FRAY EZEQUIEL MORENO EN LA GUERRA DE LOS MIL DIAS



Simón Chaux.

 
                                                              Fray Ezequiel Moreno

El  primero de diciembre de 1899  el presidente San Clemente expidió un decreto ordenando una contribución  para sostener la guerra que se libraba contra los liberales colombianos. Al departamento del Cauca se le fijó una cuota de $150.000.

Pese a la alta cuota solicitada, el Obispo de Pasto, Ezequiel Moreno, escribió al presidente para que aumentara la contribución,  argumentando que  al Cauca podían llegar auxilios del presidente ecuatoriano Eloy Alfaro para fortalecer a los revolucionarios.

Como Sanclemente no obró de acuerdo con el obispo, éste puso a disposición  de los jefes militares de la región las arcas del tesoro de la diócesis. Personalmente recogió las contribuciones para comprar armamento y  dotar  los batallones conservadores. Alentó con sus prédicas a los reclutas del gobierno  que se preparaban para el combate y siguiendo la costumbre colonial española instó al Cabildo de Pasto a declarar como gobernadora de la ciudad y patrona de los regimientos gobiernistas a la Virgen de Las Mercedes, imagen venerada en Pasto desde el siglo XVII.

“ La guerra actual- decía-  se hace no tanto al gobierno de la república cuanto a la religión de Jesucristo y por eso se presentan  en grupo  numerosos cristianos  pidiendo armas, y dispuestos a derramar hasta la última gota de sangre en defensa de la religión.”

Los descalabros liberales no atemperaron el ardor belicista  del Obispo que impulsaba una cruzada para doblegar todas las manifestaciones guerreristas o de paz de los liberales.

En la Cuaresma de 1900 habló sobre los efectos benéficos de la guerra y  la conveniencia de persistir en la misma. “Dios- explicaba en una pastoral-  nada hace ni puede hacer sin proponerse un fin  en lo que haga. El fin que tiene Dios en la permisión  de la actual guerra es castigarnos, pero  ¿ es ese un fin único y último?-

Nadie ignora lo que es el liberalismo  y lo que busca, criado y fiel servidor   de la masonería, hace guerra a Dios, a su iglesia y  a todo lo bueno  por medio de una prensa impía y soez,  dictando leyes ateas que sanciona el error y el vicio.

Si el liberalismo, pues,  hace guerra a Dios,  deber de todo católico  es luchar a medida de sus fuerzas.”

La virgen  de Las Mercedes de Pasto
 
Todo lo contrario a fray Ezequiel Moreno hacía monseñor Bernardo Herrera, arzobispo de Bogotá,  que llamaba a la concordia entre hermanos.

Ezequiel Moreno ayudó a formar el Batallón de Cívicos con enemigos del presidente  ecuatoriano Eloy Alfaro y condenó todo tipo  de entendimiento  con los liberales. Años más tarde, terminada la guerra con el triunfo conservador, el Obispo de origen español cayó en la más  profunda pesadumbre cuando en el gobierno de Rafael Reyes se empezó a devolverles sus derechos, lo que le llevó a contestar un destemplado  mensaje al mandatario Reyes. Las autoridades eclesiásticas le instaron  a ir a Bogotá  a ofrecer disculpas al presidente, lo que hizo contra su voluntad, pues creía que Reyes le estaba entregando el gobierno a los enemigos de la iglesia.

Al fin el belicoso obispo, se retiró  a Monteagudo en Navarra España, donde prosiguió sus deberes pastorales hasta que un cáncer acabó con su vida.

Ezequiel Moreno dejó como testamento las condenas a los actos de Concordia y paz del gobierno de Reyes.  En cumplimiento de su última voluntad, expresada por escrito, ordenó que en su epitafio se colocara la siguiente inscripción: “ El liberalismo es pecado.”

Fray Ezequiel, ahora elevado a los altares de la iglesia católica hizo creer a sus fieles que haciendo la guerra se glorificaba a Dios.

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