TRAICIÓN Y FUSILAMIENTO
Alfredo Cardona Tobón
Este guerrillero
liberal fue un caudillo popular que luchó contra la clase
dominante panameña que en tiempos de Colombia y
en los tiempos actuales ha velado más por sus intereses que por el
bienestar de los istmeños.
En la guerra de los Mil Días
los liberales ocuparon el 22 de julio de 1900 la colina de Perri´ Hill a una
milla del Puente de Calidonia, una de las entradas a la ciudad de Panamá
reforzada por el gobierno conservador con láminas de acero, rieles y parapetos de piedra y alambre.
Con los batallones Iturralde
y Colunje cedidos de mala gana por el comandante panameño Belisario Torres a
los atacantes liberales iba Victoriano
Lorenzo Troya. Los oficiales advirtieron
sobre las graves dificultades que entrañaba llegar a la ciudad por ese
puente, pero la torpeza castrense y la estrategia suicida de los liberales
sellaron la masacre de los liberales, que caían ola tras ola pasando por encima
de los cadáveres. Allí quedó inmolada la flor de la juventud caucana y panameña
en un asalto sin sentido que marcó la
primera campaña revolucionaria en el istmo.
Después de la derrota
liberal en el Puente de Calidonia,
Victoriano Lorenzo continuó luchando contra las tropas del gobierno conservador
desde su cuartel en la Negrita ( Coclé) ,
desde donde atacó las tropas enemigas.
Con los generales Manuel Antonio Noriega y Manuel Patiño, Victoriano Lorenzo realizó acciones conjuntas en la zona
de Penonomé; en julio de 1901 se apoderó de la población de Santa Fe y en
octubre de este año, en alianza con las tropas de Belisario Porras venció a los conservadores en Puerto Gago.
En tanto que los
conservadores triunfaban en el resto de Colombia, en Panamá el general Tomás
Herrera adelantaba la segunda campaña en
Panamá con huestes caucanas
apoyadas por las guerrillas del Istmo.
Los liberales triunfaron en
Aguadulce y la balanza se equilibró en una guerra en tablas que no parecía
tener fin. Fue un conflicto estancado y
sin vencedores. Por eso los máximos dirigentes liberales conscientes de la
ambición norteamericana y su interés por el canal y ante el malestar creciente
de los panameños que sufrían una guerra
orquestada en el continente, prefirieron
dejar las armas y firmar la paz de Wisconsin el 21 de noviembre de 1902.
El ejército liberal con siete mil efectivos se desmovilizó, pero en la Séptima División
que dirigía Lorenzo en San Carlos hubo un conato de insubordinación, pues no
todos estaban de acuerdo con la rendición.
Intereses de clase e intereses políticos se conjugaron para
acusar a Victoriano Lorenzo del
alzamiento; se le conduce en barco hasta
Panamá y el 25 de diciembre de 1902 se le detiene para levantarle un expediente
en abierta violación a los términos del Tratado de Paz de Wisconsin, que reconocía “ amplia amnistía y completa garantía para
las personas y bienes de los comprometidos con la actual revolución.
Cancelación o anulación inmediata de
todos los juicios o responsabilidades políticas.¨
El trece de mayo de 1903 llegó a Panamá el general Pedro
Sicard Briceño, con la orden de ejecutar a Victoriano Lorenzo bajo la
acusación de la comisión de robos y
asesinaros durante la guerra de los Mil Días; el instigador era Esteban
Huertas, quien orquestó pruebas contra
el caudillo popular y fue juez y parte pues al ser nombrado Presidente del Consejo de Guerra que juzgó al
caudillo panameño.
Se repitió la historia de
almirante Padilla, que por negro, por pobre y por contar con el apoyo del
pueblo, se le escogió como chivo expiatorio en los procesos contra los
conjurados contra Bolívar, pese a que era totalmente inocente de los cargos que
se le formularon.
De los siete testigos
convocados, cinco apenas lo conocían y no eran testigos de los delitos
atribuidos a Victoriano Lorenzo; los
otros dos no le atribuyeron ningún crimen. Ante tal situación se decidió juzgarlo en Consejo de Guerra. A
la una de la tarde del 14 de mayo de
1903 se inició el juicio y al otro día
se dictó su sentencia de muerte.
El 15 de mayo de 1903 el
sacerdote Bernardino de la Concepción de la orden de los Agustinos Recoletos,
confesó al “Cholo guerrillero”, lo abrazó y le puso un crucifijo en el pecho.
Dicen que al salir de las mazmorras, vestido de un modesto traje de dril caminó hasta el patíbulo
custodiado ´por un grupo de soldados listos a apretar el gatillo si osaba
escapar o rebelarse al fusilamiento.
El ambiente era de dolor y temor, la muchedumbre
recordaba la consigna del coronel Sotomayor en octubre de 1900 de “Cholo preso, cholo ejecutado”.
Victoriano fue un chivo
expiatorio, fue una señal de los “godos” del interior y del istmo, para dejar
en claro que habían triunfado y ese era el destino de quienes pretendieran
levantarse de nuevo contra el régimen.
Al igual que con el almirante Prudencio Padilla, fue un hombre humilde,
un hombre del pueblo la victima
escogida.
Unos tablones clavados a la
carrera fueron el paredón y en vez de ejecutarlo de pie lo sentaron amarrado en
un taburete; en ese trono de la muerte
le vendaron los ojos mientras los
verdugos alistaban los fusiles; la muchedumbre apesadumbrada observaba el cruel
espectáculo; Victoriano gritó: “ A todos
los perdono, yo muero como murió Jesucristo”.
El pelotón levantó los
fusiles buscando el corazón de la
víctima. Se escuchó la primera descarga, resonó un grito y el plomo asesinó
hizo volar el alma del combatiente valeroso cuyo delito solo fue amar la
libertad y el honor de su gente.
Su sangre empapó el suelo
panameño, la gente se dispersó y como si fuera cualquier cosa los homicidas
tiraron el cuerpo de Victoriano Lorenzo en una inmunda carreta y lo pasearon
por la calle principal de la ciudad de Panamá.
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