VICENTE GIRALDO GUTIÉRREZ- VIGIG

 
Alfredo Cardona Tobón
                            Semanario editado en la tipografía VIGIG
 
Como la memoria de los pueblos es muy ingrata, de tanto en tanto debemos exaltar la memoria de aquellos que hicieron posible su progreso y bienestar. Esto haremos con Vicente Giraldo Gutiérrez- VIGIG- uno de los mayores empresarios en la historia del Viejo Caldas y especialmente del Quindío.

VIGIG nació en Calarcá el 5 de abril de 1895 y murió víctima de una embolia cerebral en la Clínica Marly de Bogotá el 18 de marzo de 1958. El sepelio se realizó en Armenia, al día siguiente de su deceso, en uno de los actos más sentidos que haya tenido la capital quindiana

VIGIG cursó bachillerato y estudió contabilidad en Manizales , aprobó algunos cursos en los Estados Unidos donde aprendió inglés y algo de francés y de regresó a Colombia se radicó en Armenia donde contrajo matrimonio con María Luisa Tobón, una dama de sociedad que había sido princesa en los carnavales de 1927.

Vicente Giraldo fue un habilsimo negociante y una persona ingeniosa con ideas prácticas que convertía en dinero. Con tesón y disciplina, honradez e inteligencia amasó una gran fortuna que no supieron conservar sus dos hijas ni un hijo que dilapidó el esfuerzo de su padre llevando una vida de magnate petrolero.

VIGIG además de su sagacidad innata contó con el apoyo de Eduardo Arango, un mecánico de gran talento que dio forma a los proyectos del empresario. Los viejos del antiguo Caldas recordamos los artículos producidos por Vicente Giraldo : Es inolvidable el “Caspidosan VIGIG”, un medicamento popular con el cual empezó Vicente Giraldo su emporio industrial. Recordamos el “Afeitol”, una crema para ablandar la barba que se esparcía en la cara con una brocha de pelos antes de la afeitada.

VIGIG incursionó en todos los campos: estableció una fábrica de aceites, otra de velas de parafina, la jabonería con las marcas “La Campana” y “Lavadora”, una industria de chocolate y la famosa “Maizena”. Fue igualmente socio de procesadoras de yeso y de cal en Ibagué y explotó una mina de oro en el municipio de Salento.

No hubo empresa, industria o iniciativa en El Quindío donde este visionario no tuviera participación. En 1949 VIGIG empleaba 176 personas en sus distintos negocios, era un número muy alto en una pequeña ciudad de economía basicamente agrícola.

Vicente Giraldo abrió en Armenia el almacen “VIGIG- El buen gusto “ surtido con mercancía extranjera, materiales de construcción y con herramientas y equipos producidos por la Fundición VIGIG, como arietes de todo tipo, masas de trapiche, despulpadoras y picapastos.

La generosidad y el trato amable de Vicente Giraldo no libraron el almacén de los actos vandálicos del nueve de abril de 1948. Apenas llegó la noticia del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán en la carrera séptima de Bogota, una horda furibunda atacó el almacén VIGIG; rompipio vitrinas, derrrumbó las puertas, saqueó todo lo que encontró y se ensañó con la propiedad de un hombre bueno y noble cuyo pecado era pertenecer al partido conservador.

Pese a los destrozos y las pérdidas Vicente repuso la mercancía y reparó los daños causados por los antisociales e inauguró una sucursal en Bogotá con mayores ofertas que la casa matriz de Armenia.

Además de las actividades enunciadas, el distinguido empresario calarqueño montó la Tipografía VIGIG donde produjo los cuadernos “Gráfica” con rayado normal y cuadriculado. Allí editó las primeras obras de autores quindianos y varias revistas, entre ellas el semanario humorístico “Satanás” dirigido por Alfredo Rosales y el semanario “Mi revista” que empezó a circular el 5 de mayo de 1934. Esta publicación dirigida por Oziel Márquez , fue en su tiempo una de las mejores en su género en el país. Igualmente salió de los linotipos de VIGIG la revista “Deportes Quindío”, como voz de un equipo que vivía su mejor época. Apoyó al equipo en forma tal que en una de las campañas en el exterior, con gran éxito deportivo pero no económico, VIGIG se hizo cargo de los tiquetes aéreos.

La laboriosidad tesón de Vicente Giraldo fueron proverbiales, empezaba la jornada al salir el sol y terminaba a la medianoche. Pese a su dedicación al trabajo sacaba tiempo para servirle al Quindío, fue un hombre civico que participó en todo aquello que ayudara a la comunida, perteneció a la Junta Directiva del Banco del Comercio y del Banco de la República en Armenia; fue miembro del Club de Leones y del Club campestre , socio del Club América y de la Peña Taurina e impulsó la Federación de Comerciantes de Caldas que en 1949 llevó a cabo en Armenia el “Primer Congreso de Comerciantes de Caldas”.

Hombre generoso por excelencia, VIGIG cedió el lote para las instalaciones del Batallón Cisneros en la ciudad de Armenia. Su fama se extendió por toda Colombia, de tal manera que el gobierno nacional le impuso la cruz de Boyacá en tanto que Armenia lo condecoraba con la medalla del Civismo y honraba su memoria con una avenida que lleva su nombre.

En el imaginario colectivo VIGIG fue conocido por su dinamismo industrial y comercial que le ha otorgado un lugar especial entre los denominados prohombres del Quindío. Además de sus inversiones personales, VIGIG se asoció con numerosos ciudadanos para establecer variadas empresas en El Quindío, entre sus socios figuran Octavio Isaza, Juan Jaramillo y Julio Gutiérrez con los cuales incursionó en el ramo de la madera, los oficios exequiales, el comercio y la construcción con la Urbanizadora Armenia.

FUENTES
Josué Carrillo-  jcarrillo@unal.edu.co
-Crónica del Quindío-



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