Es explicable que al
lado del patíbulo se busque la salvación invocando la clemencia
o buscando ejecutorias que muestren merecimientos ante los verdugos;
esto podría aplicarse a Manuel del Castillo y Rada, un cartagenero de la élite
criolla cuyo destino lo ubicó en el escenario de la Independencia y
en la vida del Libertador.
Bolívar y Del Castillo
vivieron en la época más crítica de la
historia de Colombia y aunque sus existencias fueron paralelas no puede
establecerse un parangón entre ellas, pues el uno entregó todo por la Libertad y el otro hizo todo lo que pudo para opacar la
gloria del caraqueño.
Bolívar llegó a
Cartagena en 1812 después de la derrota en Puerto Cabello en Venezuela y la
entrega de Francisco Miranda a los españoles. El puerto amurallado estaba en
guerra con la provincia realista de Santa Marta y como necesitaba militares con
experiencia en el combate, su presidente
Rodríguez Torices enganchó a Bolívar bajo las órdenes de Pierre de Labatut.
Bolívar con un grupo
reducido de hombres quedó a cargo del caserío de Barranca del Rey a orillas del
rio Magdalena; pero la inactividad no
era parte del valiente militar que
desobedeció las órdenes superiores y con 200 milicianos se desplazó Magdalena
arriba y tomó las poblaciones de Tenerife, Plato, Zambrano, Mompox, siguió
hasta Chiriguaná y el ocho de enero de 1813 derrotó a los
realistas en Tamalameque.
El gobierno de las
Provincias Unidas presidido por Camilo Torres encomendó al general Antonio
Baraya y al coronel Joaquín Ricaurte el
avance por el norte hacia la frontera
venezolana para frenar las operaciones del comandante español Ramón Correa; pero al estallar la guerra entre las
Provincias Unidas y la provincia de Cundinamarca se les llamó para que hicieran
frente a las tropas de Nariño.
Ante tal circunstancia a
Manuel del Castillo, comandante de Pamplona, le tocó la jefatura del Ejército
del Norte sin haber tenido jamás
experiencia en el combate. Castillo pidió ayuda a Bolívar, quien, con
autorización del gobernador Rodríguez Torices,
con 400 hombres se apoderó de
Ocaña y siguió a Cúcuta donde el 28 de febrero de 1813 derrotó a Ramón Correa y
aseguró la frontera.
Aquí empezaron las
divergencias entre Del Castillo y Bolívar, pues el venezolano quería continuar
la campaña hasta liberar a Caracas y el cartagenero consideraba riesgoso
enfrentar un puñado de soldados mal armados a un ejército numeroso y bien
equipado
Del Castillo empezó a
desacreditar a Bolívar con oficios que envió al Congreso de Tunja, desobedeció sus órdenes y lo enfrentó al resto de los
oficiales. Pero en Tunja no escucharon a Castillo y apoyaron a Bolívar a quien autorizaron ocupar las provincias de Mérida y Trujillo.
Castillo renunció con términos violentos, pasó
por Tunja, luego por Santa Fe y regresó
a Cartagena donde Rodríguez Torices lo
nombró Jefe militar de la plaza. Mientras tanto, Bolívar emprendió la marcha hacia su patria y
en tres meses de campaña, ocupó nueve ciudades, libró seis batallas victoriosas,
recorrió 1300 kilómetros y con solamente
600 soldados llegó a Caracas donde lo aclamaron como su Libertador.
El año 1814 fue nefasto
para las armas patriotas: lleno de derrotas, de tristezas y el derrumbe de la
segunda república venezolana. Por ello Bolívar regresó a Cartagena, donde esperaba encontrar apoyo y
recursos, pues Venezuela estaba asolada,
sumida en la mayor pobreza y desesperanza. El 25 de septiembre de 1814 el
Libertador llegó a Cartagena con Santiago Mariño y allí lo recibieron con
recelo y críticas, especialmente Castillo, que lo llamaba genocida y asesino
por su proclama de la guerra a muerte.
Bolívar viajó a Tunja
donde Camilo Torres, presidente de las
Provincias Unidas le dijo: “General- vuestra patria no ha muerto mientras
exista vuestra espada”., le brindó su
apoyo y lo puso al frente de las tropas
de las Provincias Unidas que en guerra fratricida combatían a la provincia de
Cundinamarca, gobernada por Manuel Bernardo Álvarez.
Con el triunfo de Tunja
sobre Cundinamarca crece el prestigio de Bolívar y entonces le encomiendan el
sometimiento de la provincia realista de Santa Marta que controla el río
Magdalena e impide la comunicación de Cartagena con Santa Marta. A Bolívar le
dan mando pero no tiene recursos. Los hombres y las armas las tiene Manuel
Castillo, jefe militar de Cartagena, que por todos los medios continúa desacreditando
a Bolívar, lo acusa de cobarde, de
violento y traidor, de entregar a Miranda y causar la desgracia de Venezuela.
Bolívar trata de acercarse a Castillo pero es inútil. En enero
de 1815 el Libertador se apodera de
Ocaña, ocupa a Mompox y por consejo de sus oficiales, sitúa su gente en La
Popa, cerca de Cartagena, con la intención de intimidar a Castillo y lograr su apoyo; pero la medida fue contraproducente
pues creció la indignación de la población que creyó que Bolívar quería imponer a los Gutiérrez
Piñeres en la pugna que se vivía en el puerto.
Castillo se negó a
prestar apoyo para la campaña contra los realistas de Santa Marta. Castillo afirmaba que no tenía hombres ni
armamento. El 25 de abril los españoles atacaron
a Barranquilla y la incendiaron, caen
los pueblos ribereños y Bolívar, sin
poder hacer nada, parte el 9 de
mayo de 1815 para Jamaica a continuar la lucha por la
independencia.
Es tal la inquina de
Castillo y su mala fe, que retira los 2.000
milicianos que el gobernador Rodríguez Torices había desplegado por la línea
del río e hizo evacuar la tripulación de los buques de guerra para que Bolívar
no los pudiese utilizar.
El 23 de junio de 1815
el ejército de Morillo desembarcó en Santa Marta. El comandante español Francisco
Morales atravesó el río Magdalena sin
oposición y avanzó hacia Cartagena mientras Enrile tomaba la plaza amurallada que sucumbió
vencida por el hambre y no tanto por los enemigos cuya situación también era
crítica, pues había perdido 3.125 soldados en
combate, por deserciones y víctimas de las enfermedades.
Ante la incapacidad de
Castillo los oficiales Aury, Montilla y
otros militares depusieron a Castillo
que cayó preso de los españoles porque
los amotinados no permitieron que huyera
con ellos hacia las Antillas.
Cuando los españoles
tomaron a Cartagena encontraron 366 cañones,
3.888 fusiles, 100 carabinas, 600 sables, 9.000 bombas, 135.000 cartuchos de fusil, 4.727
cartuchos de cañón, 3.440 quintales de pólvora y 200.000 piedras de chispa. Con
esas armas retenidas por Castillo,
Bolívar hubiera defendido la franja del Magdalena y blindado la zona por donde
entró Morillo.
La reconquista fue
posible gracias a Castillo que por su odio
a Bolívar y sus intenciones solapadas, hizo posible el desastre patriota. En su defensa ante el Tribunal de Guerra
enemigo, Castillo confesó que él había
tratado de impedir las operaciones del
Libertador, y que como regentista y
amigo de España, había auxiliado a los amigos del rey.
De nada valió su confesión: Castillo descubrió su felonía y lo fusilaron junto con otros ocho patriotas que
hicieron honor a su fidelidad a la
libertad y a la Patria.
* http://www.historiayregion.blogspot.com
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