EXALTACIÓN DE LA RAZA
PRIMIGENIA- DISCURSO EN LA INAUGURACIÓN DEL PARQUE DE BARRIO GALÁN
SEPTIEMBRE DE 1984-
En la inauguración
del parque del barrio Galán, la colonia de Quinchía residente
en Manizales colocó una placa en honor a los caciques quinchieños
sacrificados durante la rebelión indígena de 1557.
En septiembre de 1984, el presidente del Centro de
Investigaciones históricas de Centro-Occidente de Colombia, señor Jorge Eliecer
Zapata Bonilla, leyó el siguiente discurso en este acto presidido por el
alcalde Hermes Vinasco Arroyave :
“EXALTACIÓN DE
LA RAZA PRIMIGENIA
Ocupirama, Aytamara,
Upirama, Tuzarma y Capirotama son nombres que al pronunciarse, dan
la musicalidad de la selva virgen, pues tienen la tonalidad de
cantos vernáculos, de silbos encantador, de paz sin
estridencias. Son nombres que debieron tener en su lenguaje
original, sentido de libertad, de amor, de abundancia, de edénica vida.
Y así
debió ser en el principio, cuando la planta del hombre frustrado de allende el
mar, no había manchado con su ambición, con su sangre y su misma fatiga
el panorama abierto de un mundo que le era ajeno. Pero en
la tonada del cada nombre debe haber una historia diferente, gajo de
una historia madre, porque la misma raza, organizada bajo el signo del poder y
de la perdurabilidad, conducía al misterio americano. No hay en la
historia de los hombres una sola rueda suelta, solo hay eslabones
perdidos en la oscuridad de los tiempos, y como en los idiomas
orientales, estos generaban palabras de
descendencia que fueron incapaces de asimilar los extraños para dar con la
clave de un pasado que hoy estamos testimoniando al apuntar sobre la piedra
vocablos de todavía indescifrable significación pero que son partes
del enigma nuestro.
Por eso, en el idioma
de la selva virgen, Aytamara, Ocupirama, Upirama, Tuzarma y Capirotama, deben
ser enlaces de sílabas que son la génesis de toda una dinastía de
prohombres sobre los que se hizo la desconocida historia del pueblo que opuso
resistencia mayor al empuje de Jorge Robledo y sus hombres en el
empeño por auropeizar lo que jamás pudo ni podrá parecerse a Europa.
Nosostros nos
quedamos con esos nombres exaltados por la sangre,con su significado
de naturaleza bravía, fértil, diáfana, cúmulo de la esperanza de
renovación que se dio y se sigue dando en el mestizaje, como raza de América.
Ellos, los cacique de ésta tierra, son el primer punto de
referencia histórica hacia la que Quinchía debe mirar con
orgullo como partida de su historia escrita.
LA INTELIGECIA
INDÍGENA
Juan Jacobo
Rousseau dijo en su “Discurso” en 1756 que “el
hombre salvaje es el único ser racional bueno, libre y feliz”. Y la bondad, la
libertad y la felicidad conducen a la búsqueda de progresos
que perfecciona la vida. Por eso el hombre primigenio de América
desarrolló una vasta labor mental de la que el viejo mundo debió asombrarse,
pues los progresos logrados en campos como la astronomía, la medición
matemática, la arquitectura, la metalurgia, las leyes y la agronomía, eran en
su época comparable y en veces superiores a los avances de los
griegos y los egipcios. La misión francesa denominada “La
Condamine” es la prueba de lo que hallaron los europeos en este lado del mundo.
Pero el idioma y las artes son la expresión más clara de la
versatilidad del pensamiento aborigen, pues mientras el hombre europeo
descubrió, cubrió y encubrió todo un continente sin poder
defenderse con un solo dialecto, los indígenas aprendieron el castellano sin
dejar morir sus lenguas nativas.
Por eso este idioma
de España y de Indoamérica se tornó en una lengua esplendorosa y dinámica,
porque se vio obligada a acrecentar su caudal con palabras con las voces
llegadas de diverso dialectos americanos. Se fortaleció el decrépito castellano
que trajeron los hispanos a estos lares. Y el arte, que en su ignorancia
desconocieron los peninsulares, era ya una expresión madura de la civilización
americana. Incas, mayas, aztecas, agustinianos y taironas son apenas puntos de
referencia, pues a nosotros los de estas breñas nos tocan con su arte
los quimbayas, expresiones todas las mencionadas, de una concepción universal
de las formas, pero avanzados más que los del Viejo Mundo en la simplificación
de las definiciones. Lo que hoy con petulancia denominan arte abstracto, era ya
una escuela americana antes de la fecha del descubrimiento.
Los testimonios están
dados en la simbología que alcanzaron con la recta y con el triángulo como
mínima expresión de aquella. En la representación de sus dioses , y de los
estados máximos de la vida, como la maternidad, la abundancia y la riqueza, la
guerra y el triunfo, el hombre de América es tan artista, como el europeo al
exaltar los héroes, la belleza o la imaginación.
LA HUELLA ARRASADA
Améica fue un
continente descubierto por el efecto de una aventura económica, antes que de
una aventura mental. Por eso aquí no llegaron los hombres de ciencia sino los
comerciantes, los traficantes, los usureros, los ambiciosos de poder
y de dinero. Y ellos, fueron los que encontraron las
expresiones del arte, de la cultura y la civilización
aislada, sin comprender que se enfrentaban a la
respuesta de lo ignorado por su mundo. Por eso con
sentido de ganancia, de riqueza material miraron lo que hallaron. Tuvieron que
correr siglos, para que los europeos se dieran cuenta del valor de lo que
habían destruido, fundido para transformar en expresión
comercial. De ahí el asombro de los ultramarinos de hoy,
de ahí sus estudios sobre estas tierras y estas expresiones, pues apenas caen
en la cuenta que sus mayores en la ignorancia de su aventura, le quitaron al
mundo civilizado la posibilidad de comparar y encontrar las razones, ahora más
distantes que antes, del acomodamiento del hombre a
través de sus propios recursos.
Sin embargo, nos
quedan hoy siglos del pasado, huellas sobre las que nos inclinamos reverentes
porque en ellas está la voz de un pretérito que nos es común a todos por la
raza, como las que el dios Xixaraca dejó en las rocas de Mápura.
LA MITOLOGÍA COMO
TESTIMONIO DE GRANDEZA
América misma como
continente es un mito indescifrable. Pero ubicándonos en este territorio donde
hoy rendimos homenaje al asado, tenemos expresiones propias de la
imaginación creadora del indígena, pues un pueblo capaz de concebir su dios, su
diosa de la guerra y su demonio, tuvo también seres
superiores para la agricultura, la inteligencia y la belleza.
Los nombres
rescatados, al lado del ya mencionado Xixaraca dominador de la roca
dura, nos dan la dimensión del vuelo mental de los quinchias. Horas
es entonces de exaltar a Tamaraca, dios del mal, como expresión de
la concepción diferencial entre lo razonable y lo inexacto en el cumplimiento
de la vida y de Michua, Señora del Valor y de la Guerra, moradora
del imponente Batero, símbolo geográfico de la municipalidad. Estos nombres
deben difundirse a lo largo y ancho de Colombia para que se deje
consignada de por siempre la fertilidad del pensamiento de una raza
que legó grandeza, pues por la historia de la patria corren con brillo propio
los nombre de Chiricha, Cananao y Sabastián Mamia, caciques que defendieron el
honor de su pueblo ante las arremetida de los extraños. Gloria pues
a la raza no vencida, a la raza que llega hasta nuestros días
imponente y fuerte transportando en el tiempo la semilla de la inteligencia y
de la confraternidad., pues esta misma raza fue la que venció la violencia
incentivada por foráneos y colocó la comunidad como símbolo y belleza de uno de
los departamentos más jóvenes y prometedores de la patria.
Estamos aquí para
rendir testimonio a través de la historia a los gloriosos nombres de Aytamara,
Ocupirama, Upirama, Tuzarma y Capirotama como fin de una leyenda y
comienzos de la verdadera historia de un pueblo que empieza a hallar sus raíces
y a colocarse en el concierto nacional como punto de referencia de identidad,
pues mientras en otros lares de la república los hombres se “civilizan”
cambiando de apelativos, aquí permanecen las mismas voces primitivas como
enseñas de constancia y confesión de unidad en la sangre y en el
espíritu.
Quinchía, al rendir
este homenaje, al descubrir esta placa a los primeros guerreros de
su historia, no hace otra cosa que colocarse a la vanguardia de
los pueblos que creen en su destino, y sin renegar de él,
exaltan con unción patriótica la verdadera esencia de la raza.
En nombre del CENTRO
DE INVESTIGACIONES HISTORICAS DE CENTRO OCCIDENTE DE COLOMBIA, grito
emocionado: Gracias Quinchía por tu sangre indígena
, porque ella es la vida palpitante de América toda.”
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