Alfredo Cardona Tobón.
Lucelly García Tobón nació el 18 de octubre de 1932
en Quinchía, hoy municipio de Risaralda; fue una mujer notable por la valentía, su entrega a las ideas liberales,
la lucha por el progreso de Calarcá que la acogió como si fuera oriunda de ese
municipio, y por su dedicación a la gente
humilde y pobre del departamento del
Quindío.
La garra de Lucelly le venía por herencia: su abuela
paterna, doña Adelina de García, fue una corajuda auxiliar de los rebeldes
liberales en la guerra de los Mil Días y por el lado materno su abuelo Efraín
Tobón se distinguió como un líder cívico y cultural que dio luces, como educador,
a varias generaciones en el colegio del extinguido poblado del Rosario y en las instituciones de estudios secundarios en Santuario y Quinchía..
Doña Adelina era la partera de Quinchia, como
mediquilla atendía a los campesinos y al estallar el conflicto de fines del
siglo XIX entre los liberales y los conservadores colombianos, doña Adelina
recogía y curaba a los heridos de la revolución y los atendía en el zarzo de su casa sin temor a las fuerzas
gobiernistas que de seguro la fusilarían si descubrían su apoyo a las
guerrillas.
Cuando las tropas del gobierno entraron al pueblo capturaron
varios campesinos inocentes y los fusilaron para atemorizar a la población.
Ante el inminente peligro todos los varones se internaron en el monte y en la
aldea solamente quedaron las mujeres
mayores y los niños. Fue una época de hambre y de terror; doña Adelina organizó
partidas de ancianas y niños pequeños y en comisiones salieron al campo a
buscar alimentos con que sobrevivir: una
chucha era manjar exquisito, al igual
que las pepas de obambo y los retoños de
guadua y cañabrava... todo servía para calmar el hambre.
Efraín Tobón, abuelo de Lucelly, descendía de conocida
familia antioqueña con nexos con los generales
José María y Salvador Córdova. Efrain se graduó de maestro en la
desaparecida aldea de El Rosario, en la tierra fria de Riosucio. En Quinchia
fue jefe del liberalismo y en Belén de
Umbría, donde estableció un almacén de telas fue victima de la enconada
violencia conservadora. Para salvar la vida Efrain se trasladó a Santuario
donde continuó con su negocio de telas.
LA VIDA DE LUCELLY
En la república liberal nombraron a Emilio García,
papá de Lucelly, como secretario del Juzgado de Santuario y allí se radicó con
su familia. La pequeña Lucelly era la consentida del abuelo, y la “ Ñatica”
como la llamaba Efrain, pasaba más tiempo en la casa de los abuelos que en la de sus padres, que eran más
estrictos y no admitían sus pucheros y sus caprichos.. Al lado de Efraín la
niña templó su liberalismo, admiró sus banderas y conoció a los jefes
collarejos que de vez en cuando llegaban a Santuario y se hospedaban en la casa
de Efrain Tobón
El temperamento aguerrido de Lucelly se mostró desde
el colegio, donde las monjas no veían con buenos ojos las demostraciones
liberales de la jovencita. En una visita de Laureano Gómez a Santuario algunas
damas buscaron una niña avispada para que entregara un ramo de flores al
político; entonces acudieron a Lucelly, quien se negó rotundamente, pues según
dijo en su casa, veía en ese personaje la encarnación de los violentos que hicieron salir a su abuelo de
Belén de Umbría.
Don Alejandro
Uribe y los jefes liberales de Santuario aplaudieron el gesto de Lucelly y la convirtieron en un símbolo de firmeza y
coraje liberal... ese fue el preludio de la carrera política de Lucelly que la
llevó al Congreso y a la dirección
alterna del partido liberal colombiano.
En la campaña electoral de 1946 Lucelly desfiló en
una carroza con un gorro frigio y desplegando una bandera roja; las monjas se
escandalizaron y la expulsaron de colegio; los padres liberales se solidarizaron
con Lucelly y retiraron sus hijas de la institución educativa; la Madre
Superiora viendo que se estaba quedando sin alumnas envió una comisión a la
casa de Lucelly para decirle que regresara a clase, pero la Negra, como le
decían sus amigos más cercanos, dio por terminada su formación en las aulas y
no quiso volver al colegio .
LOS MATONES ARRASAN LOS CAMPOS
En el gobierno de Mariano Ospina Pérez arreció la
violencia política, en 1948 el dolor anegó los hogares santuareños, muchas
familias campesinas se hacinaron en la plaza principal huyendo de los
"pájaros" que asesinaban y robaban las cosechas, Sin recursos ni
apoyo de nadie aguantaban hambre y en las noches los niños tiritaban de frio; entonces Lucelly,
de apenas 16 años, consiguió una casa con el apoyo de Luis Carlos Gartner H. y
con varias amigas reunió víveres,
colchones y cobijas para mitigar la situación angustiosa de sus copartidarios.
En 1949 los violentos de Apía decidieron acabar con
los liberales de Santuario de una vez por todas; la zozobra fue en aumento al
igual que los asesinatos; Emilio García, el abuelo Efraín y toda la familia de
Lucelly debieron abandonar a Santuario y
se trasladaron a Pereira en busca de paz, luego a Santa Rosa de Cabal y por
último se asentaron en Calarcá.
AL LADO DEL PUEBLO
Lucelly era una morena clara, bonita, bien parada,
con ojos oscuros y rasgados, de nariz medio ñata, simpática, extrovertida,
sociable y sensible al dolor de la gente. Cuando llegó a Calarcá se movió como pez en el agua. Hizo amigos
con rapidez, colaboró en campañas cívicas, ingresó a la Sociedad de Mejoras
Públicas y a los 18 años de edad contrajo matrimonio con Rubiel, hijo de Don
Martiniano Montoya uno de los notables empresarios cafeteros del Quindío.
La violencia no perdonó a Calarcá, en un fin de
semana de 1949 la chusma asesinó 14 obreros en la vía a Génova y
Lucelly reunió dinero para socorrer a las viudas y a los huérfanos de esa
masacre y continuó apoyando las innumerables
familias sumidas en la desgracia por culpa de los bandidos.
En toda obra
de interés social estaba " La Negra", por eso conquistó el corazón
del pueblo calarqueño que la llevó sin distingos políticos al Concejo de
Calarcá, a la Asamblea del Quindío y se
regocijó cuando la nombraron gobernadora en el año de 1974: Lucelly llegó a la Cámara de Representantes
como suplente de Ancízar López y posteriormente la eligieron cabeza de lista
para tal corporación por el Movimiento Independiente Liberal (MIL).
A la líder calarqueña le sonrió la fortuna en todo,
menos en su hogar: sus dolorosas
tragedias familiares habrían quebrantado cualquier voluntad por más templada
que fuera, pero no la de Lucelly que
siguió luchando por Calarcá y por el Quindío. Fue una mujer con la osadía para
alertar sobre la intromisión del narcotráfico en la política, en los tiempos en que Carlos Ledher manejaba los hilos de la región y Pablo
Escobar figuraba en las listas liberales de Antioquia.
Mientras Lucelly alcanzaba prestigio nacional y la
dignidad de Directora Alterna del Partido Liberal Colombiano, sus enemigos
parroquiales le hacían trabajo de zapa
hasta lograr la revocatoria de su credencial parlamentaria por las incompatibilidad al
desempeñarse como presidente de la Junta Directiva de la Casa de la Cultura de
Calarcá.
Al retirarse del Parlamento, el presidente César
Gaviria la nombró embajadora en
Honduras. El 10 de febrero de 1994 Lucelly salió de Calarcá
con rumbo a Bogotá para viajar a Tegucigalpa. Eran las las once y media de la
noche cuando un auto con tres
individuos, que la estaba siguiendo, se adelantó y se cruzó en el camino. El
asesino se acercó. disparó a Lucelly en
la cabeza y se retiró en el auto con sus tres compinches mientras cubrían la
fuga con una andanada de disparos.
El chofer y su hermana Ruby que la acompañaba
resultaron ilesos; con Lucelly gravemente herida viajaron a Ibagué donde la
exparlamentaria falleclió tras una
intervención quirúrgica. El presidente
Gaviria envió sentidas condolencias, pero el crimen quedó impune como los miles
que se cometen en nuestra asolada Colombia.
Ha corrido mucho un tiempo, otros tomaron las
banderas de Lucelly, pero hace falta la Negra para rescatar la bandera roja inmersa en un lodazal de corrupción y
descrédito.
Lucelly fue una autodidacta que superó la falta de estudios académicos; escribió el libro “La Tutela: apertura democrática” y estuvo atenta al desenvolvimiento cultural de Calarcá donde dio vida a la Casa de la Cultura que hoy lleva su nombre. Alentó los talentos quindianos y fue mecenas de artistas y estudiantes pobres. Lucelly abrió las puertas de la politica a la mujer quindiana; fue la primera mujer en ocupar la dirección compartida del liberalismo colombiano y una combatiente que no le tuvo miedo ni a los capos ni a los caciques que manejaban el electorado.
Lucelly fue una autodidacta que superó la falta de estudios académicos; escribió el libro “La Tutela: apertura democrática” y estuvo atenta al desenvolvimiento cultural de Calarcá donde dio vida a la Casa de la Cultura que hoy lleva su nombre. Alentó los talentos quindianos y fue mecenas de artistas y estudiantes pobres. Lucelly abrió las puertas de la politica a la mujer quindiana; fue la primera mujer en ocupar la dirección compartida del liberalismo colombiano y una combatiente que no le tuvo miedo ni a los capos ni a los caciques que manejaban el electorado.
Paz en la tumba de la capitana. Que su memoria perdure en la mente de los quindianos.
En el año 84 Doña Lucelly era Cónsul de Colombia en Cd. de México. Ocupo ese cargo como tres o cuatro años. Excelente persona, excelente cónsul. La recuerdo con gran aprecio.
ResponderEliminarSaludos Martha, Ruby hermana de Lucelly fue la cónsul en Ciudad de México entre 1985 y 1989.
EliminarComo se te extraña en vida fuistes una Gran mujer..att Maria Fernanda Salazar Montoya. Q.E.P.D.
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