JOSÉ MARÍA CÓRDOVA EN LA TV.


“UN GENERAL LLAMADO ARROJO”

Alfredo Cardona Tobón*

Un canal de televisión antioqueño está presentando los martes a las ocho de la noche una serie sobre José María Córdova. Es el momento oportuno para realzar la obra y el valor del más grande guerrero granadino, y mostrar que producciones como la de Policarpa Salavarrieta y ésta sobre el general  Córdova,  concitan la audiencia hastiada de las horrorosas telenovelas sobre  los capos del narcotráfico que enlodan la imagen de los colombianos.

 
     El actor Eduardo Pérez interpreta el papel de Córdova en la serie de televisión

Con  los primeros rayos de sol, una pequeña columna de soldados  patriotas empezó a ascender hacia el Alto de Boquerón en la sierra de Peñas Blancas, no muy lejos de la población de Yarumal; su  objetivo era  destrozar la fuerza realista que bajo el mando de Francisco Warleta estaba fortificada en lo más alto del cerro y alejar la amenaza que  representaba la tropa invasora.

Al frente de los patriotas iba José María Córdova, un joven imberbe, con facciones de niño mimado,  cargado por dos hombres en una silla de manos. No tenía más de  veinte años, y a más de su corta edad, casi no podía hablar por falta de soltura en la dicción,  tenía una pierna lesionada que le impedía montar a caballo y no tenía fuerza ni tono muscular, pues apenas había salido de un trance doloroso que lo dejó tres días sin sentido.

Varias semanas atrás  José María Córdova llegó a  Rionegro sin  fanfarrias,  mal vestido, con signos de fatiga y  con unos pocos hombres bajo su mando. Los chapetones y sus amigos lo miraron burlonamente. ¿Qué podía hacer tal jovencito ante las fuerzas veteranas comandadas por Tolrá y por Warleta?- ¿Qué estaría pensando Bolívar al enviar  una fuerza tan insignificante?.

No sabían que  Córdova, el muchachito que no hace mucho habían conocido en la escuela, era un combatiente fogueado en Cachiri, en  el “El Sombrero”, en “El Rincón de los Toros”, en decenas de acciones armadas en Casanare y en el piedemonte llanero y fue distinguido en Boyacá por su valor y su arrojo.

Antioquia  no fue la provincia granadina más afecta a la independencia. Muchos dirigentes paisas preferían el dominio extranjero a los albures que traía la libertad. Por ellos Córdova tuvo grandes dificultades para enganchar voluntarios y obtener auxilios para sostenerlos; para eso estableció contribuciones y acudió al erario a fin de recabar fondos; como al  funcionario encargado de la Caja no le cuadraban las cuentas, Córdova lo mandó sacar del templo donde estaba resguardado y lo fusiló sin contemplaciones. Fue una medida cruel para inspirar terror. De inmediato quienes estaban gravados  procedieron a pagar las contribuciones, pues vieron  que estaban frente a un soldado curtido por  la guerra a  quien no le temblaba el pulso para hacer cumplir sus  órdenes.

Enamorado y enamorador, Córdova se sumó a los festejos de fin de año y cuando el  28 de diciembre de 1819  quiso lucirse ante Manuelita Morales en las calles de Rionegro,  unos voladores asustaron su caballo que estrelló  el jinete contra  un muro de calicanto.  

Mientras Córdova luchaba con la muerte y luego parecía que hubiera perdido el juicio, Warleta se desplazó desde la costa del Atlántico e invadió a Antioquia con más de 500 hombres. Su objetivo era restablecer las comunicaciones  entre el norte y el sur de la Nueva Granada y hacer  contacto con Sebastián de la Calzada  y las fuerzas españolas de Quito para frustrar la ventaja patriota en el Pantano de Vargas y en  Boyacá, y  tras una segunda reconquista recuperar al virreinato.

El  primero de febrero de 1820 las tropas de Warleta entraron a Yarumal y Córdova, convaleciente  y limitado, envió tropas a contenerlo. El 11 de febrero se combate  en “Pajarito” donde los patriotas causan 23 bajas al enemigo y el 12 de febrero, José María Cordova transportado en una silla de manos por dos de sus hombres dirige las acciones que empiezan con un tiroteo en las horas de la mañana y culminan  en la tarde de ese día con  otro tiroteo  en el Alto de Boquerón..

Al caer la noche los dos bandos acampan y esperan el nuevo día para continuar la lucha, pero con las luces del alba del 13 de febrero, Córdova se da cuenta de que el enemigo  ha levantado su campamento y se ha dirigido hacia Nechí. Un grupo patriota va tras los realistas pero desiste  en su empeño ante la fragosidad del terreno que dificulta el avance.

Los antioqueños hablan de la batalla de Chorros Blancos y magnifican la función de las armas, pero en realidad  fueron dos tiroteos: uno por la mañana y otro por la tarde del 12 de febrero de 1820. Como acción bélica no tuvo gran importancia, pero las consecuencias fueron enormes,  pues Warleta perdió la oportunidad de unir a Quito con Santa Marta a través del corredor de Antioquia  y establecer contacto con las tropas de Sebastián de la Calzada cuyas avanzadas  habían llegado hasta Supía. Córdova, por su parte, consolidó la independencia de Antioquia y con ello aseguró recursos para emprender la campaña de la costa donde en Tenerife y Cartagena se vio la casta guerrera de un jovencito que no se arrugó ante ningún peligro.

La forma autocrática como quiso Bolívar manejar la Nación, separó a José María Córdova del Libertador, al igual que los chismes de Manuelita Sáenz y de Tomás Cipriano de Mosquera. Córdova desconoció el gobierno manejado por Bolívar. Desde Bogotá enviaron tropas a someterlo y ante la indiferencia de un gran sector antioqueño los lugartenientes extranjeros de Simón Bolívar asesinaron miserablemente al héroe de Pichincha y Ayacucho en la malhadada acción del  17 de octubre de  1829, en Santuario, Antioquia, donde un mercenario irlandés  remató a sablazos al general granadino que encarnó el valor, la osadía y el arrojo.

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