Pereira, 21 de agosto de 2018
Jaime Lopera Gutiérrez
Estimado amigo:
La relación de un viaje emprendido por
Tulio Arbeláez por el occidente y centro del Viejo Caldas en el año 1912, nos
ha motivado a buscar entre viejos
papeles información sobre Tulio Arbeláez
y su obra, entre la cual se destaca el libro “Campañas del General Cesáreo
Pulido” y de otros héroes liberales que
actuaron en la guerra de los Mil Días.
En buena hora tu inquietud
investigativa nos ha hecho encontrar a Tulio Arbeláez quien reivindica a personajes
cuya memoria debiera iluminarnos en estos tiempos de ludibrio para el
partido liberal con sus banderas enterradas
en el lodo.
Tulio Arbeláez, indudablemente paisa
pero no sabemos de qué parte, no fue literato
ni poeta: fue testigo de una dolorosa
época de Colombia y un viajero acucioso
que plasmó en el papel lo que vio en su camino. En el viaje por Caldas en el año 1912, sus anotaciones nos dan pistas sobre el pasado
de nuestros poblados y en las campañas
del General Pulido y sus compañeros de lucha,
sus escritos se convierten en una picota, en donde quedan colgados los verdugos,
para escarnio perpetuo de las
generaciones honradas, como destaca
Nieto Caballero en la introducción del
libro.
Tulio Arbeláez fue un combatiente que
quiso prestarle a su causa el servicio de enfrentarse a las armas oficiales, en
los días del heroísmo inerme. Participó
en muchas acciones de guerra en las llanuras ardientes del Tolima, en los
páramos de Cundinamarca y a orillas del gran rio de La Magdalena. Tulio Arbeláez
fue en vida lo que sus páginas muestran: un hombre honrado, veraz, justo, cuyo
liberalismo fervoroso no impidió reconocer los actos nobles de los opositores.
Tulio Arbeláez luchó bajo las banderas
del General Cesáreo Pulido, fue su amigo
y secretario y quien juntó los recuerdos para registrar la lucha de un hombre
que sacrificó paz y familia para
combatir un gobierno que tenía sumido al país en el mayor oscurantismo.
La vida de Cesáreo Pulido fue una
lucha sin cuartel contra las inicuas estructuras que sostuvieron la iglesia
católica y el conservatismo. A los trece años de edad este héroe tomó las armas
liberales en la guerra de 1860 al lado
de su padre, bajo el mando de los generales Ángel Céspedes y Manuel Durán, y pese a su edad nada lo arredró en pleno campo de batalla.
Como proveedor del ejército del general Santos Acosta, hace
la campaña de 1876 en defensa del gobierno liberal de Parra; en su ciudad natal
de La Mesa, Cundinamarca sobresale en el ataque a la temida guerrilla
conservadora de “El Mochuelo”; tiempo
después, una bala cruza su mejilla derecha, y una vez cicatrizado sigue
luchando hasta la capitulación enemiga.
Estalla la revolución de los Mil Días.
El 18 de octubre de 1899 Cesáreo Pulido
cuenta con 52 años de edad, una gran barba cana y la cicatriz gloriosa en la
mejilla. Entra en campaña, se desplaza por varios frentes y en todas partes derrocha
osadía y valor.
Al estallar la guerra escapa
milagrosamente de las garras del gobierno;
permanece escondido por varios
días en lo más cerrado de la montaña, hasta que puede salir a organizar una guerrilla con doce de sus
peones y tres compañeros resueltos.
En el Callejón de Guaduas se retrasa de la tropa y lo sorprenden mientras redactaba un parte
sobre la acción de Ambato. Lo llevan
prisionero a la población de El Guamo, de ahí lo conducen a Ibagué y en el
trayecto logra escapar en una mula bajo
el nutrido fuego de los captores. Después
de pasar oculto en unos cerros Cesáreo
Pulido se reincorpora a las guerrillas
liberales.
En la retirada del sitio de La Virginia, lucha cuerpo a cuerpo con las
tropas conservadoras abriéndose paso
como un león. Recibe una herida en el hombro derecho y en el combate de Las Lajas recibe otra en el
mismo hombro, que lo pone en inminente peligro de caer prisionero. En medio del
campo de batalla riega la tierra con sus
lágrimas al dar sepultura a su hijo. Regresa al combate al minuto siguiente, por todo recuerdo queda una cruz
de palo bajo unos caracolies floridos.
En la campaña de los Llanos,
además de sus dotes militares se revela
como un admirable organizador; crea rentas, levanta recursos para el sostenimiento
de la numerosa tropa y hace grandes
negocios de caucho virgen para atender
las necesidades de la guerra.
Cesáreo Pulido combate sin descanso;
sus acciones se multiplican en los llanos y en las sierras del Tolima y Cundinamarca: La
Morada, El Real, Zanjanegra, El Caimán, Matamundo, La Sierra, Ambato, Ilarco, Sibaté, Tibacuy, La
Mesa, Perico, Baraya, Atá, Montefrio,
Cumaca, Alto de la Cruz, Las Peñas, La Florida, El Rucio, Varillas, Las
Lajas, Garzón, La Jagua… que fue su último hecho de armas.
Después de la derrota en la Jagua,
Cesáreo Pulido cae nuevamente prisionero, lo tienen en capilla en Garzón
durante dos días, lo cargan de grillos en Neiva y como yuntas de bueyes, atado
con esposas de hierro, lo llevan al poblado de Purificación. Luego lo recluyen
en el Espinal en fétidos calabozos y el trece de
septiembre de 1902 llevan a Cesáreo Pulido y demás compañeros a
un patíbulo hecho con las mesas y los bancos de la escuela pública.
A los liberales capturados tras el combate de La Jagua los juzgaron como
traidores a la patria y por hacer parte
de una cuadrilla de malhechores. No hubo piedad. Sin defensa legal los pasaron
por las armas y envilecieron su memoria. Sobre este infame crimen cayó una
inmensa sombra. Quisieron disculparlo denigrando de las víctimas, los
presentaron como bandidos, como vulgares malhechores, pero basta leer las
cartas de Pulido, de Calderón y de Chávez donde se expresa la nobleza de sus
sentimientos y la justicia de su causa.
Cuando el liberalismo recupera el
poder, por Ley 49 de 1936, el Congreso
de Colombia rehabilitó y enalteció la memoria
del general Cesáreo Pulido, del general Gabriel M. Calderón y de los jefes Rogelio Chávez,
Anatol Barrios, Benjamín Mañozca, Clímaco Pineda y Germán Martínez, valerosos
soldados de la causa de la democracia.
En otro artículo de la ley firmada por
Alfonso López se exalta la lucha de todos ellos y se ordena erigir un mausoleo donde se depositen los restos de Cesáreo Pulido
y demás compañeros
Alfredo Cardona Tobón
Alfredo Cardona Tobón
Mi bisabuelo fue un verdadero heroe
ResponderEliminarHola si alguien tiene datos de los padres, abuelos, hermanos y datos genealógicos del tatarabuelo General Pulido, les agradezco.
ResponderEliminarHola tengo información de mi Tatarabuelo el General Pulido, me gustaria compartir información, por el interno.
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