CARTA DE JAIME LOPERA AL HISTORIADOR MALCOM DEAS

 Armenia, 30 octubre 2019





Doctor


Malcom Deas

Presente


Apreciado Doctor Deas,

Después de conocer su libro, y en especial después de leer el Capítulo

V, “La Presidencia” 1 , me asaltó la inquietud de revelarle un episodio

que, al menos para mí, no debería pasarse por alto en las ejecutorias

del Presidente Barco. Se trata de la Comisión de Empalme en la cual

trabajé por un par de meses, con licencia no remunerada, antes de

regresar a mi empleo habitual como Gerente de Recursos Humanos de

la Flota Mercante Grancolombiana que presidía el ingeniero Enrique

Vargas Ramirez, primo cucuteño de Barco.

Una vez alcanzado el triunfo electoral de 1986, el presidente

electo salió con su familia hacia un hotel en Big Sur, en California, para

descansar un poco del ajetreo electoral. Pocos días después le

informaron desde Bogotá que algunos “personajes” estaban

suplantando su nombre para hacer empalmes por cuenta propia, en

especial en el Ministerio de Hacienda. El Presidente electo se indignó,

suspendió su descanso en EEUU y regresó apresuradamente al país.

Puso en orden su agenda y a partir de ese momento le dio vida a la

Comisión de Empalme como único vehículo de comunicación con la

administración saliente de Belisario Betancur.

Esta Comisión dio origen a un grupo encabezado por Mario

Latorre, German Montoya, Gustavo Vasco, Fernando Cepeda, Cesar

Gaviria y Jose Fernando Botero 2 quienes me designaron como gerente


1 Deas Malcom. Barco. Vida y sucesos de un presidente crucial, y del violento mundo que enfrentó. Taurus,

Bogotá, 2019. Esa intención de añadirle siquiera un pie de página a la segunda edición la compartí con sus

amigos Medófilo Medina y Alpher Rojas a quienes agradezco su empeño.

2 A quienes se les adjudicó el mote de “el sanedrín” por una infidencia de Mario Latorre Rueda, mi gran

amigo en el MRL, según lo revela su libro en la página 169.


2


ejecutivo del Empalme. Ese grupo era mi “junta directiva” cuyos

voceros fueron German Montoya y Gustavo Vasco. Mi primera tarea, lo

recuerdo bien, fue visitar a Carlos Ossa Escobar (recién fallecido) y

ofrecerle, a nombre del Presidente electo, la consejería de paz.

            En el transcurso de las actividades de empalme en todo el país,

designamos a más de 250 personas liberales con ese encargo y todos

ellos se coordinaban desde mi escritorio 3 . Un enorme grupo de

asistentes de mi oficina recogía los informes de las comisiones de

empalme en cada agencia del Estado (Ministerios, Superintendencias,

Departamentos Administrativos, y también de las Gobernaciones y

Alcaldías) para saber de primera mano qué presupuesto quedaba

pendiente para su ejecución en cada entidad, cuáles proyectos de

inversión permanecían en firme para ser realizados en el nuevo

gobierno, y en especial, cuál era el estado real de Tesorería de cada

oficina en ese momento, los compromisos financieros adquiridos, las

vigencias futuras y las calidades y filiación política de los funcionarios

vinculados en cada organismo. Era un gobierno liberal por supuesto y

por ello el inventario de los empleos oficiales era importante en lo que

sería la estrategia de “gobierno-oposición” al terminar las etapas del

frente nacional.

De cada sector empalmado se escribía un voluminoso informe

que iba a manos del Presidente electo (supongo que en los archivos

presidenciales en el AGN, o en la Fundación Corona, se encuentran

pruebas de estos documentos), y luego cada informe iría a los nuevos

Ministros o Gobernadores a partir del siete de agosto: la idea clara de

Barco era que tales informes, por lo detallados en el proceso de

empalme, ahorrarían mucho tiempo al nuevo gobierno para empezar a

ejecutar los presupuestos y por lo tanto tener la seguridad de que se

podían entregar resultados sorprendentes en los primeros cien días.

Nunca pasó nada de eso por circunstancias que sería prolijo relatar y

razones que no estuvieron a mi alcance.

            Lo que sigue es un asunto personal. Culminado este novedoso

proceso de acoplamiento de un gobierno con otro, por lo menos en

3 El uso de los programas de sistemas apenas estaba en sus comienzos y hubo muchas dificultades para

coordinar dicha tecnología. El Sena fue una muy útil ayuda.


3


Colombia, y compilados casi un centenar de volúmenes de Informes de

todo el país, a finales de septiembre de 1986 regresé a la Flota al

mismo cargo que tenía. Unos días después Barco llamó al Presidente

de la FMG, Vargas Ramirez, y le dijo que me ofreciera a su nombre (no

olvidar que eran primos) la dirección del Sena. Al comentarme esa

noticia, Vargas me confesó que le había pedido al Presidente que no

me llevara tan pronto para el Gobierno dado que estábamos

finalizando una importantísima negociación con los sindicatos de

grumetes, oficiales y capitanes de la marina mercante que podría

significar (como en efecto lo fue) un gran ahorro en divisas al pasar los

salarios de dólares a pesos como lo firmamos unos días después. En

aquellos momentos la competencia internacional de transporte

marítimo había puesto en jaque a la Flota porque estaba terminado la

prioridad de la “reserva de carga” que le daba a la FMG una posición

dominante en el transporte del café en el mundo con fletes

subsidiados que las Conferencias Marítimas no estaban dispuestas a

reconocer. Este proceso fue, entre otros, la lenta muerte

organizacional de la Flota.

            Solo cinco meses después sucedió el incidente de mi breve

nombramiento en el Ministerio del Trabajo del cual existen testigos

con quienes suelo repasar (cada vez más menos, cada día con menor

interés) este episodio de mi vida. Pero lo del empalme es un evento

necesario para la comprensión de esa época, y por ello estoy a su

disposición a efectos de hablarle más cosas de aquellas reuniones del

sanedrín que, a mí juicio, fueron definitivas en la consolidación del

binomio gobierno-oposición del que se hablaba dentro del liberalismo.

                      Con un atento saludo,

Jaime Lopera Gutiérrez


Celular 315.548-8333


www.jaimelopera.com

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