Alfredo Cardona Tobón
Faltaban
18 kilómetros de carretera para
unir a Medellín con Turbo cuando en 1950
llegó un médico rural a la población de Dabeiba. Era un mono flaco y
desgarbado, color cetrino y brazos de chimpancé. No había sido un estudiante
notable pero sí un: especialista en promover huelgas como la del colegio Nuestra Señora de Manizales donde enfrentó al rector Baltasar Restrepo Botero a causa del desmedido afán
del eclesiástico por el dinero
y la huelga de la Universidad de
Antioquia contra Braulio Henao Mejía,
un decano para quien los negros y los pobres no eran dignos de estudiar
medicina.
Tulio
Bayer Jaramillo empezó la práctica en
Anorí, pero agobiado por la monotonía de la localidad pidió traslado a Dabeiba. donde suponía que podía servir mejor a a la comunidad. A Bayer no le importaba la
comodidad ni las riquezas, consideraba
al médico como un apóstol al servicio del prójimo y así
lo demostró en los
tugurios de Medellín donde se infectó de carranchil y
alguna vez cambió su traje por
harapos para cubrir un desamparado..
Tulio
Bayer fue un rebelde entregado a las causas perdidas, con la idea fantasiosa de una revolución que
bajara de sus pedestales a la casta
entronizada en Colombia y barriera con los jefes políticos rojos y azules, que,
como lapas, vivían a costa del trabajo ajeno. Bayer no pretendía conquistar el
cielo ni congraciarse con Dios, simplemente
chocaba con la injusticia y la inequidad
e iba en contra los privilegios.
Al
llegar al hospital de Dabeiba solo encontró carencia y necesidades;
entonces cercó el solar y llevó una vaca
para tener algo de leche para los niños desnutridos y al considerar que era un
desperdicio comprar ataúdes para los
muertos que paraban en el remolino del Riosucio, mandó hacer un ataúd
estándar que desocupaba en la fosa y así
ahorrar dinero para comprar medicinas..
En
ese entonces un militar ocupaba la alcaldía
y la zona estaba a merced de
soldados y policías que creían estar librando una guerra contra los enemigos de
la patria que, a decir verdad, eran labriegos devorados por la malaria defendiéndose como fieras de los ataques de los esbirros
del régimen de Laureano Gómez.
Tulio
Bayer era liberal y le dolían las masacres y los
atropellos contra los suyos. Bayer
burlaba la vigilancia e internaba heridos “enemigos” en el hospital y los atendía en el monte hasta que un día debió huir de
Dabeiba para evitar las represalias de un alcalde civil a quien agredió en medio de los tragos.
En
su novela “Carretera al mar” Tulio recuerda sus amores con una bella
prostituta que llamó Zoraida; ella fue su refugio en las horas de canícula y el solaz en las noches con orquesta de
bichos en un rancho que ocuparon mientras atendió al personal que
laboraba en la vía. Atrás había quedado
Morelia Angulo, la esposa que solo le aguantó dos meses de matrimonio; después llegaría Josefina Butler,
una hetaira que hizo pasar por su compañera en el Club Manizales, Luego tuvo
amores con Oneida una espía cubana, con Monique, una socialista francesa y con
Amira Perez , su “ tanquecito,” quien lo acompañó en las malas y cerró sus ojos en el Boulevard de Reuilly de Paris.
Entre
el hambre, los falsos positivos y las emboscadas de los “chusmeros” en las selvas de Urabá., Bayer creyó
llegado el momento propicio para
cambiar las estructuras que agobiaban a
Colombia; pensó que solamente faltaba
el líder que enarbolara la bandera de la rebelión e imaginó que quizás él podría ser el paladín que alzara en armas al pueblo; pero se
equivocaba, pues él era un hombre de
paz, incapaz de hacerle daño a alguien,
un soñador que quería una revolución redentora pero sin manchas de sangre.
Urabá mostró plenamente al galeno el
mundo colombiano. Allí descubrió
a los gamonales lucrándose del dolor
ajeno, conoció los abusos de poder, los asesinatos a mansalva para mostrar resultados militares, rescató los cadáveres anónimos
que flotaban en los remolinos del Riosucio, le dolieron los niños
desnutridos, sin la leche que robaban
los funcionarios, las prostitutas tenidas como
mercancía, la pobreza rondando por doquiera como fiera enfurecida... es
decir, todo lo que Tulio Bayer iría a combatir en las orillas del Putumayo, en el Orinoco, en
las columnas de prensa en Manizales y al unirse a las protestas obreras en
Barranquilla y en las jornadas de mayo en las calles parisinas.
Las vivencias dolorosas de Dabeiba quedaron plasmadas en la novela “Carretera al
mar”, escrita por Tulio en el campamento guerrillero del Vichada; en su novela “Gancho Ciego” mostró las atrocidades de una sociedad, al sentir la injusticia en su paso por la
Cárcel Modelo donde lo internaron sin
juicio acusándolo de terrorista; a su
amigo Francisco Arango le dedicó “Carta a un analfabeta político” donde denuncia las infamias de los dueños del poder y en
“San Bar vestal y contratista” enfiló la lanza contra
aquellos que forran las cruces con dinero. En esos escritos se dibuja el dolor de patria de Bayer y se evidencian las lacras que nos atosigan
sin descanso.
A Bayer
Jaramillo lo tildaron de loco, de desadaptado, de terrorista, de
chusmero, de bandido.....Aún hoy lo persiguen los herederos de los
adulteradores de leche y de medicamentos pues
los eternos dueños del poder siguen
tendiendo un manto sobre la
memoria de este riosuceño que como un caballero andante luchó
contra todas las injusticias..
excelente relato, da cuenta de la identidad de la colombia amarga por accion de unos bandidos enquistados en el poder politico y economico.
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