Alfredo Cardona Tobón
“El
Tábano” fue un quincenario Liberal y de Combate, editado al
terminar los años treinta del pasado siglo por Carlos A. Sánchez
Parra en la Tipografía Pereira . Era un periódico de Santuario, de
amplia circulación en el occidente de Caldas, que hacía eco a los
acontecimientos de esa progresista población cafetera y a las
comunidades liberales de la banda izquierda del río Cauca.
En
el número 11 del 12 de diciembre de 1938, aparece en la primera
página de “El Tábano” un titular encabezado por la frase “Un
cura beligerante y politiquero” que muestra el panorama de una
época de embrolladas relaciones entre la iglesia católica y el
gobierno liberal de Colombia
Durante
la llamada “República Liberal” que se extendió de 1930 a 1946,
numerosos clérigos pretendieron ponerle trabas a las autoridades
que dirigían los destinos del país, entre ellos algunos sacerdotes
españoles, importados durante el cuatrenio del presidente
conservador Abadía Méndez , quienes hacían causa común con Franco
y los nacionalistas y chocaban contra el liberalismo colombiano
acusándolo de enemigo de la religión y de la iglesia.
El
clero estaba acostumbrado a cogobernar en los regímenes
conservadores y cuando el liberalismo estableció un divorcio entre
el clero y el estado, los sacerdotes retomaron las viejas estrategias
de presentar al liberalismo colombiano como enemigo de los valores
cristianos. Tal situación se presentó en casi todo el país,
incluyendo a Santuario en el Viejo Caldas, donde se creó una
situación que solo esperaba la chispa para que explotara, como
sucedió después del triunfo conservador en las elecciones de 1946,
cuando se eligió a Mariano Ospina Pérez como presidente de la
nación, al dividirse el liberalismo entre las corrientes de Gabriel
Turbay y Jorge Eliecer Gaitán.
En
el titular aparecido en “El Tábano” se acusa a un jesuita
franquista de atizar la violencia y arrimar leña seca a una hoguera
que casi acaba con ese municipio.. El artículo en mención es una
carta que envió el directorio local al Directorio Liberal de Caldas
exponiendo un asunto delicado, que infortunadamente se repetía en
Mistrató, en Balboa, en Quinchía y otros municipios de Caldas.
Así
dice el mencionado articulo:
Santuario
de Caldas. Diciembre 4 de 1938
Señor
Presidente del Directorio Liberal de Caldas
Manizales.
Muy
señores nuestros:
Como
liberales nos vemos en la imperiosa necesidad de informar a ustedes
lo siguiente:
En
la ciudad se celebran las fiestas religiosas de fin de año y con el
objeto de darle realce a tales actos, fue expresamente invitado un
Jesuita español, invitación que hizo seguramente hizo el señor
cura de almas encargado de esta diócesis.
Con
sorpresa para nosotros y del pueblo liberal, el sacerdote mencionado
no pronuncia sus discursos-sermones en el recinto de la iglesia,
pues lo viene haciendo en la plaza pública desde los balcones de la
Casa Cural y sus prédicas “carlistas” están saturadas de odio
exagerado contra el Régimen imperante en el pais.
En
la catilinaria de hoy, se limitó el cura mencionado a hacer el
elogio ferviente del General Francisco Franco enderezando sus
baterías, en forma muy disimulada e inteligente contra el gobierno,
mientras recibe el dinero de liberales inocentes.
El
pueblo se encuentra alarmado y justamente indignado por la
intromisión descarada y cínica del fraile extranjero y
anarquista, que abusando de la hospitalidad que esta sociedad le
brinda y de los sentimientos expresados por el jefe del Estado de
respetar y defender la libertad de palabra hablada y escrita, hace
uso indebido de un derecho constitucional, convirtiendo la Cátedra
Sagrada en tribuna política agresiva e intransigente, tratando de
convertir este importante sector del departamento en un campo de
“Agramante, en un Pandemoniun, en un verdadero infierno.”
Al
subir el conservatismo al poder la violencia y la sangre anegó los
campos de Santuario y municipios vecinos. De 1948 a 1952, el municipio más liberal del occidente del Viejo
Caldas se convirtió en un fortín conservador, pues los liberales
tuvieron que emigrar para salvar su vida y el municipio se repobló
con conservadores procedentes de Antioquia y de las localidades
vecinas que compraron a bajo precio, invadieron casas y fincas y se
apropiaron de los negocios del pueblo. Al contrario de comunidades
liberales como la de Quinchía, que resistió el embate de los
foráneos, en Santuario la gente dejó el campo abierto a los
violentos y la inmensa mayoría jamás regresó a su pueblo.
La
clase dirigente salió de Santuario y como denunció el jefe
liberal don Alejandro Uribe Botero, tambien emigraron los
empresarios, los lideres culturales y esa sociedad culta y
progresista, fue remplazada por personas extrañas al pueblo, las
más con niveles bajísimos de instrucción.
Un
pueblo con empresas editoriales y periódicos, con el primer colegio
de bachillerato de la banda izquierda del río Cauca, con poetas, con
profesionales de renombre … retrocedió a la época de los labriego
fundadores. Santuario por obra de los violentos se convirtió en un
fortín conservador hasta que el “Capitán Venganza” incursionó
por los campos santuareños y con personas llegadas de Quinchía,
repitió a la inversa lo hecho por los pájaros alzatistas y
fueron, entonces, los conservadores quienes tuvieron que abandonar
vastas zonas del municipio.
El
desprestigio de los partidos ha atenuado la influencia de los
liberales y de los conservadores. Los habitantes de la población no
siguen las banderas de otros tiempos, marchan simplemente al son que
le toquen los oportunistas de turno. Un manto de olvido ha ido
borrando los amargos momentos de mitad del siglo pasado, por eso
conviene recordar y difundir los hechos pasados, para llamar a
reflexión y no repetir los errores pasados.
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