LOS CLEMENTES Y SAN CLEMENTE- GUÀTICA-


Alfredo Cardona Tobón.

 


A finales del siglo XVI los españoles desplazaron los indios  del valle de Amiceca a las frías laderas situadas al norte de Ansermaviejo. El 8 de marzo de 1627 el Oidor Lesmes de Espinosa y Saravia ordenó a la encomendera María Rengifo la agrupación de esos nativos alrededor de la doctrina de Guática.

Cuando se  agotaron los filones de oro de Quiebralomo y las enfermedades y la violencia europea acabaron con las tribus del Chocó, los menguados habitantes de Guática pudieron malvivir en paz, libres de levas y mitas, en una tierra pobre que apenas daba una rala cosecha de maíz al año.

Llegó la Independencia y pasaron las guerras civiles del siglo XIX. Ni una ni otras afectaron a Guática: Su pobreza franciscana y la escasa población la situaban lejos de las ambiciones de generales y políticos. La situación empezó a  cambiar, para su desgracia, cuando aparecieron los paisas en busca de tierras  sin  zancudos ni plagas y con pastos para sus ganados.

Desde 1850 los antioqueños fundaron  en el Resguardo de La Montaña  una pequeña población que denominaron  Oraida .Después se desplazaron por el filo de la serranía de Cuscús, dieron vida al caserío de Llanogrande  e invadieron el Resguardo de Guática.

El ganado blanco orejinegro se regó por las lomas tomando posesión de la tierra, mientras bandas armadas  empujaban a los nativos hacia las partes bajas, y  leguleyos sin escrúpulos completaban  el despojo  de una manera legal.

En 1871 llegó a la zona de invasión el padre Ignacio Velásquez, un rudo sacerdote que en sus años mozos fue peón de carga. El levita atendió  a sus paisanos y se impuso la tarea de rescatar el alma de los sufridos  nativos,  pues sus existencias en medio de la miseria y  los abusos no parecían  interesar al cura ni a sus paisanos.

Los guatiqueños eran católicos . No en vano habían sostenido doctrineros desde los tiempos de España Pero según el sacerdote Velásquez estaban infectados por las orientaciones nefastas de los radicales de Quinchía y Cartago, quienes a más de ser anticlericales se oponían a la penetración  de la civilización antioqueña .

Al estallar la guerra de 1876  Velásquez se enroló como capellán de las tropas conservadoras de Marceliano Vélez. Tras la derrota  de sus copartidarios  el padre se refugió en Salamina. De allí lo sacaron sus superiores para evitar problemas con el gobierno  de Pascual Bravo, debido a la  intromisión política del clérigo.

 El padre Velásquez  regresó a Guática y con renovados bríos se puso al frente de la viceparroquia de la aldea de Pueblo Nuevo.

Por ese entonces Riosucio era capital de la Provincia de Marmato. Al frente de sus destinos estaban los hermanos Díaz, veteranos de las pasadas guerras, empresarios de alto vuelo y reconocidos hombres cívicos.

Clemente Díaz Morkum apoyó la colonización antioqueña de Guática. Al punto de Mismís llevó familias ultraconservadoras de Carmen de Viboral y  de Marinilla que se unieron a los ganaderos de Oraida para levantar el caserío de Pueblo Nuevo.

El objetivo de los riosuceños era establecer una cuña conservadora en  medio de los Resguardos liberales de Quinchía, Guática y Arrayanal. En esa forma podrían controlarlos  para neutralizar la acción de los radicales de Cartago.

En 1898 Pueblo Nuevo queda como cabecera de municipio con las aldeas de Guática, Arrayanal y Quinchía como corregimientos. Los paisas del distrito manejan el Concejo y la administración. Los recién llegados no satisfechos con las tierras que toman a la brava, tratan de apoderarse de las minas de carbón. Los  habitantes de Quinchía  reaccionan con violencia y se abre una brecha entre  las dos comunidades con resultados dolorosos en los años futuros.

El  sacerdote Clemente Guzmán está al lado de los paisas de Pueblo Nuevo, que entonces se llamaSan Clemente. Los antioqueños quieren acabar con Guática y trasladar a sus habitantes al nuevo poblado. Necesitan peones baratos y como en la época encomendera, tratan de repetir la historia. Cuando se ultiman los detalles del traslado estalla la guerra de los Mil Días.

El conflicto arruina a Nazareth, cuyos habitantes presionados por las guerrillas de Quinchía abandonan en gran número al primitivo Pueblo Nuevo y se establecen en Guática, donde reafirman su  predominio absoluto en las tierras de la antigua parcialidad indígena. 

En 1948 los primitivos pobladores de Guática han perdido casi todas sus tierras. La violencia política empuja a los  a  los pocos sobrevivientes al sitio de Varales donde fundan un pueblito que bautizan Santana por petición del Obispo Tiberio Salazar.

El último gobernador indígena de la parcialidad murió hace unos diez años. Don Manuel  Tonuzco conservó, hasta sus últimos días, los documentos que mostraban la tragedia de su raza. El anciano guatiqueño hablaba de una campana que enterraron sus ancestros cuando los paisas intentaron  trasladarlos a la cuchilla de Mismís. Decía que en algún lugar de Guática esa campana iba a sonar cuando resucitara su pueblo. Quizás será en el Juicio Final, pues las huellas y recuerdos de los indios de Amiceca muy pronto desaparecerán  para siempre.

 

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