CUANDO EL RIO SE TIÑÓ DE SANGRE
Alfredo Cardona Tobón *
Alfredo Cardona Tobón *
Panorámica del puerto de Arauca sobre el rio Cauca
Aún tengo viva la imagen de la pequeña iglesia con su minúscula campana enmarcada en la torre de guadua y recuerdo a las campesinas en capullo, que se asomaban a los balcones de las casas de la carretera empedrada que partía en dos el caserío de Arauca, en Palestina Caldas..
Desde la chasa, o pequeño negocio de confites y cigarrillos ubicado en el costado del parque, un anciano vendedor de dulces, en medio de la soledad y los días vacíos, sentía el retorno del pasado en las ancas del burro que cruzaba raudo o en los automóviles viejos que tomaban impulso al empezar a subir a Manizales. El viejo chasero, gocetas y dicharachero, se transformaba al hablar de la negra Anaís, una vendedora de besos y repartidora de puñaladas en los puertos del Cauca y se le ponía la piel de gallina al recordar los espantos y aparecidos que en noches de juerga veía rondar por las orillas del río, pero enmudecía al preguntarle por la masacre en el puerto en un fatídico día de noviembre de 1949.
LOS RECUERDOS FRAGMENTADOS
Actualmente el templo de Arauca es un galpón amorfo sin el encanto de aquella iglesita de mitad del siglo XX. Yo recordaba la alegre capillita de otros tiempos y pregunté por ella al anciano chasero:
“De eso es mejor no hablar”- Me contestó.
Y no insistí, porque es claro que en Colombia nadie ve, nadie oye y nadie sabe nada, pues en “boca cerrada no entran moscos”, todo se olvida y a todo se le echa tierra. Así que el chasero nada me contó del templo al igual que otros araucanos que entrevisté y no soltaron prenda. Así que até cabos, recogí testimonios dispersos y fragmentados, indagué, busqué escritos y en esa forma pude reconstruir en parte, la tragedia de Arauca y de la vieja iglesia, para contarla y recordarla, pues no se debe olvidar a las victimas ni ocultar las atrocidades de los victimarios
Empecemos con los antecedentes:
Como se sabe el 9 de abril de 1948 asesinaron al líder popular Jorge Eliécer Gaitán en la carrera séptima de Bogotá. Quien fue?- No se sabe. Dicen que fueron los comunistas, otros que la gente de gobierno y pudieron ser hasta los liberales oficialistas, comandados por los LLeras, que veían como sus huestes se estaban alineando en las filas gaitanistas.
Las masas desbordadas se apoderaron de las emisoras bogotanas y azuzaron al pueblo liberal para que se armara, estableciera juntas revolucionarias y tomara el poder. En Norcasia, Victoria, Balboa, Santuario y Arauca y en otras poblaciones de Colombia los vecinos suplantaron la fuerza pública y establecieron su propio gobierno.El presidente Mariano Ospina Pérez, empujado por su esposa Doña Berta, quien dijo que más valía un presidente muerto que un presidente fugitivo, resistió el embate y ante los complacientes jefes oficialistas del liberalismo , sometió a los alzados en armas con tropas de Boyacá y con los voluntarios chulavitas que viajaron de la población de Boavita, en Boyacá, para doblegar el alzamiento popular. Unas vez dominada Bogotá, columnas de infantería retomaron el control en todo el país sin mucha resistencia, pues el pueblo rojo no tuvo un jefe que canalizara su ira y acabara con un régimen de persecución y de ignominia.
El diez de abril un pelotón del Batallón Ayacucho entró al caserio de Arauca. Las calles estaban solas, en los balcones se veían sábanas y toallas blancas en señal de paz y el único sonido que escucharon los soldados fue el ladrido de unos perros asustados. El levantamiento incruento de los araucanos marcó el futuro del caserío, que desde ese momento fue catalogado por las autoridades conservadoras como un peligro para la estabilidad del régimen y por tanto habría que barrerlo del mapa.
..
LOS DÍAS DEL TERROR
A mediados de octubre de 1949 Liborio Hincapié, conocido vecino de Risaralda, bajó al puerto y allí fue atacado brutalmente por unos individuos que no le perdonaban su afiliación al conservatismo. Esta fue la justificación para que los extremistas conservadores de esa población tramaran el ataque a los vecinos de Arauca.
A mediados de octubre de 1949 Liborio Hincapié, conocido vecino de Risaralda, bajó al puerto y allí fue atacado brutalmente por unos individuos que no le perdonaban su afiliación al conservatismo. Esta fue la justificación para que los extremistas conservadores de esa población tramaran el ataque a los vecinos de Arauca.
El sábado 29 de octubre de 1949 un automóvil negro, con placas de Manizales, se detuvo frente a la cantina de Bernardo Avellaneda. Una vitrola molía música, quizás de Olimpo Cárdenas o de los Trovadores de Cuyo, y como sucedía todos los fines de semana, el local estaba atestado de campesinos que arrumaban botellas de cerveza debajo de las mesas.
Eran las cuatro de la tarde; el sol había caído, cuatro sujetos se apearon del vehículo y sin aviso y a mansalva vaciaron los revólveres sobre los desprevenidos contertulios de la cantina; los asesinos subieron al carro con el motor en marcha y se perdieron en medio del polvero, por la carretera destapada que llevaba al municipio de Risaralda.
Mientras velaban a las víctimas y la gente se agolpaba para dar el pésame a los deudos, alguien avisó que se acercaba la chusma conservadora y nuevamente iban a atacar al caserío. Ante esa amenaza los vecinos prepararon las escopetas y corrieron a desentablar el puente sobre el Cauca para obstaculizar el paso de los violentos.
Como a las nueve de la noche numerosos antisociales de Anserma, Risaralda, Belén y Guática se concentraron en la orilla opuesta del rio y en la parte alta del puerto se ubicó un piquete policial enviado por el gobernador con la supuesta misión de proteger a los araucanos. La noche avanzó; en las tinieblas resonaban los gritos, los desafíos y los aullidos del “Ovejo”, “La Perdiza”, “Pelahuevos”, “ El Grillo”, “Pálida Azucena” y otros bandidos animados por el odio y el aguardiente.
Cuando amaneció los guachafiteros observaron que en Arauca no había trincheras ni francotiradores y vieron que la policía se había retirado del pueblo. Fue entonces cuando los atacante empezaron a pasar uno a uno por la estructura del puente e irrumpieron por las calles en medio de los disparos y sus gritos vivando al partido conservador y a Gilberto Alzate Avendaño.
Arauca ardió, los asaltantes tumbaron las puertas de las cantinas y saquearon tiendas y almacenes; sobre las botellas destrozadas hicieron caminar descalzos a los ciudadanos que sacaron de los ranchos. A Enrique Zapata y a otros vecinos los llevaron a culatazos hasta el el puente desentablado y los acribillaron a tiros. Atrás de Zapata venía el perrito flacuchento que tantas veces lo acompañó en el monte, iba voleando la cola como si fueran de paseo, sin adivinar la tragedia de su amo. Testigos que quisieron ocultar sus nombres, aseguran que la policía hizo causa común con los bandidos
.
El domingo por la tarde, cuando la barbarie se había consumado, llegó el ejército y los facinerosos huyeron hacia los pueblos de occidente. Se ignora cuántas víctimas hubo en Arauca ese fin de octubre de 1949. La prensa no reportó la villanía, no se pronunció la iglesia ni los jefes liberales y menos los mariscales del partido de gobierno. La fuerza pública trasladó en volquetas numerosos cadáveres hasta la ciudad de Manizales, donde entraron a media noche y sin luz eléctrica, pues se cortó la energía para que la ciudadanía no se diera cuenta de la matanza. Días despues el gobernador Cástor Jaramillo Arrubla dijo que se trataba de un ataque comunista en alianza con los chusmeros liberales.
Mientras los victimarios dormían la rasca, embriagados con licor y sangre sin que les remordiera la conciencia, el perrito flacuchento de Enrique Zapata corría por la orilla del río Cauca siguiendo el cadáver de su amo.
FUENTES
Testimonios de habitantes de Arauca que no quisieron dar sus nombres.
Tetimonio de Luis Angel Cardona Salazar, jefe liberal de Quinchía, que supo de primera mano lo que aconteció en el puerto.
Manrique Ramón. Los días del terror-1955- Editorial ABC- Bogotá- Paginas 257 a 259.
soy de palestina cladas quisiera saber si la historia es real. esto en el pueblo nunca se escucho.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarSI; CLARO TODO ESTO PASO HACE MUCHO Y LOS REPRESENTANTES DE ESA EPOCA ENCUBRIERON TODO EL ACONTESIMIENTO; PERO DESPUES DE UNOS AÑOS LA HISTORIA SE DIO A CONCOER
ResponderEliminarArauca, hermoso corregimeinto, donde vivi, por dos años y pase momento muy lindos recuerdo su unica calle, su parque, la estación del ferrocarril, el grupo musical de los hermanos obando, a Becerra el grandulón de cuarto de primaria , la vuelta peligrosa y las escapadas a bañarnos al charco del 35... en fín algún día volvere a visitar esta hermosa tierra.
ResponderEliminarARMANDO MORALES SALAZAR, Natagaima Tolima, busquenme en el Facebook,
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarEn relidad esto en el pueblito es de nunca terminae ya que la politica no a dejado el pueblo y los violentos sigen merodiando en sus esquinas y desde su capital ocupando altos cargos politicos, y sus abitantes no miran asi el pasanivel que en ese rinconcito blanco esa su pasado (familias,amigos y comocidos)
ResponderEliminarLa historia aquí relatada es solo el 1% de lo que de verdad sucedió. Los Conservadores del municipio de Risaralda al mando de, entre otros, Pastor López, asesinaron decenas de habitantes del corregimiento, los colgaron de la Ceiba, violaron a las mujeres y quemaron el caserío.
ResponderEliminarAhora en el que fue un próspero Corregimiento entre 1950 y 1991, se vive una zozobra generalizada por la presencia de nefastos asesinos políticos como Ferney Tapasco, Henry Calle y Carlos Hernán Serna, secundados por la la mayor proxeneta y microraficante "doña Betty"
soy de arauca caldas y me gustaría saber si esto es real, mi padre fue asesinado por grupos en el 2001 pero esta historia es realmente violenta ¿ alguein puede brindarme mas informacion?
ResponderEliminarLa historia es real, tomada de testigos de la masacre y de el libro Los años del Terror de un señor Manrique. Incluso es más sangrienta que como aparece en este articulo. No es ficción es real, pero en Manizales trataron de ocultarla.
ResponderEliminarPor eso debemos encontrar la paz. Arauca no merecía ese destino. Hoy se matan entre fanáticos del futbol y florecen los grupos armados terroristas.
ResponderEliminar