JUAN ALBERTO RIVERA GALLEGO Y SU AMOR POR LASARTES


Alfredo Cardona Tobòn



Como los recuerdos se alargan cuando las canas lo arropan a uno, me parece que conozco a  Alberto Rivera  desde que el Cristo de Belalcázar tenía saya corta y el padre Valencia cobijaba por las noches al Salvador para que no le diera gripa .Eso quiere decir que conozco a Alberto desde que estaba pollo cuando  pese a sus pocos años ya era un personaje en su pueblo natal.

Juan Alberto nació  en 1964 en Belalcázar, Caldas, un el pueblito  con una sola calle encaramada en la  montaña y el nombre de un asesino español impuesto por los  blancos de Manizales, cuando hubieran podido bautizarlo con un vocablo sonoro de  los indios tabuyos, o dejarle el nombre que tenía cuando llegaron los paisas, tal vez  por la soledad de la selvas cerradas que cubrían el territorio, o  recordando a una hembra llamada Soledad que en la posada del camino a Puerto Chávez calentaba el magín de los arrieros..

Juan Alberto comió dulomocas  por las lomas de rìo  Risaralda y al terminar primaria su papá lo montó en un bus de la Flota Occidental y con la mamá, los  hermanitos y el perro tomaron rumbo hacia la capital de la Montaña, un  Medallo bonito y limpio sin metro pero con tranvía, con paseos al aviso de Coltejer y al Morro del Salvador.

 Al muchachito medio montañero  se le abrieron los ojos en la capital de los paisas, probó los moritos del  Astor, se embelesó mirando muchachas bonitas en  Junín, admiró los culebreros  de Guayaco y como estudiante inteligente y responsable terminó su quinto de bachillerato en el Instituto Pablo VI del barrio Aranjuez, otra loma  como Belalcázar, donde nada extrañó, porque cuando se nace encima de las montañas se buscan las alturas,  al igual que las águilas  o los gallinazo,que quieren estar arriba, así sea sobre un poste con  12.000 voltios de carga, un símil que se ajusta desde esos tiempos de éxodo, a los barrios altos de la capital de la Montaña.

Apuntado el bozo Juan Alberto  conoció   las instalaciones de “El Colombiano” con sus rotativas,  los arrumes de papel y  el  Corazón de Jesús entronizado en  los salones y talleres de esa arca ultragoda.  Por ese entonces se sentía  periodista, pues en tercero de bachillerato  había fundado el periódico “ El Compañero”, una publicación colegial que apareció con los dolores de un parto, sobrevivió de milagro por dos años y desapareció dejando una profunda  huella en la mente inquieta de Juan Alberto.

Como la vida es un circulo que  se abre y llega al mismo punto, Juan Alberto regresó a sus lares y en el Liceo Isabel  La Católica de Manizales terminó  el bachillerato  con profesores   como  Octavio Hernández que se dieron cuenta de su potencial, y lo animaron para que publicara artículos en “ La Patria”, en donde en honor a la verdad, y sobre todo en ese tiempo, no  escribía cualquier aparecido.

En el medio periodístico hizo amistad con ARI el excelso caricaturista,  con escritores como Mario Escobar e historiadores de la  talla de Eliecer Zapata Bonilla; tras esfuerzo, tesón y estudio  Juan Alberto se doctorò en correcciòn de textos y se convirtió en poeta , en uno de los mejores y más prolíficos poetas, con  libros de poemas como “Conversación con la Soledad”. “Territorio de mi voz”, “Instantes en la urbe” y “Exhumaciones.

Orlando Sierra  lo vinculó  a “La Patria” de Manizales, luego trabajó en “Diario de Colombia” en Armenia y de allí pasó al “ Diario del Otún” de Pereira donde a màs de sus funciones  periodísticas, desde hace décadas  nos deleita con  interesantes y bien logradas fotografías que muestran la cotidianidad de la comunidad.

 Juan Alberto Rivera pertenece al Centro de Escritores de Manizales  y es Miembro Correspondiente de la Academia Caldense de Historia; además es guía, orientador, mecenas y un gran apoyo  para  quienes se  adentran en el mundo de las letras  en esta región  donde  es difícil competir con las letras de cambio. Como si lo anterior fuera poco,  Rivera tiene el don de descubrir talentos y  los impulsa a través del suplemento Lasartes del Diario del Otún, que él dirige y ha convertido en  una de las mayores ventanas culturales de Pereira.

En un acto solemne programado en la la Torre Central de la carrera décima  entre calles 17 y 18, el once de septiembre de este 2014, Ramiro Tabares, Julián Chica y otros intelectuales rindieron  tributo y  reconocimiento a Lasartes, al Diario del Otún, a sus directivos y a Juan Alberto Rivera Gallego. A ese justo y merecido reconocimiento se sumó la Academia Pereirana de Historia con un pergamino  y con este artículo que aplaude la labor tesonera de Juan Alberto, un caballero con adarga, lanza y rocín,  que es orgullo de la cultura pereirana.

 

 

 

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