronel Jesús María Rincón ignoró la orden y liberó a los guerrilleros capturados para
evitar una masacre infame
En la noche del combate de “Partidas”, Don Jesús María Ramírez sacó un
taburete a la acera y a su alrededor se congregaron otros viejos a comentar los
acontecimientos. -Cómo le parece, le dijo uno de los presentes que su yerno
Ramón se salvó de milagro... -¿Cómo así hombre?, ¡cuente qué sucedió! -Pues
resulta que fue a acompañar el cadáver de Pantaleón Gutiérrez y él que llega y
la gente que se levanta a coserlo a puñaladas. En eso alguien lo reconoció y
gritó que no lo tocaran, que era un copartidario calzonudo y le quitó el
sombrero que traía, el mismo que le había arrebatado a un guerrillero, sin
darse cuenta de que traía una cinta
roja, distintivo de los integrantes de la columna chocoana.
Con Don Jesús María Ramírez se fueron muchos recuerdos de Anserma, sin embargo su nieto, Miguel Giraldo, alcanzó a salvar varias historias. Una tarde gris, al pasar por el sitio “La Pradera” a su mente retornaron los toques del clarín y los ayes de los moribundos que había descrito su abuelo : “ Aquí, me trajo a curiosear la negra Eulalia el siete de enero de 1900”- dijo don Miguel - y repitiendo lo que les contó don Jesús María, aparecieron los hechos con que tejí esta crónica.
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