EL NAUFRAGIO EN LA ISLA DE GORGONA
Alfredo Cardona Tobón*
A San Francisco Solano se le conoce como el “Taumaturgo del Nuevo Mundo” por la
cantidad de milagros y prodigios que se le atribuyen en tierra americana. Este
español nacido el 10 de marzo de
1549 en Montilla, Córdoba, fue uno de
los grandes doctrineros, es el patrono de la música y como San Francisco de
Asís fue un devoto amigo y protector de los animales.
En 1589 el rey Felipe II
solicitó el envío de misioneros franciscanos a las tierras recién descubiertas
de América y Francisco Solano, que ocupaba el
puesto de Maestro de Novicios en Arruzafa, España, se embarcó en febrero
de 1589 en San Lucar de Barrameda con
una gran expedición de 36 embarcaciones, 300 infantes y 70 misioneros.
Francisco Solano tocó tierra
allende el Atlántico en la isla Dominica y llegó
a Cartagena el siete de mayo de 1589.
Luego viajó a Portobelo, atravesó las
mortíferas tierras del istmo y en las
aguas del océano Pacífico tomó rumbo
hacia el Callao en el virreinato del Perú, con la intención de continuar el
recorrido hacia el Rio de la Plata.
EL NAUFRAGIO
Cerca de la isla de Gorgona
se levantó una violenta tempestad en horas de la noche del mes de septiembre de
1589; la embarcación zarandeada por las olas encalló en unos bajíos y se abrió
por varias partes. Algunos lograron ponerse a salvo en un bote que los llevó a
la costa de Gorgona, pero Francisco Solano prefirió quedarse en el navío averiado
con varios tripulantes y ochenta negros
bozales cautivos en la sentina del
barco.
Francisco Solano llevó
consuelo y fortaleza a sus compañeros de tragedia y bautizó a los
infelices africanos que sin saber cuándo
ni cómo entraron al mundo de los cristianos
y vieron abiertas las puertas del cielo.
El viento huracanado
continuó azotando al navío encallado y un golpe de agua lo abrió en dos partes
por el palo mayor; una de las mitades se hundió
y la otra, donde estaba el misionero, continuó flotando en medio de las
olas enfurecidas. Pasaron tres días de indecible angustia y como lo había predicho el sacerdote, al fin regresó el bote
salvavidas y llevó a los sobrevivientes a la costa de la
Gorgona.
El 24 de diciembre
sorprendió a los náufragos en la pequeña
isla de Gorgona. Se sostuvieron con cangrejos, culebras y los peces que
milagrosamente llegaban a unas redes improvisadas por Francisco Solano .También
se alimentaban con unas pocas frutas que los marinos consideraban venenosas,
pero que al ser bendecidas por el fraile franciscano, se convertían en
deliciosos manjares.
Pasaron unos tres meses
y un galeón llegó a la Gorgona a
aprovisionarse de agua, el barco los recogió y
llevó a los exhaustos náufragos hasta el puerto del Callao en la costa
peruana.
CON UN RAVEL Y UN CRUCIFIJO
Francisco Solano atravesó
los Andes y por Potosí se desplazó hacia
el Río de la Plata. Con un instrumento llamado ravel, semejante a un violín con una sola acuerda templada, y la compañía de un crucifijo, Francisco
Solano extendió su ministerio por Santa
Fe, Córdoba, Santiago del Estero y
Tucumán.
Son innumerables los
prodigios atribuidos a Solano; se dice que en Talavera hizo brotar agua de unas peñas, se habla de la resurrección de un niño
indígena en un sitio de La Rioja y que en cierta ocasión cruzó el caudaloso Rio
Hondo flotando sobre su manto.
Tenía una habilidad especial
para imponer la paz; bastaba que llegara adonde había pelea para que finalizara
la trifulca, lo cual se vio el jueves Santo de 1593. Dice la leyenda que ese día
numerosos diaguitas invadieron el
poblado de La Rioja con la intención da arrasarlo; entonces el fraile
franciscano les salió al encuentro con su ravel y en una lengua que todos
entendieron, así hablaran distintos dialectos, los convenció de irse en paz y
conmemorar piadosamente ese día tan especial en los fastos cristianos.
San Francisco Solano aprendió
las lenguas indígenas con pasmosa facilidad y en su dialecto y al son de la
música del ravel los ilustraba en la fe cristiana, conquistando de paso sus
corazones. Al igual que con los hombres, el piadoso sacerdote se comunicaba con
los animales. Se cuenta que en el poblado de San Miguel en
Tucumán, un fiero toro se escapó de un corral y embistió a cuanta persona se
cruzaba en su camino; el misionero se acercó al bravo animal y le habló en voz baja. El toro bajó la testuz, el
sacerdote pasó por su cuello el cordón del hábito y como una mansa oveja lo llevó
nuevamente al corral.
Un día un notable n
encomendero invitó a su casa al santo fraile franciscano, en el momento de
partir el pan vio que manaban gotas de sangre; Francisco Solano se levantó inmediatamente
diciendo que no ocupaba la mesa de un
hombre que había amasado su riqueza a costa de la sangre de los humildes.
El Papa Benedicto XIII canonizó a San Francisco Solano en el año 172I y las ciudades de Panamá y de Cartagena lo
tienen como el santo Patrono. En Calarcá, Quindío, Fray Samuel Botero Restrepo, tres de febrero
de 1950 fundó un colegio en memoria del taumaturgo.
Este notable hombre de Dios
murió el 14 de julio de 1610 en Lima y su cuerpo reposa en la catedral de la
ciudad al lado de San Toribio de Magrovejo. El entierro del santo fue
apoteósico, asistió desde el virrey hasta el indio más humilde.
Todo en la vida de Francisco
Solano fue un rosario de hechos extraordinarios: en el momento de dejar el mundo su humilde cuarto se
iluminó y un extraño toque de campanas rompió
el silencio del convento de Loreto en Sevilla, donde el Taumaturgo del Nuevo Mundo estudió y
recibió la sagrada orden sacerdotal.
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