ARABIA- PEREIRA-
Alfredo Cardona Tobón
Iglesia del corregimiento de Arabia
Los testimonios recogidos por Urbano Campo nos aproximan a este personaje de la tardía colonización en el siglo XX, que condensa todas las facetas buenas y malas de los empresarios que abrieron estas tierras a la civilización:
“Fue Don Leocadio Salazar quien pobló esto. A mi me tocó limpiar el monte de la plaza.- Esto eran montañas baldías pues. Entonces él fue a Bogotá y se apoderó de esto, de estas montañas... echó mano a esas tierras.” – Dijo un viejo curtido por el sol y por los años.
“Eran de un señor Don José Vicente Marín, de la Selva.- agregó un campesino de rostro franco y pie al suelo- pero Leocadio estudió los planos y vio que esto quedaba fuera de los planos y se los hizo adjudicar.”
Otro labriego de los primeros pobladores de Ulloa recordó los tiempos iniciales del poblado: “A mucha gente la acomodaba Don Leocadio en esas tierras, pero el gobierno mandaba la tropa. Venía la tropa y barrían lo que había. Sacaba a la gente que había y él volvía a acomodar la gente. Eso fue en 1925 y en 1926.”
“Él regalaba los solares por un día de trabajo, abriendo monte o caminos. Por las tierras cobraba una cuota pequeña. Era un viejo que no tenía preparación ni nada, pero con mucho brillo, mucho movimiento y entusiasmo. El era un viejo muy astuto.”
LA VIDA DE LEOCADIO SALAZAR
No recibió herencias ni tuvo títulos, fue un vividor, un representante de la cultura del todo vale para salir adelante; la vida de Leocadio está llena de sombras y de luces y es sin ninguna duda el máximo representante de los empresarios en la colonización tardía del siglo XX.
Un hijo de Leocadio nos muestra la garra de su padre:
“Los abuelos eran de Aranzazu, pero nació en Santa Rosa de Cabal en 1894, en donde nosotros, los hijos, nacimos también. Vivimos en Santa Rosa, luego en Pereira y después de fundada Ulloa en el 22 nos pasamos allá. Cuando empezó la violencia liberal en el 30 nos tocó irnos y nos radicamos un tiempo en Filandia; regresamos a Ulloa en el 34; luego pasamos a vivir en Trujillo.”
“Mi padre- dice refiriéndose a Leocadio Salazar, estudió un poco de primaria. De joven se dedicó al negocio de corridas de toros en Santa Rosa, después andaba en la región vendiendo cerdos y bestias.”
“También era contrabandista de tabaco. En Pereira tuvo una fábrica de cigarros, en Ulloa tuvo una empresa de sal y una calera.”
“Fue un fundador de pueblos. Primero fundó a Ulloa, luego a Trujillo en el 24. También compró tierras por el lado de Riofrío y fundó a Portugal”
“Fundó a Montezuma y en 1926 la población de Arabia en jurisdicción de Pereira; también fundó a Salónica y a Fenicia en el municipio de Riofrío.”
Desde 1922 hasta su muerte, Leocadio Salazar compra tierras ociosas a los terratenientes cansados de lidiar con colonos e invasores; en ellas funda un caserío que las valoriza y procede a parcelarlas transando en alguna forma con los ocupantes, que atemorizados, cansados por los pleitos, o sin recursos para iniciarlos, le entregan las mejoras a bajos precios o les vende las tierras donde están viviendo con la promesa de una escritura, que muchas veces no les firma.
Uno de los golpes maestros de Leocadio fue la compra de la Hacienda Barragán, que venía de una adjudicación que el General Santander le hizo a un General Cancino en los primeros días de la República. En 1926 los herederos tratan de contener la invasión del enorme latifundio que abarcaba 60.000 hectáreas, pero nada pueden hacer ante el alud de los colonos. En los años cuarenta la situación es tal, que dos herederos desesperados deciden vender sus tierras a Leocadio por la ridícula suma de $10.000, pagaderos a cinco años sin intereses.
Leocadio llegaba al rancho del colono en carro o a caballo, acompañado de abogados y funcionarios. El invasor queda impresionado ante tal despliegue de doctores. Salazar se identifica, presenta títulos, planos y documentos al pobre analfabeta que desconoce sus derechos. Entonces propone una transacción aparentemente favorable al labriego. El colono ve dos alternativas: o vende sus mejoras o paga con plazos altos e intereses bajos la tierra que le quitó a la selva, De todas maneras pierde y Leocadio gana.
El 22 de junio de 1922 Leocadio fundó a Ulloa en tierras que arrebató a los hermanos Marín; las parceló, loteó el casco urbano y las vendió con facilidades a paisas de Antioquia y Caldas y posteriormente a exilados conservadores de Boyacá y los Santanderes que buscaban buenas tierras y un lugar donde pudieran vivir en paz.
Leocadio adquirió extensos lotes en Burila, compró terrenos en litigio en Alcalá, en el Dovio, en Caicedonia y el incansable empresario, cuya ambición no tenía límites negoció la enorme hacienda de La Esneda y alli fundó la población de Trujillo.
Los métodos de Leocadio se apartan de todos los cánones conocidos: daba lotes a los presos recién salidos de la cárcel a cambio de trabajo, reclutaba vagos que ponía a abrir calles y caminos y reunía mujeres públicas para surtir los barrios de tolerancia de las nuevas aldeas, pues según su filosofía, “los pueblos se fundan con antioqueños y con putas”
LA FUNDACIÓN DE ARABIA
Este fue un golpe maestro de rapacidad y astucia; veamos como lo describe José Omar Gallego Valencia en su libro sobre Arabia: A finales de 1927 los señores Teodomiro Muñoz y José Vicente Marin lo invitaron a conocer el salado y sus abiertos en el sitio de Arabia. Leocadio los visitó y quedó encantado con el sitio.
Aquí se puede construir un pueblo les dijo. Yo les compro estos terrenitos incluyendo los más faldudos.
No están en venta- le respondieron.
Por aquí hay muchas fincas, ellos necesitan un pueblo, vayan pensándolo, que yo vuelvo dentro de un mes por la respuesta.
A los 28 días regresó Leocadio.
Estas tierras no están en venta le repitieron.
Eso no importa les replicó Leocadio, les toca vender porque yo conversé con todos los finqueros de la región y ustedes son los únicos que se oponen a fundar un pueblo, lo que les digo es que tengo mucha influencia con el gobierno... la comunidad es la que manda, la gente quiere un pueblo y ustedes no se pueden oponer al progreso. Yo les pago de contado y si nos vamos a la ley el Estado les pagará cualquier cosa y a plazos.
Como Marín y Muñoz no querían problemas con los vecinos y menos con “Chispas”, le vendieron sus tierras. Leocadio Salazar contrató un topógrafo trazó las calles y la plaza y en 1928, a punta de convites, dio el primer impulso al caserío de Arabia, hoy rico corregimiento del municipio de Pereira..
Los negocios de Leocadio originaron centenares de pleitos que litigaba con un equipo de tinterillos y testaferros del que hacían parte sus hijos, de profesión abogados, fervientes católicos y políticos ospinistas. Uno de ellos, fue Gustavo Salazar García que fue senador de la República y dos veces embajador. Salazar García no solamente trabajaba con su padre sino con Ángel María Lozano, alias " El Condor", un bandido dueño de la vida en el norte del Valle del Cauca.
Leocadio tuvo propiedades "escrituradas a machete"en las cordilleras central y occidental que comprendían enormes extensiones en Barragán, Ceilán, Trujillo y el Cañón de Garrapatas. La hacienda Barragán en la cordillera central abarcaba 60.000 hectáreas y la de Cuacua en la occidental tenía el mismo tamaño de la Hacienda Barragán.
Los negocios de Leocadio originaron centenares de pleitos que litigaba con un equipo de tinterillos y testaferros del que hacían parte sus hijos, de profesión abogados, fervientes católicos y políticos ospinistas. Uno de ellos, fue Gustavo Salazar García que fue senador de la República y dos veces embajador. Salazar García no solamente trabajaba con su padre sino con Ángel María Lozano, alias " El Condor", un bandido dueño de la vida en el norte del Valle del Cauca.
Leocadio tuvo propiedades "escrituradas a machete"en las cordilleras central y occidental que comprendían enormes extensiones en Barragán, Ceilán, Trujillo y el Cañón de Garrapatas. La hacienda Barragán en la cordillera central abarcaba 60.000 hectáreas y la de Cuacua en la occidental tenía el mismo tamaño de la Hacienda Barragán.
En 1984 falleció Leocadio Salazar en Tuluá, a la edad de ochenta años. La historia juzgará a este personaje audaz, andariego, trabajador, con mística, visión, liderazgo y también insensible, calculador y sin escrúpulos que manejó la ley a su antojo.
Leocadio era mi bizabuelo y quiziera conocer un poco mas acerca de sus hijos Jesus, Ramon y Alfonzo (mi abuelo) gracias mil. Ruben Salazar
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