CARTAGENA:
ESCUELA LITERARIA DE GARCÍA MÁRQUEZ
José Miguel Alzate
Fue
Clemente Manuel Zabala el maestro que le enseñó a construir frases ingeniosas,
a adjetivar de manera precisa, a darle remates impactantes a sus textos y a
alcanzar oraciones armoniosas.
Sobre
lo que representó el Grupo de Barranquilla en la formación como novelista de
Gabriel García Márquez se han escrito cualquier cantidad de páginas, casi todas
señalando que el hijo del telegrafista de Aracataca encontró en el sabio
catalán Ramón Vinyes al hombre providencial que habría de encaminarlo hacia el
descubrimiento de William Faulkner. Esta aseveración hizo carrera después de
que, debido al éxito de ‘Cien años de soledad’, el colombianista Jacques Gilard
se dedicara a revisar las columnas publicadas por el novelista en ‘El Heraldo’
para encontrar lo que Vargas Llosa denominó la prehistoria de un estilo. En
honor a la verdad, debe decirse que Cartagena fue tan importante como
Barranquilla en los primeros años de formación del escritor. Las razones las
veremos en este artículo escrito por José Miguel Alzate:
Gabriel
García Márquez llegó a Cartagena días después de haber aterrizado en
Barranquilla en un viejo DC-3 que era utilizado para transporte de tropas. A
los pocos días de haber vivido en Bogotá el 9 de abril de 1948, cuando mataron
a Gaitán, partió del aeropuerto de Techo para la costa Atlántica. En
Barranquilla permaneció unos cuantos días. Con ocho pesos que le quedaban en el
bolsillo, viajó después a Cartagena, en un bus de la Agencia Postal. En el
libro ‘Un ramo de nomeolvides’, Gustavo Arango indica que el 21 de mayo de 1948
el novelista empezó a publicar en El Universal, que había sido fundado dos
meses atrás por Domingo López Escuriaza, una columna periodística. Fue
presentado al director del periódico por Manuel Zapata Olivella.
¿Por
qué razón Cartagena se constituiría en una escuela literaria para García
Márquez? Es fácil explicarlo. Los primeros textos escritos por el autor después
de que Eduardo Zalamea Borda le abre las páginas del ‘Magazín’ de ‘El
Espectador’ para publicar sus cuentos son las columnas que empieza a redactar
para ‘El Universal’. ¿Quién le tiene que dar el visto bueno a esos textos?
Nadie más ni nadie menos que Clemente Manuel Zabala, el jefe de Redacción, un
periodista formado en lecturas exquisitas y que tenía un amplio conocimiento de
libros y autores. Cuenta Héctor Rojas Herazo que Zabala colgaba de un gancho,
detrás de su escritorio, los textos periodísticos que eran sometidos a su
análisis, llenos de observaciones hechas con un lápiz rojo.
Pues
bien, Clemente Manuel Zabala es el periodista que tiene en sus manos la
oportunidad para orientar literariamente a ese muchacho de inteligencia
superior que era García Márquez cuando llegó a Cartagena. En sus primeros
escritos, Zabala descubre su talento literario. Lector juicioso, le hace
observaciones sobre gramática. Y lo va conduciendo, junto con varios de sus
redactores, hacia autores que serían definitivos para pulir un estilo. En ‘El
Universal’ escribían ya Héctor Rojas Herazo, Ramiro de la Espriella, Gustavo
Ibarra Merlano y Donaldo Bossa Herazo. Ellos le enseñaron al escritor
incipiente que era Gabriel García Márquez autores como John Dos Passos, Curzio
Malaparte y John Steinbeck. Y fueron también ellos los primeros lectores de sus
trabajos literarios.
Para
saber lo que significó Cartagena en la formación de nuestro premio nobel, hay
que leer el libro ‘García Márquez en Cartagena’, de Jorge García Usta. Allí se
dice que fueron los escritores cartageneros quienes “habrían encaminado por un
extraño sistema encantatorio, por sugestión vitalista y por lecturas
providenciales, el talento del juvenil escritor”. Fue Clemente Manuel Zabala el
maestro que le enseñó a construir frases ingeniosas, a adjetivar de manera
precisa, a darle remates impactantes a sus textos y a alcanzar oraciones
armoniosas. “El maestro Zabala tenía un lápiz rojo, gracias al cual las notas
malas que yo empezaba a escribir se volvían buenas y poco a poco fui
aprendiendo que nunca debía cometer los errores que él me señalara”, diría años
después García Márquez.
Los
años vividos en Cartagena fueron importantes en la formación del novelista.
Jorge García Usta asegura incluso que fue mayor la influencia de Clemente
Manuel Zabala que la del sabio catalán Ramón Vinyes. Todo porque compartió más
tiempo con el primero que con el segundo. El sabio catalán apenas pudo hacerle
sugerencias literarias durante tres meses. El maestro Zabala lo hizo durante
casi tres años. “Su gloria se debe a ese viejo silencioso que le corrigió sin
descanso las primeras notas, lo introdujo para siempre en el periodismo y le
entregó formas y recursos para escribir”, dice García Usta. Zabala logra sacar
a García Márquez de los devaneos piedracielistas que traía de Zipaquirá,
enseñándole que hay que mantener “el hálito poético en la prosa periodística”.
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