SAQUEN TODO MENOS AL
DIABLO”
Recuperación de la
Casa del Maestro de Riosucio,
legado testamentario
de don Hugo Gartner.
LUIS CAICEDO
En
los años ochenta los maestros de Riosucio, como los del resto del país,
realizaron varios paros para exigir el pago de la nómina, porque a veces el
sueldo se demoraba hasta seis meses en llegar.
Uno
de esos paros por prestaciones económicas del magisterio tuvo en Riosucio una reivindicación
adicional: Recuperar la “Casa del Maestro”, que el señor Hugo Gartner Macías había
legado ad aeternum en su testamento
de 1940 a la Instrucción Pública para vivienda de los maestros (varones) de la
escuela de la localidad, pero que cuarenta años después el Municipio se había
apoderado de ella, convirtiéndola en el cuarto de reblujo de la Alcaldía,
adonde iban a parar desde los muebles de oficina sacados del inventario hasta
la venerable estatua del Diablo del último Carnaval, pasando por botellas,
tejas de zinc, bultos de cemento, rollos de alambre de púas, mangueras para
acueductos, talonarios de rentas en desuso y demás chécheres a los que no se
les hallaba puesto en la casa de gobierno. La edificación, por cierto, estaba
en deplorables condiciones locativas sin que le cupiera al techo un hueco más,
por donde las aguas lluvias pasaban sin pagar peaje y tenían el piso convertido
en un humedal.
La
manifestación tuvo escenas de gran dramatismo. Una de las maestras se plantó en
solitario, cual el joven chino de la Plaza Tianamen en Pekín, frente a la
desvencijada puerta de la susodicha casa con el consabido cartel hecho en
cartulina, elaborado en el taller de propaganda en que estaba trasformada la
Normal Superior Sagrado Corazón por esos días, con la leyenda: “¡Exigimos la
restitución de esta casa para los maestros!”, y allí se mantuvo de pie, estoica
y en silencio esta docente, pese a que enfrente de ella se cuadró un pelotón de
policías con los fusiles apuntando a su humanidad. Pero entonces, sobreponiéndose
a la tensión del ambiente, otra de las maestras extrajo no se sabe de dónde el
testamento del señor Hugo Gartner, documento que probaba la propiedad de los
profesores sobre este inmueble y sobre otro destinado para las mujeres maestras,
y con asertiva voz de decreto procedió a darle lectura, con tan razonable contundencia
que los policías fueron retrocediendo, hasta dar vuelta atrás y regresar a la
estación.
En
retirada la fuerza pública, otra de las manifestantes levantó una de las latas
que servían de puerta a la Casa del Maestro para introducirse al interior, y detrás
de ella el magisterio riosuceño en pleno se volcó adentro para tomar posesión
del local. En medio del revuelo, uno de los profesores lanzó por consigna una
frase que en cualquier otro lugar del país y del mundo habría hecho persignarse
a más de una persona, pero que en Riosucio era apenas una medida elemental de
protección del patrimonio cultural del pueblo: “¡Saquen todo menos al Diablo!”.
Desde
entonces la Casa del Maestro regresó a sus legatarios, quienes con su propio
esfuerzo levantaron de las ruinas la casa de Hugo Gartner hasta convertirla en
la importante institución que es hoy.
Luis
Javier Caicedo
Riosucio,
Caldas, 10 de mayo de 2016
TESTAMENTO DEL SEÑOR
HUGO GARTNER
Fuente:
Archivo Municipal de Riosucio. Libro Personería Municipal Riosucio Caldas.
Escrituras Municipales. Tomo I. Copia del original expedida el 20 de febrero de
1925[1]
TESTAMENTO.
HUGO GARTNER, mayor y vecino de Riosucio, Caldas, ciudadano colombiano, nacido
en [ilegible], entonces del Departamento del Cauca, el día cuatro de diciembre
de 1877, hijo de los padres legítimos JORGE GARTNER G. y LAURA MACÍAS S.,
hallándome en mi entero y cabal juicio y [pudiendo] otorgar mi testamento o
última voluntad, lo hago en los términos de las cláusulas siguientes:
Primero:
Soy cristiano, por ser el Cristianismo en mi sentir la más alta expresión de
democracia y la magna doctrina de igualdad, y de consiguiente he sido liberal
irrestricto, enemigo de prácticas hipócritas y de manifestaciones insinceras
religiosas, no habiéndome [pertenecido] nunca a culto ninguno externo.
Segundo:
Como no tengo ascendientes ni descendientes [y] consiguientemente puedo
disponer libremente de mis bienes, es mi voluntad y así lo ordeno, que [particularmente]
ningún miembro de la familia GARTNER intervenga en lo más mínimo en mis
disposiciones por haberme ellos repudiado y ultrajado públicamente,
calumniándome, en las postrimerías de mi anciano padre, propalando la especie
infame de que yo apaleaba a mi padre indefenso en su lecho de enfermo, cosa
inaudita e inexacta, nacida sólo en el corazón de gentes ruines, por lo cual
dejo mi eterna protesta.
Tercero:
los pocos bienes que poseo, los distribuyo en la forma siguiente: La casa en
que vivo y adquirida por mi padre en la escritura 585 de 15 de noviembre de
1927, la doy como legado a la Instrucción Pública, para que sea siempre
destinada a ser habitada por el maestro de escuela superior o en su defecto de
uno de los que se ocupen en la enseñanza pública, no pudiendo en ningún caso
disponer de ella para ningún otro menester, [ni] en el caso de
ser cerradas las escuelas, en cuyo caso pertenecerá siempre al Ministerio de Educación,
pero exclusivamente para el fin indicado.- En caso de incendio o destrucción
del edificio por cualesquiera motivos, el terreno donde se halla ubicada será
siempre de [su] pertenencia y destinado para edificar, con el
mismo objeto.- Ni el ministro ni autoridad [alguna] podrán en
ningún caso darle otro oficio que el antes anunciado[2].-
Quedan también [adjuntos] a dicho inmueble: Una mesita con una colección
completa de la Biblioteca “Samper Ortega”, 100 volúmenes, que servirán para los
mismos maestros, procurando conservarla en buen estado, los taburetes y sillas
y un escritorio y un catre con colchón que hay en uno de los [cuartos] interiores,
un escaparate y una de las mesitas de noche.- El resto de muebles y enseres de
toda laya, los doy sin excepción a la señorita ANA CANO. Una máquina de
escribir y su mesa correspondiente, también la dejo a la expresada señorita. Un
aparato de radio y su mesa correspondiente, será para la señorita JUANA B. CANO,
como también el parlante que le está conectado. Un Cristo y un reloj eléctrico
de pared, al doctor LORENZO BETANCUR G. El menaje de cocina, [platos], etc., a ANITA
CANO.- Toda la herramienta, útiles de relojería, material eléctrico, etc.,
[ilegible] al señor DOMINGO CANO B., incluyendo una forma o soplador (forja y
tarraja). La ropa de cama, usada y sin usar, para la señorita ANA CANO, quien
hará la distribución que estime conveniente.- Todos mis papeles, tras de una
revisión que suplico haga el doctor L. A. BETANCUR, para que extraiga de ellos
alguna cosa que crea útil, quiero que sean quemados, lo mismo que los sellos de
caucho que no sirvan para nada, así como las fotografías y retratos, que no
quiero que en el porvenir vayan a servir de ridículo, sacando los marcos y
esqueletos, deben quemarse totalmente.
Cuarto:
La casa que adquirí por escritura número 132 de 9 de abril de 1937 y que han
ocupado las señoritas CANO, seguirán ocupándola por todo el tiempo que vivan y
sólo cuando ambas hayan desaparecido, quedará de propiedad del Ministerio de
Educación para ser ocupada por una maestra, en las mismas condiciones
establecidas para el maestro en la cláusula anterior.
Quinto:
Las cuatro acciones de veinticuatroava que poseo en la trilladora “La
Victoria”, [que] me sonsacaron la trilladora, con falsas promesas que nunca
cumplieron los dos pelafustanes de OLIMPO MORALES y JESÚS CUESTA C., por un
precio ridículo que extrajeron de los mismos productos de la empresa,
pagándomelos cuando les vino en gana, los dejo para el Hospital de Caridad de
Riosucio[3], advirtiendo que se
puede intentar una demanda de rescisión de tal venta por lesión enorme hasta el
primero de julio de 1940 o después, si la ley lo permite.- Dejo [así mismo]
legado al hospital, las cuatro acciones dichas y su producto, con el derecho a
[ilegible] la trilla y seca del café en las condiciones que determina la
escritura de venta [. La] deuda del Municipio, que son CATORCE MIL PESOS
(14.000.oo)[4] y los intereses no [pagados
conforme] a una cuenta que figura en uno de los libros[5], la dejo con todos
sus derechos a las señoritas CANOS, ANA y JUANA CANO B., como pago por sus
ingentes servicios durante mi enfermedad y aislamiento y para que una vez
conseguido el pago de dicha deuda, el capital sea invertido en cédulas del
Banco Hipotecario, para que disfruten de sus réditos hasta la muerte de [las
dichas], no permitiendo que se le dé otra destinación y que no puedan
enajenarla en ningún caso. A la terminación de este mandato, esto es, a la
muerte de ambas, ese dinero pasará a ser propiedad del Hospital de Neira,
Caldas, población en donde vio la primera luz mi madre y como un recuerdo
suyo.- Si al tiempo de mi muerte aún existe un reloj de oro de repetición, lo
dejo a mi ahijado DANIEL LONDOÑO GÓMEZ, hijo de mi compadre ELÍAS LONDOÑO P. El
reloj de mesa y campana que ha estado en la salita de mi casita con su consola,
es para don DOMINGO CANO.
Séptimo:
[Quisiera] ser enterrado en el Cementerio Laico de Pereira[6], a cuyo efecto dejo
para pagar el traslado y pago del sitio allá, unos pesos que quedan con este
testamento en el cajón de mi escaparate y cuya llave dejo bajo cubierta para
que sea abierto por el señor Notario únicamente para dar cumplimiento a las
determinaciones del presente testamento.
Octavo:
Advierto que no tengo deuda alguna contraída y que un documento que obra en
poder del señor VICENTE GARCÉS, DE LA CUESTA, es nulo, porque no habiéndoles
podido comprar la parte suya, hace largo tiempo que le puse en posesión de ella
y le aboné cantidades suficientes para el pago de intereses [de] pequeños
préstamos.- Toda actuación de su parte la declaro absolutamente nula, ya que
como [puede] atestiguarlo JESÚS CUESTA, el señor VICENTE GARCÉS ha venido
recibiendo su participación [y] ha podido y puede disponer libremente de la
tercera parte que tiene en la trilladora.
[Muero]
haciendo votos por el continuo triunfo del liberalismo, al que consagré los
mejores años de mi vida y toda mi decisión, tanto en la paz como en la guerra.-
Si en mi carácter de veterano de la última guerra se cumpliere la recompensa
prometida (todos mis documentos [reposan] en la junta de escalafón), su valor
lo obsequio al fondo liberal del partido.
No
llevo a la tumba sino malos recuerdos, si ellos existen allá, de Riosucio, en
donde para desgracia me tocó vivir los últimos tristes días, y el rencor contra
los que abusaron de mi enfermedad, para quedarse por unos pesos con la mayor
parte de mi patrimonio, con falsas [promesas], sobre todo Chucho Cuesta, que se
deleitó abusando de mi situación, Maldito sea.
Tengo
la satisfacción íntima de no haberle hecho mal a nadie o si en ocasiones he sido
amargo [en] mis críticas, que me ha asistido la razón y la justicia. Firmo el
presente en Riosucio [a] nueve de octubre de mil novecientos cuarenta.
HUGO
GARTNER
Cédula
Número 297998.
Nota
escrita a mano en el original: Escritura Nº 119 de febrero 26 de 1943;
registrada marzo 3 de 1943, en el libro 2º, folio 35, partida Nº 12. Y en marzo
24 de 1943, en el libro 2º, folio 41, Nº 16.
[1]El texto
original se ha organizado en párrafos y se le han agregado los resaltados, para
su mejor comprensión. Entre corchetes [ ] van palabras que son ilegibles en el
texto debido a que la fotografía que se tuvo a mano no captó bien uno de los
bordes del documento.
[2]El Concejo
Municipal de Riosucio exoneró este inmueble del pago de impuesto predial
mediante el Acuerdo N° 250 de 1911. Así “se hizo justicia con un bien inmueble
donado al magisterio riosuceño por el filántropo Sr. Hugo Gartner, el que presta invaluables
servicios a la ciudad” (Concejo Municipal. Informe de labores 2011. Directiva:
Luis Eduardo Lasso Arenas, Halmer Nelson Morales Suárez y Rubén Darío Giraldo
Trejos).
[3]
Se trata
del para entonces recién construido Hospital San Juan de Dios, que estaba
ubicado en la Avenida El Ciprés. Fue demolido en los años 1960 y en ese terreno
se levanta hoy la Casa de Justicia.
[5]
Esta deuda
fue aprobada en su momento por el Concejo Municipal de Riosucio mediante el
Acuerdo N° 72 de 1937, cuya copia se localiza en el Archivo Departamental
(Edificio de Rentas, adyacente a la Gobernación de Caldas, Manizales), por el
cual se aprueba un contrato de empréstito privado entre el personero municipal,
LEON S. BETANCUR H., y el señor HUGO GARTNER, cuya cláusula primera dice: “El
Municipio se reconoce como deudor del señor Hugo Gartner, por la suma de DIEZ Y
SIETE MIL PESOS MONEDA LEGAL ($ 17.000,oo), como valor de quince bonos o vales
del acueducto de Riosucio que el señor Gartner posee (…)”. El Municipio se
comprometió a pagarle al acreedor la primera cuota de contado ($ 3.000), y los
otros $ 14.000 en cuotas mensuales de $ 150.000 y $ 200.000. Al parecer, según
el testamento, para 1940 sólo se habían pagado los $ 3.000 iniciales.
[6]
H. Gartner
había pronunciado una oración fúnebre en este cementerio en el aniversario de
la muerte del líder socialista Clímaco Jaramillo cerca de 1927 (http://www.revistas.unal.edu.co/index.php/hisysoc/article/view/41916/47823#30).
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