LAS HUELLAS DE ÚBEDA EN ANSERMAVIEJO





Alfredo Cardona Tobón *
















 
La   historia de Ansermaviejo  reposa en los archivos apolillados del Cauca y en los archivos de España, esperando que alguien la descubra y dé a conocer el pasado de la aldea paupérrima del siglo XIX y de la ciudad  encomendera de la época colonial.


Los cronistas de la conquista hablaron de las crueles  hazañas de Jorge Robledo y en forma circunstancial se refirieron a  Ocuzca y a los demás combatientes nativos que dieron la vida por la libertad de su pueblo; apenas se mienta la avanzada de  Guntras en tierras chamìes,  y unos pocos reglones se ocupan de la aldea de Úbeda, una fundación establecida por los primeros vecinos de Anserma en la orilla derecha del río Cauca.




VOLVIENDO ATRÀS


En las cercanías de las  fuentes de sal explotadas en la época  precolombina, los indígenas de las regiones de Umbra y de Guacuma levantaron las aldeas de la sal de Opirama y Mápura: la primera ubicada a orillas del  río de ese nombre  y la otra, cerca del actual corregimiento de Irra.


Al empezar la época colonial los religiosos franciscanos establecieron las doctrinas de Tachiguí y de Quinchía al lado de las cuales se congregaron centenares de nativos dando vía a los caseríos  de Tachiguí y de Nuestra Señora de la Candelaria de Quinchía, que soportaron mangas de langosta y prolongadas sequías a través de varios siglos.


 En  1601 las tribus de noanames,  zitaraes y  chocoes se unieron a las tribus panches y atacaron a varias poblaciones españolas; arrasaron a Guntras y diezmaron  las comunidades de  Quinchìa, Guàtica y Tabuyo que  se enfrentaron  a los invasores pensando que la ofensiva era contra ellos. En el año  1684 esas mismas comunidades acompañaron al  capitán Don Diego de Bolívar, Procurador General de la ciudad de Anserma, en  su campaña contra los rebeldes del Citará y fueron cargueros y combatientes al servicio de los europeos en la larga guerra contra las tribus levantiscas del Chocó.


La región aledaña a Ansermaviejo  se despobló por la viruela y la gripe, los desplazamientos forzados,  la salida de los nativos a la selva profunda para escapar a los ataques y el reclutamiento en las tropas españolas. Ante tal situación el Oidor Lesmes de Espinosa y Saravia  en el año 1627 concentró  a los nativos sobrevivientes en  varios resguardos, entre los cuales estaba el  de Tabuyo, en cercanías de Anserma.


Como había tan pocos vecinos, en   1730  se agregó su doctrina a la aldea de Opirama. De ahí en adelante nada se sabe de Opirama ni de Màpura; un manto de olvido cubre la existencia de esas comunidades que parece se integraron a Guàtica y a Quinchìa. Tambièn desapareció  el pueblo de La Sabana a orillas del río Risaralda y al finalizar el siglo XIX los habitantes de Tachiguí se trasladaron a Arenales, hoy Belén de Umbría


 EL DESTINO DE ÚBEDA


La efímera vida de la población de Úbeda a orillas del rio Cauca va ligada al tormentoso pasado de la  Anserma encomendera, destino de frailes y aventureros,  pesadilla  de esclavos  africanos y de los  indios doblegados por la ambición y la crueldad de los cristianos.

En uno de esos días grises en la loma ansermeña llegó un soldado perulero con una princesa inca y en cualquier atardecer de 1570 pisó tierra ansermeña un  rústico vecino de Jaén con las alforjas llenas de oro o con una cuadrilla de africanos para arrancárselo a la tierra.


El recién llegado  ambicionaba títulos y tierras y para lograrlo acudió  a Andrés de Valdivia, un leguleyo de  palabra fácil y vastos conocimientos de las intrincadas leyes españolas, que lo representó  ante el Consejo de Indias  en los engorrosos y costosos trámites para conseguir la  gobernación de un extenso territorio situado  entre los ríos Cauca y Magdalena .


El acucioso e inescrupuloso abogadillo viajó a España con dineros de su representado. Tras un año de intrigas en la corte madrileña y en las dependencias de Sevilla, Andrés Valdivia regresó en 1571 a la ciudad de Anserma trayendo el nombramiento de gobernador, no para su cliente, sino a nombre suyo, engañando y traicionando a quien había puesto confianza en su buena fe.


Se ignora la reacción del rústico vecino. Nada se sabe del destino del engañado español; se conoce  por la exigua información conseguida, que Valdivia envolvió en sus redes a otros ansermeños  en su empeño de establecer la nueva gobernación.

Sin embargo la  dicha del embaucador no duró mucho; pues en 1572 el Consejo de Indias le entregó una gobernación selvática, ocupada por indios indómitos, sin jurisdicción sobre los pueblos y ciudades ya pobladas. No obstante  lo anterior, Andrés Valdivia enroló en sus huestes  a 46 españoles, veinte esclavos africanos y quinientos indios sometidos con los cuales cruzó el río Cauca, desbrozó terreno, tumbó selva, levantó chozas y dio vida a Úbeda  en las riberas frente a la serranía ansermeña.


Úbeda fue un mero espejismo, un sueño imposible en medio de un territorio malsano y enemigo. No había oro para robar ni tributos para cobrar; así,  en medio del calor y los zancudos, el  carácter de Andrés Valdivia, de por sí dicharachero y simpático, se fue tornando  agrio y malhumorado hasta convertirlo en un dictador odiado por todos.

El 16 de octubre de 1576, en plena temporada de lluvias,  los ruidos de los grillos velaban el sueño  de los residentes de Úbeda. De pronto una algarabía se confundió con el lejano aullido de los perros de monte y una turba coaligada de esclavos y aborígenes irrumpió en el poblado. Ardieron los ranchos, las pavesas encendidas se perdieron entre el follaje de la selva, la sangre española empapó las callejuelas y el Úbeda americano desapareció para siempre.




Fuente-
Diccionario Biográfico y Bibliográfico- Joaquín Ospina- pag 852-

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