Irma Cristina Cardona Bustos
Ella es Edith, la dueña para siempre de este blog. La mujer de quien aprendí a
amar las letras: mi madre. Se fue como un suspiro en la noche y la voy a
extrañar mucho... porque además de ser quien me dio la vida (razón suficiente
para amarla), era mi llave en los procesos de acompañamiento a
escritores, mi correctora de estilo de bolsillo, la que siempre dio alas
a mis textos y a los de mi padre.
Maestra de maestras, de muchos periodistas,
comunicadores, abogados y de aquellos que de una u otra forma tenían relación
con las letras. Se ganó el título de Maestra no solo por su profesión sino por
su don y amor para enseñar, por su entrega profunda a cada estudiante. Todo lo
que sabía, lo puso siempre al servicio de los demás. La"señora de las comas",
como le decían, se emocionaba al ver el crecimiento de sus alumnos y por años
acompañó a muchos de ellos en el desarrollo de las tesis de sus maestrías y
doctorados.
Muchos sólo conocen de mi madre su oficio como
correctora de estilo y profesora de español, sintaxis, redacción y ortografía,
pero era una caja de bellas sorpresas:
Una hermosa argentina nacionalizada en Colombia que
tenía manos de artista y artesana. Tuvo una academia de tejidos donde enseñaba
crochet, tejido en dos agujas, bordado, pintura en tela, macramé, ñandutí,
punto tunesino; hacía velas, pintaba cerámica y gracias a esa magia que la
envolvía, mi casa ahora está llena de su alma en cada pedacito hecho por ella.
Mi madre también cantaba, tenía una voz hermosa que animaba con su guitarra y
de su garganta brotaban zambas, gatos, chamamés y chamarritas.
Cocinaba como los dioses y nunca más, estoy segura,
disfrutaré un chimichurry como el suyo, ni nadie será capaz de preparar un
esponjado de limón como el que ella hacía. En mi mente se quedará el sabor de
sus cenas de Navidad y en mi recuerdo las rosas que hacía de zanahoria y
pimentón para adornar sus banquetes (que eran toda una fiesta).
Mi madre nunca se le "arrugó a nada" y de
ella aprendí la capacidad de emprender, de levantarme ante las dificultades, de
perseverar, de nunca rendirme. De mi madre guardaré para siempre los buenos
recuerdos, me sentiré arropada por la última cobija que tejió para mí,
desayunaré sonriendo a su mantel bordado de golondrinas y sabré que está ahí
cada vez que escriba recordando la razón de un punto y coma.
Mi madre está hoy en el cielo y estoy segura que ha
recibido el título de correctora de estilo de los ángeles. Sé que en su nuevo
oficio enviará por el viento tildes, tiempo verbales, palabras correctas y
acentos.
Por eso si alguna vez sientes que llegan a tu mente
definiciones de palabras o si al escribir pones más atención que siempre a la
puntuación y a la gramática, ten por seguro que es mi madre que te está
soplando el uso correcto del lenguaje.
Publicado por Irma Cristina Cardona en 14:30 3
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Etiquetas: corrección de
estilo, Correctora de
Estilo, Edith, edith angélica
bustos, lenguaje, ortografía, sintaxis
sábado, 6 de febrero de 2021
Ella es Edith, la dueña para siempre de este blog. La mujer de quien aprendí a
amar las letras: mi madre. Se fue como un suspiro en la noche y la voy a
extrañar mucho... porque además de ser quien me dio la vida (razón suficiente
para amarla), era mi llave en los procesos de acompañamiento a
escritores, mi correctora de estilo de bolsillo, la que siempre dio alas
a mis textos y a los de mi padre.
Maestra de maestras, de muchos periodistas,
comunicadores, abogados y de aquellos que de una u otra forma tenían relación
con las letras. Se ganó el título de Maestra no solo por su profesión sino por
su don y amor para enseñar, por su entrega profunda a cada estudiante. Todo lo
que sabía, lo puso siempre al servicio de los demás. La"señora de las
comas", como le decían, se emocionaba al ver el crecimiento de sus
alumnos y por años acompañó a muchos de ellos en el desarrollo de las tesis de
sus maestrías y doctorados.
Muchos sólo conocen de mi madre su oficio como
correctora de estilo y profesora de español, sintaxis, redacción y ortografía,
pero era una caja de bellas sorpresas:
Una hermosa argentina nacionalizada en Colombia que
tenía manos de artista y artesana. Tuvo una academia de tejidos donde enseñaba
crochet, tejido en dos agujas, bordado, pintura en tela, macramé, ñandutí,
punto tunesino; hacía velas, pintaba cerámica y gracias a esa magia que la
envolvía, mi casa ahora está llena de su alma en cada pedacito hecho por ella.
Mi madre también cantaba, tenía una voz hermosa que animaba con su guitarra y
de su garganta brotaban zambas, gatos, chamamés y chamarritas.
Cocinaba como los dioses y nunca más, estoy segura,
disfrutaré un chimichurry como el suyo, ni nadie será capaz de preparar un
esponjado de limón como el que ella hacía. En mi mente se quedará el sabor de
sus cenas de Navidad y en mi recuerdo las rosas que hacía de zanahoria y
pimentón para adornar sus banquetes (que eran toda una fiesta).
Mi madre nunca se le "arrugó a nada" y de
ella aprendí la capacidad de emprender, de levantarme ante las dificultades, de
perseverar, de nunca rendirme. De mi madre guardaré para siempre los buenos
recuerdos, me sentiré arropada por la última cobija que tejió para mí,
desayunaré sonriendo a su mantel bordado de golondrinas y sabré que está ahí
cada vez que escriba recordando la razón de un punto y coma.
Mi madre está hoy en el cielo y estoy segura que ha
recibido el título de correctora de estilo de los ángeles. Sé que en su nuevo
oficio enviará por el viento tildes, tiempo verbales, palabras correctas y
acentos.
Por eso si alguna vez sientes que llegan a tu mente
definiciones de palabras o si al escribir pones más atención que siempre a la
puntuación y a la gramática, ten por seguro que es mi madre que te está
soplando el uso correcto del lenguaje.
Publicado por Irma Cristina Cardona en 14:30 3
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sábado, 6 de febrero de 2021
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