Alfredo Cardona Tobón
Se llamó Äxel y semejaba un ángel encarnado en un
travieso y juguetón perrito Pug. Su paso por la tierra fue breve, fue una llamarada de amor que iluminó
nuestras vidas y luego desapareció .como si solamente hubiera querido señalar
un camino.
El 24 de diciembre de 2015
lo vi por última vez sano y feliz ; recuerdo que jugaba con las cortinas de mi
cuarto y se las ponía de capa semejando una viejita de cara ñata; daba risa ver como corría
y se enredaba en la tela y como movía la colita en forma de tirabuzón.
Durante casi un año, Áxel
fue el compañero de Jorge, mi hijo mayor, quien por décadas no quiso mascotas,
pues recordaba a Princesa, una perrita Cocker Spaniel que tuvo de niño y hubo de sacrificarse cuando
unos vándalos, que quisieron causarnos
pena, la dejaron ciega durante una huelga en Cementos Samper, donde hacia 1980 me desempeñaba como Superintendente de Mecánica.
No se cómo entró Áxel a la vida de Jorge
Eduardo, lo cierto fue que se apoderó de
su apartamento, se convirtió en su gran amigo y en el payasito fiel que atenuaba sus ofuscaciones y le hacía sacar
tiempo de su apretada agenda.
Cuando Jorge Eduardo salía para la oficina, el cachorrito se
plantaba en una esquina del ventanal que da
a la calle, allí lo esperaba sin moverse hasta que regresaba y entonces lo
saludaba con una explosión de brincos y lambetazos. Jorge y Áxel fueron inseparables; mientras el uno se sumergía en el computador el otro se echaba
a su lado y lo miraba extasiado con sus ojos saltones, atento a cualquier
movimiento. Con paciencia y cariño Jorge enseñó al perrito a dar la mano, a
acostarse, a quedarse quieto en determinado sitio… el animalito prodigaba sus
talentos, sabía que cada una de sus gracias se retribuía con deliciosos bocados
que premiaban sus hazañas.
El anochecer del 25 de
diciembre terribles dolores abdominales aquejaron al cachorro y empezó un
calvario que se prolongó durante 20 días sin que ninguno de los veterinarios
que lo atendieron diera con la causa de sus males. Lo llenaron de inyecciones y
pastillas y lo martirizaron con infiltraciones dolorosas.
Poco a poco el perrito Pug
fue perdiendo la movilidad; primero fueron las patas traseras, después quedó paralizado
totalmente, con fuerza apenas para medio mover la cabeza y seguir con la vista
a quienes compungidos veíamos como se iba apagando su vida. Los veterinarios le
diagnosticaron varios males, todos se trataron inútilmente y cuando por fin
ordenaron una radiografía se notó la presencia de un objeto opaco en el
vientre.
No se podía tocar al
animalito, todo le dolía enormemente, ya no comía y se multiplicaron los temblores convulsivos. Primero
dijeron que era retención de orina y lo sondearon, luego que era fiebre de
garrapatas, después que era un problema neurológico. Pasó de un consultorio a
otro, de una clínica a otra clínica y cuando decidieron que debía operarse pues
se creía que algo lo estaba envenenando,
se preparó para una operación, pera
ya era demasiado tarde…El cachorrito estaba deshidratado, sin fuerzas ni
recursos para sobrevivir.
En un lugar ajeno y lejos de
su amo Äxel murió en la madrugada del 15 de enero de 2015.
Algunos dirán al leer esta
nota que es una exageración sentir tanta
pena por la desaparición de una mascota. Pero quien no ama y se conduele de los animales, sea un perro,
un gato, un pájaro … tampoco siente el
dolor de un niño enfermo o abandonado y no le importa el sufrimiento del
prójimo porque no tiene corazón ni sentimientos.
El 16 de enero sepulté al
perrito Pug en un rincón del jardín de mi casa. El cachorro quedó en medio
de unas macetas de rosas rojas y de cartuchos blancos. Cada vez que el
viento entrelaza las flores o la lluvia las inclina contra el césped, me
parece ver salir al Pug de las macetas con su cara chata y la cola ensortijada empujando lo que encontrara a su paso como un pequeño ciclón de vitalidad y de alegría.
En ese rincón del jardín el cuerpito de Áxel volverá a nacer en forma de cartuchos blancos
y rosas rojas, mientras su espíritu de ángel estará
acompañando a otras personas que
necesitan su amor y su fidelidad sin condiciones.
Fue muy corta la comisión de ÁXel, pero dio mucho a quienes tuvimos la suerte de
verlo crecer, gozar con sus travesuras y solazarnos con sus demostraciones de
cariño. El perrito Pug nos legó sus
recuerdos y al irse nos dejó el corazón lleno de
pena
La vida seguirá su curso y
el tiempo atenuará su ausencia, pero de las cenizas de nuestra mascota seguirán
brotando cartuchos blancos y rosas rojas en memoria de cachorrito.
Padre, gracias por tan hermoso recuerdo para quien en su corta vida solo me dio alegrías ..
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