EL PROTOTIPO DEL EMPRENDEDOR QUINDIANO-
Tomás Calderón- Mauricio –Periódico La Patria- abril 5 de 1944-
Desde el terraplén
de “La Marina”, que será un elegante barrio residencial con el nombre
de Alcázar, vemos a lo lejos una torre bizantina.
- ¿Qué
es aquello?-
- Es
el castillo de Getsemaní de Domingo
Quintero-
- Es
la obra de un hombre extraordinario que hizo un templo en su casa con
adherencias de una fábrica de café y de jabón.
El púlpito y el altar tienen enchapados de oro y plata, oro del más fino
y plata suntuosa.
El automóvil se detiene
después frente al singular edificio. Es
casa de familia, fábrica y templo a la vez. Con más de seis estilos: el gótico
se mezcla con el romántico, el bizantino al español colonial, el
renacimiento al barroco y plateresco.
Don Domingo sale a nuestro
encuentro. Entren señores, esto está muy revolcado exclama, al subir las
escaleras
Es moreno, de poca estatura y pelo duro. Dijérase un descendiente de
Quimbaya poseído del ancestro aborigen
de una tribu que hubiera pasado la vida modelando guacas. Lleva el
sombrero puesto, pero no parece que lo llevara en la cabeza, es como si lo
colgara de un clavo, le sobra por todas
partes
Al llegar al último tramo de
la escalera una claraboya deja ver allá, en el interior, en el primer
piso, el altar de la capillas, el
púlpito con enormes medallones de oro y dentro de una hornacina, en forma de
palio quiteño, el Señor Caído frente al
cual se celebra la misa.
- Esto
es lo que yo quería- dijo este industrial llegado de Antioquia hace muchos años
bajo el imperio de la ventura, tener un templo en casa y oir la misa aquí
mismo.
- Después
de conocer las habitaciones que están sobre la fábrica, en las cuales ha puesto don Domingo un lujo
que responde a su concepto caótico del arte y de los estilos, subimos a la
terraza.
-
- -
Dese aquí se ven muchos pueblos- nos
dice- Quimbaya, Caicedonia, Zarzal y otros más. Esta vista es maravillosa.
- En
el ábside , bajo la cúpula bizantina,
tiene don Domingo una fábrica de llantas. Es el único hombre en Colombia
que las está fabricando. Su taller es exótico, huele a caucho. Las llantas van
montadas en un eje caliente de su propia invención.
-
- -
Esto por dentro es de palo- nos dice-
Después se destroza todo esto y queda la llanta, no ve usted?- La marca
es Esmeralda.
-
- Nadie
entiende esta fabricación es como cosa de brujería. El mismo don
Domingo se ríe un poco de su invención.
-
- Bueno
como el pan, Quintero ha dedicado mucha parte
de su capital a servir a la Iglesia. Regala campanas, atiende
Salas-cunas, pone cada día más adornos a su capilla que puede ser un revoltijo de arte oloroso a
café, a velas su fábrica se incorpora al aroma del incienso.
-
- -¿Quien
hizo el plano de todo esto?
- No
hubo planos responde- lo hice a ojo.
Don Domingo es un práctico, un honrado y laborioso trabajador y como gusta
del colorido y lo vistoso, optó un día por bautizar a cada uno de sus productos
con el nombre de Esmeralda, que retrata su ambición y su esperanza.
Su lecho queda cerca del
sitio desde donde puede oir la misa, en el último piso de la casa donde también
tiene una pieza especial que alojó a Monseñor Gonzalez. En algunas procesiones
don Domingo porta el estandarte con su anillo encima de los guantes.
-“Espérame esta tarde en tu
jabonería. Domingo, hubiera dicho Jesús
si se hubiera topado con el quindiano
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