RECUERDOS POCO CONTADOS
Alfredo Cardona Tobón
En los comicios de octubre
de 1947 los ciudadanos liberales no pudieron
votar en los municipios de Belén, Mistrató, Anserma y Apía debido a la
falta absoluta de garantías.
En las elecciones del
19 de junio de 1949 no se inscribieron
listas liberales para los concejos de Risaralda, Anserma, Belén, Guática,
Pueblo Rico, Apía, Mistrató y Filandia.
En la cabecera de Belalcázar
acudieron a las urnas 86 liberales y 1416 conservadores, mientras que en su corregimiento de La Virginia sufragaron
1136 liberales y solamente 101 conservadores.
A finales de 1949 los
corregimientos de La Virginia y de Arauca,
con los municipios de Marmato y
Quinchía eran los únicos poblados del Occidente de Caldas con mayorías
liberales; los violentos siguiendo consignas de Gilberto Alzate Avendaño habían
conservatizado a Santuario y a Balboa.
En1949 La Virginia era una callecita que desembocaba
en el puente Bernardo Arango donde
paraban los buses y los camiones
a recoger pasajeros, a comer pescado y a tomar cerveza fría en el “Café Limber” que aún existe, aunque en un
local de un solo piso porque el segundo cayó hace unos diez años víctima del
comején y las goteras.
Los campesinos desplazados
del occidente caldense llegaron al puerto con el hambre y la miseria y la calle
creció, se ramificó a los lados, con su carga de damiselas y gente sin oficio.
La Virginia existió de puro
milagro, era un pozo de zancudos cuando se creo Caldas; se vio constreñido por
la finca de los Marulandas que rodeaba el mísero caserío y como en los tiempos
de Sopinga y de los barcos la
violencia lo asfixió en sus fauces.
EL PASADO PRÓXIMO
El 13de marzo de 1948 los
partidarios del régimen de Ospina Pérez destruyeron el busto de Olaya Herrera
del parque de Belalcázar y destrozaron
los avisos luminosos de los comerciantes liberales de la localidad. En
la madrugada del domingo14 una banda de forajidos dirigida por Uriel Herrera,
con apoyo de la policía y del alcalde dinamitó las casas del notario Jorge
Angel, la de Manuel Angel, Antonio
Aguirre, Ramón Arias y José María Peláez.
La inseguridad fue tan
terrible en la cabecera municipal de Belalcazar que después del nueve de abril
de 1948 la bancada liberal del Concejo acordó sesionar en el corregimiento de
La Virginia, donde los anatisociales aún no habían establecido su cuartel.
Al pequeño puerto se
trasladaron la Tesorería, la Personería y la Oficina de Estadística y se
solicitó el traslado de la Notaría y el Juzgado Municipal. En Belalcázar
solamente permaneció el alcalde con la policía y unos pocos funcionarios.
Casi un año duró la
situación anómala; el 17 de marzo de 1949 la tragedia fratricida enlutó el
puerto. Como a las nueve de la noche llegaron dos vehículos a la localidad: uno
proveniente de Viterbo y el otro de Belalcázar;
los ocupantes se bajaron en la zona de tolerancia y empezaron a desafiar
e insultar a quienes se les cruzaron por
el camino.
A las once de la noche los antisociales cortaron el fluido
eléctrico y el pueblo quedó en tinieblas. En medio de la oscuridad los bandidos
recorrieron las calles disparando indiscriminadamente, hirieron a Martín Álvarez, a Carlos
Hernández, a Luis Becerra, Eduardo López y Cecilia Quiceno.
La gente llena de pánico se encerró en las viviendas mientras
los violentos hacían y deshacían en las calles. Alguien solicitó ayuda al
Batallón San Mateo y apenas al amanecer
llegó la tropa . La Virginia estaba desierta y los atacantes hacía rato
que habían regresado a sus lugares de origen.
HISTORIA MÁS RECIENTE
A la violencia conservadora de los años
cincuenta, siguió la delincuencia común y la violencia liberal de los años
sesenta cuando los secuaces del “Capitán Venganza” fueron los dueños de los campos de Balboa e
irrumpieron en varias veredas de Santuario y en el poblado de La Virginia.
En el régimen de Rojas
Pinilla, el gobernador de Caldas Cuervo Araoz, propuso elevar La Virginia a municipio y en su
territorio incluyó veredas de Pereira y
de Belalcázar; la reacción pereirana fue violenta y el gobierno de Caldas tuvo que archivar el
proyecto. Después se intentó con veredas
de Belalcázar y Balboa y también fracasó
la propuesta. Al fin los porteños se
salieron con la suya y La Virginia quedó
como municipio, pero con una estrecha franja rural y la menor extensión entre los municipios de Risaralda.
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