Alfredo Cardona
Tobón *
Una de las vías
principales de Manizales lleva el nombre de La Esponsión y esa palabra que
significa armisticio quedó grabada indeleblemente en la historia de la ciudad.
Pero la Esponsión,
al fin de cuentas, solo es una palabra rara que nada significó fuera del sacrificio de centenares de jóvenes
caucanos y antioqueños que se enfrentaron en las lomas de la ciudad fronteriza
por capricho de un general soberbio, que jugó con la vida de los colombianos.
Los caucanos no
pudieron entrar a Manizales el 28 de agosto de 1860 y los antioqueños tampoco
doblegaron a los atacantes. Quedaron en tablas militarmente y en prospectiva
fue un combate que favoreció a Mosquera, pues la pasividad de los generales
antioqueños amigos de la defensiva, le permitió retirarse con su maltrecho
ejército.
Fue una marcha
triste y dolorosa sin la música de la banda que acompañaba al general Mosquera, con los
numerosos heridos sin atención médica que iba dejando en el camino a merced de
la caridad de los paisanos y con las numerosas deserciones de combatientes
obligados a pelear en una guerra donde solo los alentaba la promesa del
pillaje.
En San Francisco,
en Santa Rosa, en Cartagoviejo, en Furatena... quedaron las juanas al lado del hijo, del esposo o del amante
agonizante y oscuros voluntarios arrastrando muñones sangrantes, por donde poco
a poco se les escapaba la vida, sin el
consuelo de un ser querido en esa tierra ajena.
Todo ese
sufrimiento había sido en vano. Al ver que era imposible franquear las defensas
manizaleñas el general Tomás Cipriano de
Mosquera firmó un armisticio o esponsión, que le permitía retirarse sin ser hostilizado,
donde se comprometió a reintegrar el Estado del Cauca a la Unión Granadina y
cesar toda hostilidad contra el gobierno de Mariano Ospina Rodríguez.
Los antioqueños
hubieran podido pasar de la defensiva a la ofensiva y acabar de una vez con las
tropas de Mosquera, pero prefirieron negociar
para evitar más muertes lo que fue un error, pues con esa oportunidad
que dieron a Mosquera se prolongó la guerra, los caucanos tomaron el poder y
los hogares antioqueños se llenaron de luto.
El gobierno central no ratificó la Esponsión y
Mosquera libre de compromisos se abrió
paso por el páramo de Guanacas, dispersó a cañonazos a la tropa conservadora
que guardaba el río Magdalena en el recodo de la Barrigona, entró triunfante a
Bogotá y derrocó al presidente Ospina
Rodríguez.
Después de la
Esponsión y la caída del régimen de
Ospina Rodríguez, las guerrillas conservadora continuaron la lucha contra
Mosquera en Cundinamarca y Pasto, y las columnas antioqueña penetraron hasta el corazón del Valle del Cauca
plantando sus banderas en "Las Hojas" y "Cristales".
Mosquera entró a Manizales y encontró una
ciudad desierta. Las familias dejaron sus casas ante el temor o como rechazo a
los invasores. Mosquera fijó empréstitos forzosos, indemnizaciones por gastos de guerra y dejó
al frente de Antioquia a Don Antonio Mendoza, un anciano respetable pero débil
que pronto fue reemplazado por el joven y belicoso Pascual Bravo.
A la derrota paisa
se sumó la persecución religiosa: los liberales radicales desterraron al obispo
Riaño, exclaustraron a las monjas carmelitas para arrebatarles sus bienes y
enviaron al exilio, a los cuarteles o a la cárcel, a los
sacerdotes que se opusieron al nuevo régimen.
La Esponsión en realidad no significó nada, es un nombre que solo conocen los
manizaleños y que en vez de valor
significa ingenuidad y falta de pantalones de los dirigentes conservadores de
entonces. Sin la Esponsión firmada por los antioqueños, es
posible que Colombia hubiera evitado los años de guerra que siguieron hasta
1885 y el rumbo del país habría sido distinto, quizás más clerical, quizás más
godo, pero sin lo ríos de sangre que anegaron a todas sus regiones.
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Excelente nota.
ResponderEliminarPor cierto, quería preguntarle al autor si puede mencionar las fuentes primarias.
Gracias