CONFERENCIA DEL DOCTOR ASDRÚABAL GARCÍA EN SESION SOLEMNE DE LA ACADEMIA PEREIRANA DE HISTORIA- AGOSTO 30 DE 2016-
Miembros de la Academia Pereirana de Historia
El desarrollo de Pereira
ha tenido como base las vías de comunicación, la agricultura y el comercio;
la conjunción de esos factores convirtieron la aldea en una ciudad capital que
creció no solamente por el empuje de su
gente sino también por el influjo del
resto de la comarca, cuyos recursos materiales y humanos han fluido
permanentemente hacia la Perla del Otún.
A principios del siglo XX, Pereira estaba por
debajo de Aguadas, Salamina, Riosucio y Pensilvania. Pero esas comunidades no
fueron cruce de caminos, ni en su zona rural hubo empresarios y tampoco fueron
centros comerciales; por eso se estancaron mientras Pereira duplicaba, centuplicaba su
población, y se convertía en el conglomerado más importante del llamadol Eje
Cafetero.
El milagro pereirano empezó a
fines del siglo XIX con el Camino del Privilegio construido por Félix de la
Abadía y se hizo realidad palpable con la navegación por el río Cauca, con el
ferrocarril y las carreteras. El Camino del Privilegio fue el detonante del
desarrollo: con esa vía Pereira se conectó con la frontera antioqueña, aprovechó
el flujo de maíz cacao, cerdos, vacunos, mulas, oro, armas y mercancías y
acercó a los inmigrantes paisas y
caucanos que desbrozaron la selva para convertirla en fundos productivos.
En 1870 Pereira contaba con 623
habitantes, en 1905 con 9.000 vecinos, en
1918 sumaba 24.570 personas y actualmente alberga más de 500.000 vecinos; este es un indicativo del
crecimiento acelerado de la capital del
departamento de Risaralda.
Al
igual que el Camino del Privilegio el ferrocarril
marcó un hito en la historia de la ciudad; a partir de entonces
los cafeteros pereiranos pudieron despachar el grano por Buenaventura sin los enormes
costos de la arriería y pudieron llegar a los mercados de Estados Unidos y de Europa. El tren abrió de par en par las puertas del
progreso y a partir de 1921 inclinó la balanza del poder económico regional a
favor de Pereira .Indudablemente las líneas ferroviarias fueron la columna
vertebral de nuestra economía, a ellas
confluyeron los caminos y se proyectaron
las carreteras y sobre rieles empezó la industrialización pereirana.
En los primeros tiempos,
visionarios hombres de acción como los Marulanda y los Mejía Robledo y la
admirable Sociedad de Mejoras
Públicas clavaron la rosa de los vientos
en esta localidad fundada por un puñado
de labriegos que aunque poco sabían de letras no ignoraban que los caminos son las arterias vitales de los pueblos.
Unos y otros impulsaron la construcción de trochas, caminos y carreteras y comunicaron a
Pereira con Marsella, Santa Rosa, Cartago y Armenia
convirtiendo la ciudad en el
principal eje vial de la comarca..
Al Camino del Privilegio y al
ferrocarril se suma una realización que marcó el destino venturoso de la Capital Cívica de Colombia: fue el
puente Bernardo Arango sobre el rio
Cauca a la altura de La Virginia, fue una obra que dejó atrás la parroquia. El puente Bernardo Arango conectó a Pereira con la troncal de Occidente y la enlazó con
Antioquia y posteriormente con la costa Atlántica. Con este puente se volcó el comercio de una
vasta zona dominada por Manizales, las
recuas que cruzaban el puente del Pintado se convirtieron en camiones que
hacían chirriar las estructuras
del Bernardo Arango en su paso hacia Pereira.
Se podría decir que el Puente
Bernardo Arango fecundó el embrión del
departamento de Risaralda, pues fortificó los lazos de la antigua capital de la
provincia de Robledo con las poblaciones de la vieja provincia caucana de
Marmato que vieron en esta ciudad la hermana mayor, en su forcejeo con las
castas absolutistas entronizadas en Manizales.
El tren había desplazado los vapores que surcaron el río Cauca.
Frente a la casona de Portobelo no volvió a pitar el barco “Mercedes” ni se oyeron los gritos de los bogas negros
que recalaban en los puertos de La Fresneda
y en Carmen de Dosquebradas, todo ello se cambió por los pitazos de los trenes
que corrían paralelos al Cauca o se aferraban a las lomas empinadas que
llevaban a la capital de Caldas. Pero al tren, infortunada y prematuramente, le
llegó la hora final; no por su desempeño sino por los criterios chatos de
algunos dirigentes locales.
Casi de la noche a la mañana
se arruinó el esfuerzo de dos generaciones, los trenes sucumbieron ante el
interés de las trasnacionales petroleras y de los fabricantes de camiones representados en el alto gobierno por
Virgilio Barco, entonces Ministro de Obras del gobierno de Lleras Restrepo..
Con el correr del tiempo el hecho
“heróico” de los levantadores de rieles, se ve
como uno de los grandes errores del parroquialismo local. Al impedir el tráfico ferroviario se privó a la
zona rural pereirana de un transporte barato que hizo posible el
desarrollo de varios corregimientos
donde se cultivaba café, se producía panela y crecían extensos maizales. Fue un
error enorme hoy puesto en evidencia por el Megabus, que al igual que el tren recorre
las calles de Pereira y en forma alguna está frenado su desarrollo. Con la eliminación del tren
se perdió una alternativa de transporte hacia Buenaventura y Medellín
y lo que pudo ser la base del transporte
masivo de la futura conurbanización que
se va extendiendo entre Cartago y Manizales.
Así como los ingleses han
caído en cuenta del garrafal error de salir de la Unión Europea, la alta
dirigencia pereirana muy pronto se retractó de tan tremenda equivocación y se unió a una comisión de Manizales y
Armenia que pedía la reconexión
ferroviaria, pero nada se pudo
hacer pues Virgilio Barco y sus socios sin negarse dieron toda la larga posible a la
reconexión hasta que los nuestros desistieron de puro cansancio.
Pero aún hay más. La incuria y
la ceguera de los planificadores localesfue tanta que cuando el derrumbe de
Chirapotó, en límites con Antioquia, barrió la carrilera, nadie movió un dedo para recuperar la via y
nos quedamos sin un medio de transporte que ahora medio se trata de restablecer.
Luis Jaramillo Walker enseñó a
los pereiranos a cultivar, trillar y exportar el café. En el año de 1912 siete trilladoras
procesaban el grano de exportación y a la sombra de los cafetales se
enriquecieron productores y exportadores, crecieron las artesanías, las fábricas de ropa popular
o ropaza, los servicios públicos y
se monetizó la economía local. Al contrario de la mayoría de los municipios
colonizados por los antioqueños, en Pereira primaron los fundos extensos; fueron
los Castro, Marulanda, Ángel, Walker quienes en los extensas haciendas crearon riqueza
y acumuladores de recursos que se invirtieron en Pereira.
Las pequeñas propiedades de
economía de subsistencia se limitaron a
los repartos de baldíos de la Nación y a los lotes donados por Guillermo
Pereira Gamba. En Pereira las s selvas se convirtieron en maizales, después en
potreros y al fin se transformaron en cafetales y cañaduzales que
ocuparon a miles de campesinos. Al finalizar el siglo XX Pereira fue el primer
productor de café de Colombia y la vereda de Combia la más cafetera a nivel
nacional.
La producción en grande de
maíz y caña junto con el café fue la clave en el desarrollo económico de Pereira,
que hasta muy avanzado el siglo XX se
distinguió por ser la despensa agrícola del centro occidente colombiano.
Las vías y la agricultura sustentaron la primera fase de la
industrialización de esta zona, que en
sus mejores tiempos contó con empresas tan importantes como Molinera Caldas,
Kimberly, Bicicletas El Balín, La Rosa, Paños Omnes, Hilos Cadena, Plásticos
Zenher, Industrias la Macarena, Calzado
Confort, Vidriera Caldas.
De la mano de Gustavo de La
Pava y otros industriales locales apareció la manufactura a domicilio,
se modernizaron los procesos
artesanales para dar paso a Valher,
Gales, Camisas Charles, Cerchez, La Garantía, Jarcano, Don Félix que surtieron el mercado colombiano.
Alfonso Jaramillo, Santiago
Londoño, Oscar Vélez Marulanda, entre otros, dinamizan la ciudad y el
Plan Vallejo con la maquila presentan un vano esplendor que se oscurece
cuando no hay más pedidos del extranjero y los pereiranos no cuentan con el
mercado nacional, arrebatado por los productores de Cali, Bucaramanga y
Medellín.. A esa ingrata coyuntura se suman los altos costos de la energía
eléctrica de la CHEC, para que la prometedora industria local empiece a
declinar.
. El principal proveedor de
mulas y reses de la región, con ferias, hoteles y vías concentra el comercio de la región;
en la crisis de 1930 muchos miran hacia Pereira con esperanza, es cuando se acelera el desplazamiento rural y en
Pereira empiezan a formarse barrios en la zona urbana y caseríos en los campos.
En la época de la República Liberal, entre
1930 y 1946, se larva la violencia
política en Apía y en Belén de Umbría y los los desplazados buscan el alar acogedor de Pereira. Cuando el conservatismo toma el
poder en el año de 1946, la violencia en
el centro occidente colombiano toma ribetes de espanto; miles y miles de refugiados del Occidente y norte del Viejo Caldas, del Norte del Tolima y del Norte del Valle
colman las calles y los caminos de Pereira. Los recién llegados conforman el
barrio Cuba y otros barrios a orillas de los ríos Otún y Consota; en esa dolorosa época solo se
puede pensar un remediar un poco la
miseria de esos compatriotas liberales y conservadores que sufren en Pereira.
Entonces aparece el segundo
milagro pereirano, porque pese a todo la ciudad
encuentra un rumbo y crece en medio de las adversidades: las zonas de
miseria se convierten en barrios con futuro, el aeropuerto de Matecaña conecta
a Pereira con el mundo, las carreteras destapadas se transforman en
dobles calzadas que llevan a Manizales, Armenia y Cartago, aparecen las universidades y los grandes
centros comerciales.
Más de dos millones de compradores del Ärea Metropolitana
y de los municipios aledaños viajan continuamente a Pereira, es una población
que llega a los pequeños almacenes,a las ferreterías, las tiendas y las grandes superficies comerciales.
Su afluencia ha convertido la ciudad en un
gran almacén donde compiten empresas nacionales y trasnacionales como Makro,
Unicentro, Alkosto, Pereira
Plaza, Jumbo, La Arboleda…
Pereira como toda comunidad
adolescente está llena de inquietudes e
interrogantes: El balance es positivo, pero no se pueden olvidar sus graves
problemas. Al cumplir oficialmente los
151 años vemos una ciudad fragmentada social y físicamente, con barrios aislados sin conexión clara entre
los diversos sectores; el tráfico ha
rebasado la movilidad urbana; los servicios
públicos, sobre todo el agua, están en buena parte en poder de empresas
particulares; la corrupción se reparte entre la administración y la empresa
privada; la industria decrece y como un imán Pereira continúa atrayendo miles de personas en busca de oportunidades con la falsa premisa de que Pereira lo tiene todo.
Sin embargo esos aspectos
negativos no deben opacar otros que nos deben llenar de alegría : Hoy Pereira tiene la mayor concentración
universitaria de la región, contamos con la Universidad Tecnológica, la
Libre, la Católica Popular, Antonio
Nariño, Fundación Universitaria del Area Andina, la Cooperativa, la Autónoma de las Américas, EAFIT, Santo
Tomás, ESAP, Uniminuto, Unitecnica. Estas
instituciones de calidad refuerzan el sector de servicios y lo acercan
a una realidad, que marcará nuevas huellas cuando la misma dinámica futurista
cree más trabajo y permita que nuestros jóvenes se queden en la ciudad.
A lo anterior debemos sumar el
incremento del turismo y la conciencia ecológica
que permitirá la conservación de un paisaje que ha sido declarado Patrimonio de
la humanidad. Indudablemente habrá que luchar por el renacimiento de civismo,
la solidaridad ciudadana y la trasparencia
en lo público y privado. Entonces tendremos la Pereira que soñaron los
labriegos de pie al suelo que dieron
vida a la Villa de Robledo y los actuales habitantes de esta ciudad moderna y
progresista..
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