DE LA HISTORIA DE SANTUARIO RISARALDA


CARTA DE DOÑA INÉS DE ALVAREZ A ALFREDO CARDONA TOBÓN

Bogotá, abril  8 de 1990
 

Doña Inés Uribe de Alvarez, hija de don Alejandro Uribe Botero, patriarca y hombre notable del occidente del Viejo Caldas, escribió la siguiente carta a Alfredo Cardona:

Estimado Alfredo:

Recibí lo enviado y he estado feliz con todo, las noticias de Santuario, algunas que no conocía, la Revista maravillosa y ese Quinchía que ha despertado en mí un gran interés ya que figuran apellidos que oí nombrar mucho y que tuvieron relación con la vida de mi padre. 

Y ya que hablo de Quinchía, encontré algo muy bello:  cuando murió Jesús Uribe Chavarriaga, mi abuelo, en 1917, Teófilo Cataño, de la población mencionada, le escribió a mi papá Alejandro Uribe una carta larga que quizás encuentre y pueda enviársela y que al finalizar decía esto: “ Tarde y último de todos, va mi espíritu como una gaviota fatigada,  a buscarle a usted en la playa de los dolores irremediables, para reclamarle una participación en las espinas de sus coronas”. Se me ocurrió  anotar tal cosa, me pareció bello como dije al principio el hecho de escribir para manifestar sus sentimientos, pues hoy a duras penas se dan por enterados y no hay esa sensibilidad manifiesta de otras épocas..

Yo voy a copiar todos mis recuerdos, en algunas partes sin ilación, pero usted acomodará las cosas a su debido tiempo.  Consultaré con otras personas y mis hermanos en Cali y a medida que vaya  teniendo cosas nuevas las enviaré con rapidez. La vida de mi padre fue muy bella, muy humana y demasiada honesta.

El Uribe nuestro es uno solo, pues de tres que vinieron, Juan residió en El Socorro, Santander, Vicente en Chile y Martín Uribe Echavarría, en Medellín. Así, que, mi bisabuelo debió residir en tierras antioqueñas lo mismo que mi abuelo, Jesús, quien llegó a Marmato donde se encontraban Branch, Eastman, Gartner, el  doctor Zea Uribe y otros más, con otros más, también, ingenieros alemanes que andaban en misión investigativa. Allí nació Elvira, la hija del doctor Zea Uribe. Que bueno fuera conseguir esa Fe de Bautismo y la partida de matrimonio, pero no creo que algo de ello pueda existir en ese pueblo tan pequeño, donde sólo oro ha sido la ilusión de sus habitantes.

En los datos  que le mandé mi abuelo cuenta sus correrías por el Chocó, buscando la vida y luego el encuentro con don Eladio, figura notable de Santuario, Eladio Cortés,  padre de Lalo Cortés, el médico que murió en Pereira y posiblemente nació en Santuario y que se hizo famoso por el telegrama que le envió al doctor Alfonso Jaramillo Arango cuando era gobernador  de Caldas, felicitándole por su actuación en algunos asuntos graves que se habían presentado, diciéndole: “Así se entuca, mi Doctor querido”.

En Santuario, cosa que yo no sabía y que al encontrar un aviso en la Revista Literaria Científica, publicación mensual a cargo del padre Marco Antonio Tobón, comprobé el dato de que mi papá tenía en ese entonces, 1916, una librería y la propaganda decía: SUCURSAL DE LA LIBRERÍA MODERNA DE MANIZALES, ES LA DE ALEJANDRO URIBE B. EN ESTA PLAZA. Allí encuentra usted libros místicos, históricos, de estudio, novelas, papelería etc… A orar , a instruirse, a recrearse.”

Luego cambió la librería  por un almacén que yo alcancé a conocer, muy pequeña,  adonde íbamos a mirar procesiones y a esconderme debajo del mostrador por miedo a los voladores. Son sé que tanto duraría y mientras ahí estuvo construyó la casa donde vivimos hasta el día en que nos echar, porque ya no quedaba liberal y se había hecho insoportable encontrar todos los días un pasquín cuando mi papá abría la oficina.  Y esa bella casa de doce  cuartos, de dos patios, corredores en redondo, un contraportón tallado en madera, un comedor con un frente de madera grabada bellamente, jardines, frutales, aromáticas y todo lo deseado en una vivienda para la comodidad de sus habitadores, esa casa, digo, fue derribada, siendo la mejor del  pueblo , para construir una telefónica que no  conozco ni quiero conocer.  

La casa que seguía también nuestra y que en los bajos  estaba la oficina  de mi papá, la acomodaron para Casa Conservadora. Qué opina usted de esto?- Eso puede darle una idea de lo que allá ocurrió.  En ese tiempo ya tenía dos fincas y se había dedicado a la compra de café y a administrar lo que tan honestamente había conseguido con su trabajo y su perseverancia para educar, como lo hizo,  a sus 14 hijos de los que aún vivimos diez. Tuvimos comodidades, no de millonarios, sino de una familia que tuvo un jefe responsable, que conoció sus obligaciones y que cuidó de ese hogar donde su esposa, fue, además de hermosa, la perfecta ama de casa que un hombre cualquiera quisiera para sí.

Hay algunos datos que dicen que primer carro fue llevado no recuerdo por quien. Pero no. El primero, un Pakar negro, fue de mi padre y de Eliseo López (abuelo de Olga Behar) quien vivió en Santuario, tiempo antes  de esto, con sus padres y hermanos  y pasado un tiempo, él solamente, hasta después de su matrimonio.

Como no había carretera  lo llevaron en cargas, en turega como decían, y unos gringos fueron a armarlo, a ponerlo a funcionar, de lo que gozaron los campesinos que en los días de mercado daban su montadita, creo que a  cinco centavos o menos y se iban felices a sus parcelas. Más tarde los dos socios mentados montaron un hotel, que no sé cuánto duraría, yo estaba muy pequeña y solo sé  que aún conservamos parte de las vajillas que se utilizaron en el mencionado hotel..

Después de esto, fue cuando organizó el almacén, viajando a caballo hasta La Virginia o Pereira, para traer la mercancía, aunque la mayor parte de ellas la conseguía en Manizales donde tenía una tia, Ramona Botero, muy rica, sin hijos, casada o viuda de un militar, cuyo nombre trataré de averiguar con mi familia. Lo que no olvido era lo que mi padre contaba de ella, su exageración en el aseo de la casa, pues cuando alguien salía de ella, inmediatamente limpiaba los rastros con escobas de trapo.

Mi papá Alejandro Uribe fue concejal su vida entera y participó , como lo cuenta, en la guerra de los Mil Días y tuvo la oportunidad de entenderse muy familiarmente con el general Rafael Uribe Uribe, su pariente no muy lejano,  tuvieron correspondencia y todo cuanto fallaba en Santuario, se lo comunicaba a Uribe quien siempre respondía prometiendo solucionarlo. De esto le enviaré fotocopias. En esa guerra participó  un hermano medio de mi padre, Roberto Uribe, coronel de  muchos méritos que se suicidó  en Panamá luego de la entrega.  Las cartas cruzadas con compañeros de él también irán aparte. Benjamín Herrera nunca quiso a Uribe Uribe y por eso fue agrio con Roberto y no reconoció sus valores que en las cartas conocerá, y esa indiferencia contra él llegó a desesperarle tanto que lo llevó a acabar con su vida. Mi padre nunca se sobrepuso a ese dolor ni al que enseguida vino con la muerte de Uribe y menos aún cuando el nueve de abril mataron también  a mi hermano Jesús, quien trabajaba en la Caja Agraria, aquí en Bogotá, en toda la Avenida Jiménez.

Me olvidé de contarle  que tuvimos otra casa en la parte alta del pueblo, aún existe, abandonada, pero sin cambio alguno;  esa casa fue casi un club para Santuario; no pasó un día siquiera que no tuviéramos visita de amigos, de políticos, de toda compañía que fuera a presentarse en el Teatro;  entre los que recuerdo, Camargo Spolidori, una familia fantástica y los Peón Nava, sensacionales..

A la inauguración de esa casa, un 24 de diciembre, fueron más de cien personas y hubo aguinalditos para todos. Se lo cuento porque los últimos que salieron  de nuestra casa al día siguiente a las once de la mañana fueron Rogerio Marín, de Santuario y León Betancur, de Riosucio, a quien no volvimos  a ver pero si puede haberle conocido alguno de sus familiares.

Según los periódicos que tengo desde 1911, “Tatamá”  dirigido por  José Valencia y luego 1913 y más tarde 1915, éste sí  dirigido por el padre Marco Antonio Tobón a quien Santuario le debe tanto, tanto,  por muchas causas y  especialmente por haber levantado un grupo de jóvenes con preparación de altura y haber luchado para sacar adelante ese pueblo como si fuera suyo. Qué bueno que  hubiera sido que no le hubieran combatido otros sacerdotes y fanáticos atrasados, de bajísimas capacidades intelectuales  que creyeron que el padre Tobón estaba corrompiendo a la juventud. Y este año fundó “El ATENEO” ,  en mayúsculas es mejor, y le enviaré fotocopiada la resolución concediendo personería jurídica a esa Sociedad. Como todo   cuanto se relaciona con el padre Tobón está impreso, sacaré copias para mejor información.

Ya pasando esa época del año 1916, no encuentro nada especial, pues la hegemonía conservadora era dueña de Colombia y al morir Uribe Uribe volvieron a quedar desorientados los liberales, de manera que mi padre siguió luchando, especialmente con los campesinos, con quienes había sido tan bueno solucionándoles todos sus problemas, especialmente de dinero, sin utilidad alguna les prestaba y ellos no creían sino en él; esa fue la causa de que le eligieran senador porque el pueblo no quería votar por ningún otro. Por eso tuvieron que incluirlo, a sabiendas que no asistiría. De allí surgió la rebatiña si así puede decirse, por su  remplazo en la que él no tomó parte. Recibió adhesión de todos sus amigos, de muchos políticos del país pero lo del suplente tuvo tropiezos porque deseaban que fuera otro y no Camilo. Más adelante buscaré  algo que ilustre esto.

Mi  papá era un lector infatigable y escribía sus memorias muy limitadas y resumidas cuando le quedaba tiempo, porque a él  acudían tantas personas diariamente, sin distingos de ninguna clase,  que ese mismo tiempo para él fue muy corto.  Discutía igual con liberales que con conservadores y éstos mismos le consultaban a veces por los candidatos que les enviaban sus jefes para ellos saber por quien votar, cual era el mejor de los godos.

En la vida de nuestro padre siempre encontrábamos pasajes encantadores, interesantes y nos entretenía  relatando  parte de lo vivido en su soltería, pues de casado  nunca se ausentó del hogar, solo cuando iba por mercancía a Manizales.  Para él también  era diversión comentar con sus hijos sobre espantos y visiones y era un deleite escucharlo.  Y había cosas que él decía que eran realidad, pero ahora no hay quien crea en ellas.

 Y en las tertulias agradables en su oficina escuchamos por primera vez las carcajadas de Otto Morales Benítez y la charla amena de don Olimpo, a quien mi padre conocía desde tiempo atrás. Recuerdo también  a Jaramillo Giraldo, buen amigo que fue y a Camilo Mejía a quien reconocimos  como muy merecedor de todos los ascensos que tuvo en su vida política. Estuvo muy cerca a su pueblo y los campesinos de Pereira le querían con sinceridad.

Mi padre fue quien empujó a Lucelly García a que tomara parte en la política y ya usted conoce la trayectoria. En cambio, a mi,  no me lo permitió.  A veces pienso que Lucelly pueda ser tia suya por lo que conocí a Enrique Cardona y sé que está casado con una de las hermanas de Alicia.  Ya me entrometí en sus cosas. Disculpe.

Lo que hubo hasta el año treinta ha sido poco. De ahí en adelante voy a enviarle con esta, todo cuanto mi papá escribió  sobre cada uno de los aconteceres y  el parecer que de ellos tuvo. Los escribiré textualmente pero creo que no todo se puede publicar y de eso podríamos hablar más tarde

Antes de matar a Uribe Uribe, mi padre le escribió el 4 de noviembre de 1913 pidiendo mejoras de correo. Y contestó Uribe:

“Estimado  señor y amigo:

Al regresar del campo encontré aquí su atenta carta de lo del pasado y ahora mismo me dirijo a don Rufino Gutiérrez, Director General de Correos y Telégrafos, para ver si enmienda el mal de que ustedes se quejan con tanta justicia.  Consérvese bien y mande como guste a su servidor y amigo.

Rafael Uribe Uribe”

De  aquí adelante todo será copiado  tal cual mi padre lo dejó, sus opiniones sobre la política de esa época hasta nuestra salida de Santuario.

Voy a contarle un caso muy curioso. Mi esposo es conservador igual que toda su familia , pero es un hombre culto, sin sectarismos y muchas ideas liberales. Charlaba con mi padre, hablaban de política y de todos los aconteceres de la vida, del hogar, del país.  Un día hablando de luchas y guerrillas , recordaban lo  violento  que había sido el combate de “El Silencio” y mi padre comentó que se habían enfrentado  a un coronel Alvarez, bravo y valiente, conservador, que los había derrotado. Mi esposo dejó que hablara y cuando terminó le dijo: ese coronel era mi padre. Como quien dice los dos abuelos de mis hijos estuvieron frente a frente en el combate de El Silencio.

En diciembre 13 de 1937 fue asesinado Marco Tulio Escobar en Peralonso.  Y ese mismo año, asesinado, también,  su cuñado Juan Manuel Gaviria,  cosas que a mi papá  le afectaron bastante pues eran miembros prestantes y honorables en todo el sentido de la palabra.

En noviembre 21 de 1941 fue mi papa nombrado delegado principal a la Convención Liberal a reunirse en Bogotá y delegó  en un señor López. Mi padre decía: “ La verdadera Trinidad; Naturaleza, Universo y Tierra. Más interesante, la última, porque nos facilita el tránsito por la vida: brotándonos, sosteniéndonos y absorbiéndonos”. Una verdad substancial. Y otra: “Cuando el enemigo tira con plomo no se le puede repeler con serpentinas.”

También: “ El Concordato fue ley 35 de 1888, sancionada el 27 de febrero del mismo año y suscrito por el cardenal Rampolla, por parte del Papa y Joaquín Vélez, por el gobierno. Sancionado por el presidente Rafael Nuñez, ateo por convicción, católico por conveniencia,  traidor e infame. Después de que este Judas representó  al liberalismo en el poder, cuando vio  que no le alcahueteaban sus picardías, buscó refugio entre los conservadores, fue a arrodillarse a l pie de la sotana el bígamo del Cabrero, suplicando que lo dejaran casar otra ve. De Allí nació el Concordato: $100.000.

En enero  18 de 1941 salió un comentario hiriente contra los concejales, en el periódico “La Trinchera”, de Santuario y el pueblo  que respetaba y apoyaba tanto a mi papá quiso hacer una manifestación, pero temiendo disturbios, fue suspendida por los mismos agraviados. De Bogotá, Gabriel Pérez Uribe y Alfredo López Velasquez organizaron una venida a Santuario pero no recuerdo,  a más de estos, quienes vinieron ni que intensidad tuvo la ofensa.

¿ Sabe una cosa? No olvido algunas circunstancias que me haya sido placentera. El 16 de abril de 1943, uno de los cumpleaños de mi papá , que siempre festejábamos, le fue obsequiada una serenata por Marino Mejía, Lázaro  Arango Angel, Emilio García, Hernando Henao, doctor Alfonso Tobón Valverde, con unas canciones, que cuando las oímos, se aviva el recuerdo de nuestro padre.

Bueno, ahora viene lo sustancial. Con la muerte de Gaitán, se desató una ola de pasquines,  de amenazas y Santuario fue el último pueblo que cayó, porque su gente resistía las ofensas hasta que empezaron las matanzas de gente buena, de campesinos que veíamos entrar acompañados de sus familiares y cuando traían uno, decían:  atrás vienen más.  Se lo pasaban de finca en finca, asesinadas personas tan sanas,  yo no sabía quien era liberal  o conservador,  no había rencores ni fanatismos,  era una población  que parecía un edén.

Que sabroso se vivía ahí. El club era frecuentado a diario  por la noche, nos encontrábamos con los amigos, que eran todos, bailábamos, organizábamos fiestas, todo era alegría hasta ese día fatal.

Esto es de reserva: en los bajos de la casa de nosotros, cuando mataron a Gaitán, tenían sus oficinas  dos conservadores:  Pastor Cano, que hoy tiene como 90 años y vive en Medellín y Luis Homero Medina Peñuela casado con Mery Carrasquilla, santuareña.  Dos veces los visitó Gilberto Alzate Avendaño tratando de hacerle jefes de la violencia o al menos que se salieran de ahí para iniciar la persecución, y a pesar  de que llevaban tanto tiempo ahí desocuparon. Pastor se fue para los bajos de su vivienda y Medina montó su oficina enseguida de la cárcel donde estaría más protegido. Después de que todo quedó hecho en mi pueblo se fue Medina para Belén de Umbría adonde también viajó el padre López de los Rios, sin tener ninguna duda fue quien patrocinó  la violencia en Santuario. Allá murió o lo murieron según cuentan.

De Apía donde se reunían los que iban a atacar a Santuario, el Jarretón, Heriberto Rodríguez, ya se me olvidaron otros apodos, terribles, se venían y entraban de noche en mi pueblo gritando vivas  a la Virgen, y nombraban todos los malos cuyos nombres  se me olvidaron, haciendo disparos, haciendo detonar algunas bombas, especialmente en la casa de Abelardo Gallo y no faltaba el muerto o los muertos continuamente. Cuando en mi casa jamás se había cerrado el portón  porque nadie nunca robó nada, desde ese día permaneció bien ajustado, con llave y con las seguridades requeridas.

Mirta: yo iba a la iglesia todos los días a la hora que pudiera. Una tarde, por ahí a las 6 p.m  entré por la parte que da a la plaza. En ese momento oí  que gritaban y aunque mi casa estaba el frente de la iglesia, por la calle, me dio miedo salir y cerré con llave  esa puerta del templo dizque para qu o entraran y me fui a la sacristía. Cuando me asomé  a ver si podía salir, me quedé  pasmada viendo al cura López en el atrio conversando con los reconocidos violentos de Santuario en tanta camaradería que se confundió ese atrio y su gente con el infierno.  Abrí entonces la puerta y  Jorge Cock que estaba de registrador fue quien me llevó a la casa. Que horror ¡  Nosotros estábamos para enloquecer, temiendo por mi papá, por la familia, por todos mis hermanos y tuvimos que salir huyendo, abandonando nuestros haberes, fincas y demás propiedades de mi padre, pues no teníamos en que llevarnos todo. Y luego vender a menos precio algunas cosas y otras dejarlas abandonadas: muebles, la mayor parte, reliquias indígenas, aperos finísimos y no sé que más, tal vez será mejor no saberlo nunca.  A Jorge Cock lo  salvó mi esposo, no nos habíamos casado, pero supo que lo iban a matar, Darío, mi esposo, emborrachó a los clientes mientras él huía,  muy a escondidas.

Otra cosa que recuerdo fue la entrada  de políticos como Silvio Villegas, un Botero de los Ríos y  otros muchos y empezaron sus discursos desde el balcón de la casa cural, diciendo que Caldas era un lago azul y que solo faltaba Santuario para convertirlo en un mar. Como  había un chofer que hizo mucho por el pueblo, salió a volandas para Pereira y avisó al ejército, al comandante, quien envió tropa y tuvieron que esconderse sin terminar los discursos, los políticos mencionados. Al requisar encontraron en las llantas, cantidad de armas y algo más.

Yo iba mucho a Apía de paseo adonde unos primos. Estando allá anunciaron la llegada de los mismos políticos; los recibieron en la casa de una familia conservadora, muy amiga mía. Yo no sabía de que se trataba, me invitaron como única liberal  a la comida. Fui,  más que todo para saber que irían a hablar. Las ventanas de la sala estaban cerradas porque afuera gritaban contra ellos, abajos.  Los postigos eran pequeños y estaban abiertos pero con vidrios. No le miento. Lo digo porque lo vi.  Silvio Villegas le dijo  a la señora dueña, que estaba haciendo mucho frío, que cerrara los postigos, a lo que ella contestó que tenía vidrio.

Lo más grave que ocurrió y que sí atemorizó a todos fue la llegada, primero de un teniente de la policía, sanguinario, que muy poco después fue decapitado en La Dorada, pues además de sus fechorías, habíase hospedado en un hotel donde se llevó  la esposa del dueño para el cuartel. Dicen que ese marido fue quien ejecutó  la venganza.

Lo grave que ocurrió fue la llegada de los chulavitas. Hasta ahí se pudo sostener el pueblo.  Entraron unos veinte policías boyacenses con machete terciado, con lazos, vestidos como apaches y arrestaron al alcalde y a todas las autoridades incluyendo la policía del pueblo.  Los metieron en un camión, los llevaron hasta Pasto sin dejarlos bajar en alguna parte mientras ellos organizaban sus fechorías. Terrible, el acabose. De ahí en adelante la huída y la posesión del pueblo por ellos, nombrando  a quien querían en los puestos y las autoridades de la población y los grandes del departamento y el país, aceptando  cuanto ellos pedían.  Eso fue lo grave, ni aquí ni allá había protección alguna. Nos fuimos a Cartago, me casé y me fui a La Dorada donde mi esposo abriría una sucursal de la Caja de Crédito Agrario. Vivimos nueve meses y salimos para Manizales, con dos hijos, el mayor, Hernando, que hoy es presidente de Diners aquí en Bogotá y la segunda nacida en La Dorada, de donde salimos cumpliendo la pequeña dos meses de nacida.

Antes de viajar a La Dorada le pidieron a Darío, mi esposo, que permaneciera en Santuario, ya que él conocía todo el personal y  se iba a perder un capital grande por la salida de tanto campesino. Había manzanas donde solamente quedaba una casa ocupada y naturalmente, por un conservador.

Al casarme regresé allí, sin salir,  Darío se pasaba rápido de la oficina a la casa pues era una soledad terrible.  No se cuántos liberales pudo salvar Darío de que les quitaran la vida, avisándoles o muchas veces saliendo con ellos un tramo de la carretera para que no se perdieran. Los que perdieron sus fincas con la rapiña de los malhechores, son incontables. Nadie se atrevía decirles que se las pagaron, pues serían muertos o lo fueron bastantes.

Mi familia, en Cartago no duró mucho, tres o cuatro años y viajaron luego a Ibarra donde tuvieron una acogida maravillosa, encontraron colombianos con quienes hicieron buenas amistades, entre ellos Carlos Silva quien trabajó, creo,  que en los ferrocarriles en Cali y a Carlos Giraldo con quien estábamos tan ligados que al regresar a Colombia y aún hoy, tenemos amistad con algunas personas de su familia, pues él murió hace algún tiempo.  Era padre de Hector Giraldo, el abogado que fue de los Cano, de El Espectador, y a quien mataron por estar investigando el crimen de Don Guillermo.

En Ibarra compraron una finca maravillosa que al venirse cambiaron por algo que no pagaron. Mis hermanos compraron en Santo Domingo, tierra de los indios colorados, de ojos azules y buenas propiedades, pero era un poblado muy pequeño que fueron ocupando los colombianos y hoy dicen que es una ciudad muy hermosa.   También perdieron esa propiedad o la vendieron por centavos, en todo caso, vivían felices y no entendí ni entenderé  porque se llenaron de nostalgia por su tierra en esa  época cuando aún quedaba hirviendo la violencia y tendrían el mismo peligro de antes.  El dinero fue poco, apenas para sostenerse, tienen una casa grande y amplia pero muy vieja, en San Fernando,  y otra casa en Palmira, en la plaza Bolivar, bien situada pero muy poco les da porque no han sabido explotarla. No la han vendido, están despreocupados  para hacer algo y viven apenas con lo necesario.  Hemos sido muy malos negociantes, muy conformes  . Nos ha hecho falta ese papá tan especial.

Si no hubieran regresado, hoy estuvieran disfrutando de una vida holgada y al lado de gentes maravillosas De Allá llegaron a Palmira a casa arrendada para  trasladarse a casa comprada que hoy ocupan y donde mi padre murió el 21 de noviembre de  1965, habiendo estado enfermo solo una semana, con una gripa  que se complicó y gracias a Dios, no tuvo sufrimientos de aquellos, que, al prolongarse la enfermedad, ya no son agonizantes sino muertos en vida.

Al llegar a Palmira y luego a Cali, mi padre nunca más salió de la casa, habiendo llevado una vida tan activa en Santuario, el peluquero  iba cuando lo llamaban, el médico,  Vallejo Uribe, lo tomó como un miembro de su familia y jamás le desamparó, ni a él ni a mis hermanas que viven en Cali. Basta que le hagan una llamada y no hay que  repetirla porque enseguida llega con el mismo cariño e interés de siempre.

Cuando salimos de Santuario vivimos en una casa en Cartago que había sido un Teatro, frente al Hotel Patria, grande, amplia, segura, fresca, muy agradable. Estando allí me casé y me fui, primero a Santuario, como antes lo dije y luego a La Dorada donde Darío abriría la sucursal de la Caja Agraria y de donde a los nueve meses, ya con la segunda hija, nos fuimos para Manizales y de ésta, después de cuatro años a Bogotá.  El error grande que cometimos fue no habernos quedado en La Dorada.  Qué remordimientos nos atormentaron por esa decisión que yo no aprobé.

El seis de marzo del mismo año en que murió mi padre, murió mi hermano mayor Alejandro.

Alfonso Bonilla Aragón, a pesar de que no conocía a mi papá, sabía de su vida y al morir mi padre, escribió en El Pais lo que ya le envié  firmado por Birlibirloque, su seudónimo de entonces y que nosotros agradecimos inmensamente, ya que  muchos de sus antiguos amigos o no supieron que había fallecido o no tenían ya interés en manifestar algo, pues ya  no tenía el poder de antes. Y mire usted, como son las cosas de la vida: Nora Pereira, la esposa de Alfonso Bonilla, estudió conmigo en Cali, en el Colegio  de Lourdes, un gran plantel,  con un profesorado  que ojalá otro lo hubiera tenido. Alguna vez  en El País salió un comentario de que el único colegio que tenía profesores hombres, a lo que yo contesté que el nuestro también y con mucha categoría, como que estaban, entre otros, el doctor Alfonso Rumazo González, gran escritor, que hasta hace unos dos años, cuando recibí la última carta de él, me contaba que estaba por publicar su libro 29 y vivía como embajador en Caracas.                   

Tuve correspondencia con él después de que me retiré del colegio, porque él y su esposa Lupe, fueron muy especiales conmigo  y me invitaban a los buenos espectáculos a que ellos asistían.  Fue asiduo visitante del colegio, porque Enelia Rivera, la Directora y propietaria del plantel, acogió a José María Velazco Ibarra, cuando  huyó del Ecuador y se vino con Rumazo, que era su ministro. Pero hablaba  de Bonilla Aragón; empezó a pretender a Nora cuando estábamos estudiando  y la primera carta que él le escribió pidiéndole que fueran novios, me tocó escribirla a mí porque Nora era tan joven y él le escribía tan bello, que no se atrevió a escribirla ella. En mi vida hay cosas tan bellas y tan especiales que quisiera que muchos las conocieran, pero no tengo tanta vanidad.

Sigamos:  mi madre llevó su viudez con tanta entereza, pues decía que quería seguir viviendo  para acompañar a sus hijas en la orfandad y murió el 31  de mayo de 1977 en igual forma que mi papá, en pocos días, tal vez una semana y sin mucho sufrimiento. Había sufrido  una caída hacía unos siete u ocho años antes, se rompió el femur, fue operada, se sobrepuso y volvió, a esos años, a caminar sin bastón. Fue tan bella su curación, sanó tan bien, que su sobrino, Rafael Bolaños, residente en Manizales, tuvo que sacarle el clavo que le habían puesto porque estaba estorbando.

Y como esto es una revoltura, le cuento que Camilo Mejía Duque respetaba a mi papá y  le apreciaba de verdad, fue un gran amigo y tuvo un excelente manejo desde el Parlamento, llamándole siempre Jefe.

Y ahora que he leído: “Registros de Historia” encuentro que Gerardo Arias y muy especialmente Cástor Jaramillo Arrubla, fueron cómplices fanáticos de toda la violencia.  Una vez que hubo en Santuario  abaleo, que se tomaron una parte del pueblo, de la gente más pobre e indefensa, entrando a sus casitas, sacaban los colchones y los quemaban, le daban machete a las camas de madera bastas, y sabe, le cortaron la cabeza a todo Cristo que encontraban. Llamaron de inmediato al Cástor, fue, vio todo y creo que llegó a Pereira a celebrar el triunfo de sus pupilos. Fue una burla infame. Y el comandante  Gaviria Montoya no fue mejor. Estuvo en Santuario también,  antes de don Cástor, se hizo atender, lo primero que pidió fue una entrada de piña para comerla con sal y disfrutó sin importarle un higo la situación del pueblo. Voy a enviarle una carta que escribieron o enviaron firmada por todo lo bueno que había y encabezada por mi papá.  Paraa qué?- De nada sirvió porque las autoridades eran las cabecillas de la violencia.

En Santuario hubo personas muy  honorables. Pablo Gutiérrez, conservador firmaba cuanto mi padre enviaba contra la godarria y salió también con los liberales  igualmente ofendido por las barbaridades de sus copartidarios. Un sobrino de él, Felipe, se fue al Seminario, yo ni lo conocía, pero cuando por primera vez me lo encontré en la iglesia, estando en misa, me dijo: usted que hace aquí. Ya se podrá imaginar que clase de sacerdote será, que yo, por ser liberal, no debía estar en el templo. Cayó tan mal , que ni lo volví a ver y parece que lo sacaron rapidito.

En otra ocasión fue a Santuario el franciscano Francisco Franco y se le ocurrió ir a la oficina de mi papá  y trató de coger unos libros para quemarlos, no recuerdo si alcanzó a dañar alguno,  pero no se imagina lo que iba a ocurrir en ese pueblo, hubo que llamar al padre Vélez, creo que de Riosucio, me decía que era liberal y que monseñor Concha también, y cuando Concha estuvo en Santuario y le ofrecieron una copa en la casa cural, me dijo el padre Vélez; háblele de política que él es liberal y le gusta que le alegren el oído. Siendo hijo  de José Vicente Concha, si era raro que hubiera salido liberal. Santuario fue muy de buenas con los sacerdotes, pues de lo que yo recuerdo estaba Gonzalo Gutiérrez Isaza, no era buen orador, pero bella persona y distinguido. Estuvo muchísimos años y fue sin mancha en su ministerio.  Mucha parte de su familia vivió en Santuario  y tuvieron una finca por San Rafael, a la salida para Apía,  propiedad que conservaron hasta hace poco, pues las sobrinas de él , hijas  del doctor Emiliano Gutiérrez y  de Natalia Latorre, quienes viven aquí, una de ellas me contó  que ya habían empezado a matarles los administradores y  a ella, Beatriz, la habían amarrado para asustarla y lograr que  les vendieran. En vista de eso, resultó un señor de Apía que les compró  por seis millones, cuando su valor puede ser tres o cuatro veces mayor.  Y sabe cómo llevó el dinero a Santuario?. En efectivo en un costal, tuvieron que cerrar la Caja Agraria mientras lo contaban. Ese señor murió o lo mataron, lo mismo que a varios agregados e hijos, estaba resistiendo el último hijo, pero no he sabido  más.

Otra persona muy importante fue don Jesús María Gómez, salía poco de su casa, vivía leyendo, un hombre culto que tenía una granja en Cali que le administraba Ignacio Gómez y allá tuvimos antes de él casarse, unas parrandas deliciosas. Con él trabajaban los padres de Lorena Alvarez, la miss  Colombia; su madre era o es de Santuario, hija de don Fulano Moreno.

Me dice Darío que San Cancio fue de su abuelo, una gran extensión y que posiblemente pasó  a manos  de otras personas antes de comprarlo Luis Horacio.

Voy  a darle la opinión de lo que es el Santuario de hoy.  No hay un líder, no hay una persona de edad suficiente como para enrumbar la juventud hacia algo positivo, a pesar de que hay dos colegios de bachillerato y pude conocer dos o tres profesores muy calificados. Pero es que han pasado 40 años y no se ve un grupo de personas que puedan darle un cariz de altura a la sociedad.  Me refiero al conglomerado actual y que no lo sepan, que no conozcan mi opinión, porque al presentarme el libro allá, en su Club, me atendieron bien, pera ahí fue donde me dí cuenta que había un gran abismo entre el Santuario que dejamos y el actual. Lástima que ese pueblo no lo hubieran localizado en lo que se llamó La Marina, hoy sería una ciudad floreciente debido a la topografía, que en ninguna manera favoreció al que fue elegido por los Ortiz.

Tengo una monografía del municipio de Apía de 1935.  Hay mucha fotografía, la escribió Enrique Alzate Parra.

Mi padre, con Cristobal Nichols y otros aficionados al espiritismo, hacían sus  buenas sesiones, serias, y mucho de lo que salía en “El Pendón Rojo”, otro de los periódicos, lo tomaban de esas sesiones. Alguna vez preguntó mi papá si había Dios y la respuesta fue esta:

“El Padre de la vida es un misterio

como la vida es otro, al empezar,

en  la jornada también es misterioso

y misterio también el acabar.

Dios es la fuente donde mana a lotes

un torrente de espíritu inmortal,

Por eso es El la fuente inagotable

de donde salen mares de bondad.

El alma, señores, juguetona,

le gusta picotear de flor en flor,

se remota a las cumbres del empíreo

pero siempre reconoce a su Señor.

 

El relato anterior lo hizo don Alejandro Ramírez.

 

Santuario empezó a fundarse en 1886, a raíz  de la guerra de 1885. Los primeros que pisaron  esas tierras fueron Tomás Medina, Julián Ortiz, Fermín Vásquez, Fausto Ortiz, Alvaro Holguín, Filomena Ramírez,  Juliana Ortiz y el mismo Alejandro Ramírez.

El nombre de San Rafael  se lo dio Tomás Medina cuando venía trochando traía una botellas de vino San Rafael y a orillas de la quebrada se tomaron un trago y convinieron con dejarle ese nombre.

Anacleto Osorio trazó la plaza. Marcaron los solares y Julián fue el encargado de venderlos a dos pesos cada uno, por cuenta  de la sociedad de fundadores. Otros llegaron después y por no pagar se fueron al Encanto a tratar de hacer otro pueblo.

En 1888 el Concejo de Anserma elevó el caserío a la categoría de Comisaría Mayor y al efecto Eloy Rivera, que era el alcalde de Anserma, nombró comisario a don Alejandro Ramírez Cardona. En 1889 Clemente Díaz, Prefecto de la Provincia, lo elevó  a Inspectoría y el mismo Díaz nombró  para inspector a Alejandro Ramírez.

Los sacerdotes que ha tenido Santuario: Mantilla, quien bendijo la primera capilla; Maza, Estrada, Tirado, Guzmán, Loaiza, Botero, Villegas, López, Gutiérrez y Vélez. Siguieron los de la violencia. La iglesia actual la bendijo Guzmán.

La primera maestra Ildefonsa Restrepo.

Primer personero: Celso Ossa, mi abuelo.

Primeros concejales: Eladio Cortés, Nicolás Bedoya, Tulio Escobar, Alejandro Ramírez, Francisco Franco, Jesús María Lenis, Alejandro Uribe, Nicanor Sierra. Todos mayores que mi papá.

El juez de circuito creado en 1912 e inaugurado en 1907 fue Jesús Villegas, hermano  del cura Villegas.

Esos son datos de Alejandro Ramírez que vivió  desde los comienzos.

La primera casa construída fue la de Julián Ortiz, la segunda de Pedro Nolasco y luego la de Lope Zapata en la calle de la  Violeta.  La primera estuvo  donde hoy vive la viuda de Luis Sosa, la tercera fue de Ramón Cano, la cuarte de Enrique Ortiz, la quinta de Álvaro Holguín por Charco Negro.

El primer comisario Custodio Montoya, el primer inspector Avelino Molina, el primer maestro Nepomuceno Mejía, el primer alcalde Jesús Villegas, el primer juez de circuito Audifacio Toro, el primer personero Celso maría Ossa.

Aquilino Ossa trazó y abrió la travesía del rio Mapa al alto del Yarumo, por la finca La Argentina.

Había mucho tigre y hacían daño. El uno lo mató Lope Zapata en la finca que era de Eladio Cortés, lo mató con trampa y escopeta, la hembra la mató Cecilio Aguirre, en lo llamado hoy Crucetas, en una trampa de hoyo, la dejaron varios días viva para que la conocieran los guaqueros.

Eso todo lo he encontrado, me pareció curioso y por eso lo incluyo, pues fue dicho por gentes fundadoras.

Espero que me conteste pronto, me diga que le falta y hasta la próxima con todo gusto.

Un cordial saludo

Inés de Álvarez.

 

 

Comentarios

  1. Porque el municipio de Santuario se llama asi?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tengo entendido que desde la llegada de los españoles al territorio ellos le llamaron El Santuario de Guazuze (como lo conocían los nativos) ya que en el lugar habían muchos entierros. De allí proviene el nombre de Santuario.

      Eliminar

Publicar un comentario