Pedro Felipe Hoyos Korbel
¿Quién creyera que, de un hecho tan
olvidado, por no decir negado, como lo fue la esclavitud, hubiese señas, tan
palpables en nuestras calles?
Vemos a estas mujeres negras ofrecer
su deliciosa mercancía exhibida en platones sobre sus cabezas con gracia y
equilibrio. Referente a la forma como es transportado el producto se puede
asegurar que el sistema de adecuar el peso sobre la cabeza, es típico del
África. Ellas disponen las cocadas en perfecto orden circular recreando
pirámides tal vez oriundas del continente ancestral.
Con ese proto-almacen, que se compone
de un exhibidor y una vendedora, recorren los sitios de mayor confluencia de
público para realizar su venta.
Estas artesanas de la gastronomía
vienen del Valle de Cauca, región donde hace 200 años y más eran forzados sus
ancestros esclavos, a trabajar la caña de azúcar y operar los trapiches en
interminables jornadas. Dicen los expertos que un 80 % de las riquezas
obtenidas por los españoles en las colonias eran producidas con mano de obra
esclava. La alimentación del esclavo no era mala, pero si carecía de muchas
cosas y cuando escaseaba, hubo varias hambrinas en el Virreinato de la Nueva Granada, al
primero que le rebajaban la ración era al esclavo.
Los esclavos que trabajaban en los
hornos de los trapiches, para salirse de la rutina y obtener algo de variedad
en su dieta, ya que eran expertos en hacer azúcar, y tenían acceso a esta
materia prima, empezaron a mezclarla con todas las frutas que crecían en el
trópico especialmente con el coco.
El sociólogo brasilero Gilberto
Freyre habla de una sociología del dulce, tratando de explicar el gusto tan
marcado que tienen las comunidades negras descendientes de aquellos obreros y
obreras esclavas vinculados a la zafra y la molienda de la caña.
Finalmente se puede agregar algo
referente a la forma de venta de la cocada. Muchas señoras acomodadas, en la
época de la colonia, empleaban a sus esclavas en el oficio de vendedoras.
Los comestibles de fabricación casera
eran ofertadas, con buen despliegue de voz halagando su mercancía, por estas
mujeres en las calles de los poblados y a la noche regresaba la esclava, ojala
con el platón vació, para entregar el producido a su ama.
Existe una bellísima lámina pintada
en el año 1854 perteneciente a la colección de la Comisión Coreográfica, que
muestra una negra con un platón en la cabeza ofertando en las calles de Quibdó
algún comestible.
Ahora no hay turista que no vaya a
Cartagena, y que no traiga una foto de una negra corpulenta cargando un platón
lleno de frutas; sobra decir que Cartagena era el principal puerto negrero de
la América española.
¿Quién creyera que nuestra historia
la tuviésemos tan cerca, nos la sirvieren en bandeja, y no la conociéramos?
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