UN
CAPITULO DE LA VIDA DE CARLOS ALBERTO GARTNER T.
Alfredo
Cardona Tobón*
Carlos Alberto Gartner Tobón
Por
sus venas corría la rebeldía de David
Cataño, un garrido liberal radical que
levantó en armas al Cantón de Supía y por ellas circulaba la sangre alborotada de los Álvarez, hombres
de lanza y arriería. A los genes caucanos de los Cataño se agregaban los genes paisas de los Álvarez y a
todos ellos se sumaba la sabia vital de
Jorge Gartner Gehrig, un alemán que cansado de los horizontes cerrados de Europa, desafió la inmensidad del océano para sembrar su semilla en las laderas
marmateñas.
Carlos
Alberto nació en Quinchía en el año 1923, pero aunque no olvidó la tierra natal,
sus afectos estuvieron siempre en Santa
Rosa de Cabal, donde fue un raro espécimen
de ideas de avanzada dentro de una comunidad controlada por la Curia.
Este
Gartner Tobón de piel quemada, fue un personaje
que desde pequeño le coqueteó a la plata
sin lograr seducir a la fortuna. “Cucarrón”, como lo llamaba cariñosamente la
mamá Esther, cargó maletas desde la estación del tren, vendió trompos y
cometas, fabricó zancos y carretillas, crió conejos y curies y anunciaba mediante
una bocina la película de estreno o las
telas recién llegadas al negocio de don Ramón Cardona.
En
un doloroso accidente con pólvora, Carlos Alberto perdió una mano, pero ello no
fue un obstáculo para desempeñarse con éxito en la vida. Fue distinto a sus
hermanos, por eso vivió en continua escaramuza
con don Mario, el distinguido notario del pueblo que veía con preocupación el
desinterés de su vástago por los cartones profesionales.
Mientras
la policía de la capital se sumaba a los revoltosos y las emisoras incitaban a
la rebelión, el joven telefonista levantaba los ánimos de los
copartidarios que en ese trágico momento habían dejado de ser
obsecuentes seguidores de los Lleras para convertirse en furibundos
gaitanistas. Cuando el alcalde Elías Restrepo se enteró de la labor del quintacolumnista envió una patrulla
policial para relevar y apresar a Carlos
Alberto quien se botó a la calle y
continuó la labor de agitación entre los liberales.
Al
avanzar la noche la situación ardía en muchos lugares de Colombia: en Pereira
se había conformado una Junta rebelde al
igual que en Barrancabermeja y Armenia, y
en la región los alzados en armas habían
tomado los cuarteles de Santuario
, Balboa y Pijao y ejercían el control en Chinchiná, Circasia, Victoria, Arauca. San
Diego y Victoria.
Mientras Colombia se debatía entre el caos, en
Santa Rosa de Cabal un humilde zapatero de apellido Bermúdez recorría las
calles del pueblo con una botella de aguardiente, gritando vivas al partido
liberal y diciendo a viva voz: “ ¡Mataron a mi papá¡- “Los godos miserables
asesinaron a Gaitán¡.”
La
mala suerte de Bermúdez lo enfrentó con
una patrulla de la policía que sin mediar palabras le asestó dos tiros que acabaron con la vida del pobre borracho.
Apenas
Carlos Alberto conoció la noticia del
asesinato del zapatero recogió el cadáver de Bermúdez y con algunos compañeros lo llevaron a su rancho en las afueras del pueblo.
Alguien cubrió el ataúd con un trapo
rojo y tras una larga noche de insomnio
y llanto, al promediar la mañana el cortejo fúnebre tomó rumbo a la iglesia
para los oficios religiosos, pero no pudieron entrar al templo. El párroco cerró las puertas de la Casa de
Dios pues “no iba a profanarla con el cadáver de un bárbaro”.
El ataúd
siguió su marcha. La gente entreabría los postigos al paso de Bermúdez y los volvían a cerrar como si hubieran visto al
diablo. Por fin el cortejo llegó al “Muladar”, un lugar maldito al lado del cementerio,
donde sepultaban a los suicidas, a los ateos, a los masones y a los condenados
por los ministros de Dios, y Bermúdez volvió a ser parte de la tierra.
Con
tropas frescas del Tolima y Boyacá y con los chulavitas de Boavita, el gobierno de
Ospina Pérez retomó el control del país. Era la hora del castigo y la
venganza y obviamente en Santa Rosa de
Cabal no podía quedar impune la labor subversiva de Carlos Alberto Gartner
Tobón. El alcalde Elías Restrepo ordenó su
captura el 10 de abril sin prever la reacción
del partido Popular de Pereira, que dirigido por un gaitanista, amenazó
con atacar a Santa Rosa, y no dejar piedra sobre piedra, si en el término de unas horas no liberaban al
joven copartidario.
Los
conservadores de Santa Rosa bajo el comando del coronel Lolo Márquez, veterano
de la Guerra de los Mil Días, se prepararon para hacer frente a los pereiranos.
Cuando parecía que la sangre iba a correr a borbotones, el alcalde Restrepo
liberó al detenido. Las fuerzas del
Partido Popular Liberal de Pereira
repasaron el río Otún, en tanto la gente
del coronel Lolo se echaba la bendición y
regresaba feliz a su casa a tomar chocolate con bizcochuelo
Por
su parte Carlos Alberto, atendiendo consejos familiares, viajó exilado a Quinchía donde conformó una célula comunista compuesta , entre otros, por Lalo el domador de caballos, por Suzo el
embolador y Tulia,” la Cucaracha”. Los afiliados eran pocos, pero hacían mucha bulla cuando el primero de mayo desfilaban por las calles de Quinchía con un tambor y una bandera roja con la hoz y el martillo primorosamente bordados
por una tía del joven revolucionario.
En
asocio con Germán Betancourth y una barrita de iconoclastas, el jefe supremo
del comunismo de Quinchía y Guática conformó
la “Escuadra de los Lobos”
que escandalizó a la población con los aullidos a la luz de la luna mientras las serenatas entonadas por “Omar
Patiño” conquistaban el corazón de las quinchieñas..
Los
fiados y los amigos
descapitalizaron el negocio de
abarrotes, entonces con las aguas calmadas, Carlos Alberto Gartner
regresó a Santa Rosa de Cabal, donde
pese a su juventud, alcanzó una curul en el Concejo, bajo las banderas del Movimiento Revolucionario Liberal, MRL, como primer escalón en su aguerrida lucha política. que lo llevó a la Asamblea y a los cuadros directivos del liberalismo risaraldense.
Excelente descripcion e historia de nuestro Gartner y del pueblo.
ResponderEliminarCarlos fue contemporaneo de mi mama: Gemma Gartner