GIRARDOTA Y PEPE SIERRA

 

Alfredo Cardona Tobón*
                                                          Pepe Sierra
 

El tren sorbía  distancias por los cañaduzales y entre el humo  se perfilaba mucho más allá del Ancón la vereda de San Esteban, en territorio del milagroso “Señor Caído”. ¡Aquí  nació Pepe Sierra¡- Exclamaban  con orgullo sus vecinos , y no era para menos, pues ese campesino de rasgos arios, de alpargatas y sombrero de caña, con sudor e ingenio, con osadía, visión y tenacidad llegó a ser uno de los mayores empresarios de Colombia.

José María Sierra nació en el año 1848 en un hogar  campesino y en 1921 murió en Medellín entre el cogollito de la sociedad antioqueña. Su lema fue ¡Trabajar y trabajar! en forma tal que mientras sus hermanos jugaban billar y enamoraban en Girardota, José María Sierra araba el lote que le cedió su padre para sembrar caña y en los fines de semana, cuando sus jóvenes amigos se dedicaban a la francachela, José María o Pepe, como lo llamaban,  cargaba la yegua de la finca para viajar a San Pedro a vender su panela y regresar  con una carga de papa  que realizaba en su pueblo. Así empezó  Pepe sus negocios y se adentró en el mundo de la arriería donde  a fuerza de trabajo honrado se ganó el título de Don que lo identificó con respeto en todos los escenarios. .

Pepe Sierra desarrolló  la ganadería nacional con razas de selección, tuvo los gallos más fieros y los mejores caballos, fue el zar de la panela y propietarios de modernas  destilerías o sacatines donde producía aguardiente que distribuía en numerosos estanquillos. Pepe Sierra financió gobiernos, remató impuestos y amasó  una enorme fortuna representada en las mejores tierras de la Nación. Este capitalista  no regalaba nada, todo había que ganárselo a pulso. Cuentan que en Bogotá, ya en  medio de la  crema y nata de la cachaquería, una comisión de  encopetadas damas fue a solicitarle auxilios para la “Gota de Leche”. Pepe Sierra las recibió amablemente y al conocer el motivo de su visita les dijo: “Vean una cosa, yo les doy un consejo que vale más que toda la leche de mis vacas. Oigan señoras: no se pongan a cuidar todos esos negros con leche porque  se alzan, yo en Girardota y Barbosa los tengo a ración de aguadulce y ya no puedo aguantarlos”

Pepe Sierra cambió su atuendo campesino al radicarse en Medellín y usó frac y cubilete cuando se codeó con los Holguín, los Concha y demás familias del churubito bogotano, donde los respetaron  por su sagacidad y enorme poder económico. Sin el dinero de este potentado paisa los conservadores no hubieran podido doblegar a los liberales en la Guerra de los Mil Días, pues las arcas del régimen  estaban exhaustas  y era imposible sostener  al ejército y atender las mínimas necesidades del Estado.

Poseer fincas, ganados, hacer edificios, cultivar, hacer negocios fue la vida de este millonario  “al sol y al agua”. Como dice su nieto Bernardo Jaramillo, Pepe Sierra primero amasó la fortuna en el campo, luego lo consolidó en remates y al final lo invirtió en bienes raíces para conquistar el Valle de Aburrá, La Calle Real, La Sabana de Bogotá y el Valle del Cauca.

Pepe Sierra  cubrió el feraz suelo de Girardota y de Barbosa con caña  y  la panela y el aguardiente fueron las puntas de su imperio; no robó al erario, pero se llevó en los cachos a los negociadores oficiales; no traficó con  drogas, detestó al café que consideró negocio de pobres; compró tierras y más tierras, las mejores de Antioquia, el Valle, Tolima y Cundinamarca; no tuvo piedad en los negocios, fue austero pero no tacaño y con conocimientos muy básicos manejó sus innumerables empresas. Cuentan que su ortografía era pésima. Un día escribió “acienda”  en un documento y alguien le recriminó el error, ante lo cual respondió: “ Yo tengo setenta “aciendas”  sin h,  cuénteme cuántas tiene usted con h?
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Pepe y los demás Sierras están entretejidos en el alma  de Girardota .Entre sus personajes figuran  monseñor  Manuel José Sierra, primer rector de la Universidad Pontificia Bolivariana y Gustavo Sierra Ochoa, un militar  que se perfilaba como sucesor de Rojas Pinilla, hasta que en 1947 pereció en un confuso  accidente de aviación en Guachiral, Meta

 La caña, la panela y el aguardiente fueron las improntas  de  los hermanos Sierra en la mentalidad  de  Girardota. Las abuelas recordaban con escozor  a las mulatas de Hato Grande que   en las fondas camineras de nuestras trochas de colonización  repartían besos y el  aguardiente tapetusa que  aprendieron a destilar en los  sacatines de Girardota.

Al contrario de otros latifundistas como Pedro Orozco o  José María Aranzazu,  Pepe Sierra no acumulaba tierra porque sí, la ponía a rendir utilidades que se sumaban a las producidas por el monopolio de la sal marina en Antioquia y del hielo en el departamento de Panamá .El sagaz empresario estableció el Banco de Sucre, fue uno de los mayores accionistas del Banco Central y empresario financista de los ferrocarriles de Amagá y del Pacífico

Este paisa se impuso sobre las marrullas de los políticos y como ellos manejó  triquiñuelas que hoy serían ilegales, por eso se le ha tildado de aprovechado y ventajista. Como sea, lo que no pudieron hacer los enemigos armados lo hizo  Pepe Sierra al enfrentarse él solo  contra los presidente  Reyes y  Jorge Holguín y hacer tambalear sus gobiernos. La memoria de este antioqueño está viva en  Girardota, Medellín  y Bogotá. En su pueblo natal, donde se mezcla el aguardiente con el agua bendita, la imagen de Pepe Sierra  destaca en un mural del parque central; en Medellín patrocinó el Hospital de San Vicente,  en Bogotá  su nombre perdura en la  Avenida Pepe Sierra, en  un museo en El Chicó y en la hacienda Yerbabuena, cedida por su hija Clara al  municipio de Sopó  y   convertida después  en  la  casa de campo de los presidentes de Colombia

En la Catedral tiene su sede el  “Señor Caído” traído  en 1767 de Popayán por el padre Carlos Molina para ablandar a los  jueces  que lo procesaban por los malos tratos a sus esclavos. La imponente catedral de Nuestra Señora  del Rosario  junto con los trapiches y las cantinas  mueven la economía de Girardota que sigue siendo un pueblo pese a su cercanía con Medellín.

Girardota y Pepe Sierra son parte de la misma estrofa; es  difícil  imaginar otro pueblo  godo y  rezandero como  cuna de este empresario nacido de gente guapa y aventada que tiene al negocio como santo  patrón y pone de fiador al mismísimo Señor Caído...

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