Alfredo Cardona
Tobón*
Cada zona
colombiana tiene su propia historia de violencia; es un mal que repiten
comparsas con la misma letra y actores diferentes con tonadas a cual más deprimente y lúgubre.
En la región del antiguo cantón de
Marmato, cuya capital fue Riosucio, han confluido todos los tipos de
violencia: la usurpación de las tierras
de los indígenas, el desconocimiento de derechos mineros, la polarización
partidista, los desplazamientos forzados, el sicariato y el narcotráfico. Está allí
condensada nuestra triste historia que se repite, pues poco han variado las
condiciones que han dado como resultado esa danza macabra.
EL ESTADO ENEMIGO
En el papel los
reyes españoles y la iglesia católica trataron de proteger al indígena. La
realidad fue otra pues las leyes se acataban pero no se cumplían y las enormes
distancias cubrían con la impunidad todas las iniquidades de los conquistadores, de los encomenderos y de los criollos que usufructuaban el poder.
Al llegar la
república se acentuó la injusticia; el gobierno se puso al lado de los
latifundistas, de los políticos y militares
quienes arrebataron las mejores tierras de los resguardos y convirtieron
la gleba indígena y a los negros libertos en carne de cañón y en peones
sometidos a los arbitrios de los poderosos.
.
El Estado fue un cobrador de impuestos y el
reclutador en la guerras civiles, sus
guardas destrozaban los alambiques de
aguardiente y decomisaban el tabaco pero no generaba trabajo; la policía
oficial, entre tanto, no garantizaba la vida y los bienes pero era la enemiga de quienes se
oponían al régimen dominante.. Es explicable, pues, que el campesino indígena o
mestizo , haya visto en el Estado como un enemigo y se haya unido a las bandas
irregulares en todas las épocas republicanas.
LOS PARTIDOS
POLÍTICOS EN NUESTRA REGIÓN
No se sabe cuál de
los dos partidos tradicional, el liberal y el conservador, ha hecho más daño al país.; es posible que sus
postulados y filosofía sean nobles y patrióticos, pero sus máximos dirigentes
políticos , por acción o por omisión, sólo
contribuyeron a llevar desolación y ruina.
Para mantener la
hegemonía en el norte de la provincia del Cauca en las últimas décadas del siglo XIX, Clemente Díaz y otros jefes conservadores de
Riosucio apoyaron la invasión antioqueña al Resguardo de Guática y a las bandas de forajidos que desplazaron a los
nativos; por otro lado la contraparte liberal de Cartago, animó a los marmateños
y quinchieños para que asolaran los campos de los municipios vecinos durante las guerras del siglo diecinueve entre liberales y conservadores, entre los mismo liberales y entre los estados de Antioquia y el Cauca..
Desde los primeros tiempos de la República la Iglesia Católica
fue una aliada del conservatismo, los sacerdotes bendijeron las banderas de los
alzados en armas en las aldeas del cantón de Marmato en 1875 y negaron el
bautismo a los hijos de los liberales en los años anteriores y posteriores a la
cruel guerra de los Mil Días. En 1930 al caer el gobierno conservador y tomar el
control el liberalismo los llamados curas guapos se
opusieron al cambio de gobierno; durante
el período del presidente Olaya Herrera ,el párroco de Belén de Umbría, polarizó
los ánimos de los feligreses que terminaron por enfrentarse en el atrio de la
iglesia; lo mismo sucedió con el pastor de almas de Balboa, que convirtió el
minúsculo poblado en una tierra invisible y se repitió la situación en
Riosucio, donde en 1936 una asonada dejó varios cadáveres después de un incendiario
sermón en la misa del domingo.
La persecución
liberal de 1879 empujó a centenares de familias conservadoras a las selvas del
Tatamá y la oersecución conservadora llevó a muchos labriegos paisas a la cordillera occidental; en mitad del siglo veinte la
violencia conservadora desocupó los pueblos y llenó los cementerios de la banda
izquierda del río Cauca.
En tiempos recientes, de inventos, civilización y luces, se repitió la historia del siglo diecinueve; las arengas de los “Leopardos” manizaleños y del jefe conservador Gilberto Alzate Avendaño llenaron de cruces los caminos de Occidente del Viejo Caldas; en el campo liberal Camilo Meuía Duque, conocido jefe pereirano, completó el desastre mandando emisarios a dar apoyo moral y financiero a los liberales que militaban en las cuadrillas del Capitán Venganza en la zona de Quinchía y Riosucio.
En tiempos recientes, de inventos, civilización y luces, se repitió la historia del siglo diecinueve; las arengas de los “Leopardos” manizaleños y del jefe conservador Gilberto Alzate Avendaño llenaron de cruces los caminos de Occidente del Viejo Caldas; en el campo liberal Camilo Meuía Duque, conocido jefe pereirano, completó el desastre mandando emisarios a dar apoyo moral y financiero a los liberales que militaban en las cuadrillas del Capitán Venganza en la zona de Quinchía y Riosucio.
MARXISTAS Y
NARCOTRÁFICO
`Pedro Brincos` y
Libardo Mora abrieron el camino al ELN en las castigadas breñas de Quinchía. El
campo estaba abonado por la impunidad, la debilidad del Estado, la pobreza y la
desesperanza. De las escopetas de fisto
de los años cincuenta del siglo pasado con el dinero del narcotráfico se pasó a metralletas y fusiles automáticos. En los años ochentas del siglo XX aparecieron las cuadrillas de las FARC en la banda izquierda del río Cauca y para combatirlas surgieron grupos paramilitares como " Los Magníficos" que pronto se convirtieron en delincuentes comunes y aterrorizaron a toda la población sin distingos partidistas..
A fines del siglo pasado los promotores de las matanzas no fueron los políticos liberales y
conservadores sino los capos de las mafias del narcotráfico.Ellos pusieron
de rodillas al Estado y la región se convirtió en una cantera de sicarios y de “mulas”. Durante la presidencia de César Gaviria los
municipios del occidente del Departamento de
Risaralda estaban bajo el control absoluto de los narcotraficantes.
Estos removían alcaldes, hacían trasladar a los oficiales de policía y en poblaciones como Balboa, Risaralda, y en otras poblaciones del
departamento, la policías estaban
controlada por Olmedo, el “capo”
l de La Virginia, que mantenía su poder a base del terror asistido por sicarios como Carepalo y otros tenebrosos asesinos que gozan de libertad o están refugiados en USA adonde inexplicablemente se les obstaculiza la visa a los ciudadanos decentes y se acoge sin reparo a los delincuentes..
La concentración de
tierras que en el siglo diecinueve fue obra de latifundistas paisas y caucanos,
a fines del siglo XX fue obra de los narcos; las tierras frías de Sanclemente, por ejemplo, quedaron
en en manos de pocos individuos y en la mayor parte de los municipios los
mafiosos compraron tierras, erradicaron el café y los cultivos de pan coger, que
remplazaron por pastos para caballos finos .
Cada pueblo de la región del antiguo Cantón de Marmato tiene su historia de violencia. La comunidad liberal de Santuario se convirtió a la fuerza en un fortín conservador, Anserma fue tan peligroso que la gente lo llamó "Malpaso", Vitgrabo fue un nido de "pajaros" al igual que Apía yen Guática, aprovecharon la violencia para dejar sin tierra a los nativos. Son historias que deben escribirse y divulgarse para oir la voz de las víctimas y permitir, así, al menos que puedan desahogarse.
Cada pueblo de la región del antiguo Cantón de Marmato tiene su historia de violencia. La comunidad liberal de Santuario se convirtió a la fuerza en un fortín conservador, Anserma fue tan peligroso que la gente lo llamó "Malpaso", Vitgrabo fue un nido de "pajaros" al igual que Apía yen Guática, aprovecharon la violencia para dejar sin tierra a los nativos. Son historias que deben escribirse y divulgarse para oir la voz de las víctimas y permitir, así, al menos que puedan desahogarse.
La violencia actual
no tiene cariz de partido, ni tinte religioso, ni siquiera social, como en
épocas pasadas. La ejercen bandas asesinas que rivalizan entre sí con
diferentes motes: ELN, FARC, paramilitares, etcétera… Son simples negocios que
viven del terror y del trabajo ajeno y se lucran del jugoso negocio de las
drogas.
Cada una de las
violencias ha tenido su ciclo. Desaparecerá la actual pero surgirá una nueva si
las condiciones culturales y económicas no se cambia, es un cìrculo vicioso que
no parece romperse.
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