LOS RIOSUCEÑOS Y EL DICTADOR RAMÓN ELÍAS



Alfredo Cardona Tobón  *


El primer semestre de 1879 fue particularmente violento en la provincia antioqueña del Sur, con capital en Manizales, y en el municipio caucano de Toro, que tenía como capital la ciudad de Riosucio. Los conflictos locales, aunque de diversa índole, tuvieron, al fin, implicaciones comunes, que comprometieron la paz entre los dos Estados.

El 25 de enero estalló en Manizales una revolución que pretendía derrocar el régimen radical instaurado después de la guerra de 1876. En el Cauca la lucha enfrentó a liberales independientes  con los liberales radicales que se mantenían en el poder gracias al fraude y a la intimidación del adversario. Al frustrarse la elección del general Hurtado como presidente del Cauca, el general Eliseo Payán se levantó en armas  y el 21 de abril de 1879 derrotó al  doctor Modesto Garcés en el combate del Pindo. El negro Faustino Fajardo se pronunció en Palmira, y  Ramón Elías Palau en el municipio de Toro. Payán, con el apoyo de estos jefes y otros dirigentes vallunos, tomó el control del Estado.
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LA CAMPAÑA DE PALAU

El cartagüeño Ramón Elías Palau  reunió voluntarios en Quinchía y avanzó con su gente hacia Riosucio, en tanto que Rudecindo Ospina, Jefe Civil y Militar de Toro, marchaba a someter a los rebeldes con la columna Ricaurte, compuesta por marmateños,. Los radicales y los independientes chocaron en las estribaciones del cerro Batero y Ospina retrocedió tras una corta escaramuza, en tanto que Ramón Elías entraba a Riosucio, y el 29 de abril de 1879 se proclamaba Jefe Civil y Militar de Toro.

Palau llama al servicio de las armas a los varones entre dieciséis y cincuenta años y dispone que quienes no se presenten a filas serán considerados enemigos, y como tales,  pagarán las contribuciones e impuestos de guerra. Ramón Elías recoge armas y pertrechos; establece una cuota de cuatro pesos por res sacrificada y de cincuenta pesos mensuales a los establecimientos mineros y de amalgamación que quieran seguir laborando con todo su personal y  para recabar más dinero fija la suma de dos pesos mensuales a quienes no deseen prestar servicio militar y tengan recursos,  y de un peso a los pobres de solemnidad.

LA REACCIÓN RADICAL

Rudecindo Ospina se repliega a Marmato y  trama la reconquista del poder con el apoyo de los radicales de Antioquia y contando con la reacción  de  algunos grupos del municipio que son enemigos de Palau.

Desde tiempo atrás este político perteneciente a una familia de amplia influencia en el Cauca, desempeñaba el cargo de administrador de los resguardos indígenas de Riosucio y sus actuaciones no parecían muy claras. Los nativos se oponían a la administración de Palau, pues aseguraban que no conocían las ventas, ni  los precios y monto de los negocios que realizaba en nombre de las parcialidades,  y  tampoco recibían la parte  que les correspondía como dueños de las minas y de las fuentes saladas .

Los jefes radicales encabezados por el guatemalteco Eloy Morante aprovecharon el malestar de los nativos y los azuzaron para que se rebelaran contra el gobierno de Palau. Los comuneros  se pusieron en pie de lucha, desenterraron los calabazos de chicha, afilaron los güinches, y con estandartes de la Virgen, pues eran muy conservadores, se dirigieron a  Marmato, a unirse con  las fuerzas radicales de Rudecindo Ospina.

La situación es muy grave. Gravísima. Podría ser la chispa para encender un conflicto general en el Cauca. Por otro lado el general Payán  quiere evitar un desangre entre liberales y simpatiza con los indígenas de todos los partidos; por ello ordena marchar a Cipriano Botero con el batallón Córdova  para buscar, ante todo, una salida pacífica a la situación.

En la madrugada del 30 de junio de 1879  los veteranos del Valle remontan la cuesta del  Reventón y se aproximan a los socavones de Marmato. Al frente del batallón está el coronel León Hernández, un curtido militar, compañero de lucha de los liberales de Toro en la guerra de 1860, y muy amigo de los resguardos de la zona que le han cedido lotes y salinas a cambio de sus buenos oficios. Los riosuceños con el apoyo de los mineros esperan la arremetida y saben que no pueden triunfar con machetes y  palos aguzados ante el armamento de las fuerzas caucanas. Cipriano Botero se adelanta con una bandera blanca y conversa con  una delegación rebelde. Se conforma una “comisión de conciliación” compuesta por Eloy Morante, Rogerio Rojas, Emiliano García  y Botero. Tras algunas negociaciones se acuerda que Ulpiano Quintero asuma el cargo de Jefe Civil y Militar de Toro hasta que el gobierno caucano nombre un funcionario en propiedad.

Los indígenas dejan las armas y Rudecindo Ospina declina el mando, pero Ramón Elías Palau no reconoce el acuerdo y el 22 de julio de 1879, respaldado por tropas amigas, desbanca a Ulpiano y retoma el poder. Todo sigue  como antes y las corruptas autoridades caucanas confirman a Palau en su puesto pese a las quejas de los indígenas. El cartagüeño  sigue vendiendo las mejores tierras de los resguardos riosuceños, empujando a las parcialidades a los yermos alejados y a los eriales de la cordillera. Palau hace y deshace,  y  para rematar, se convierte en un factor de zozobra en la frontera, pues en 1881 apoya con hombres y municiones a los independientes de Antioquia, que intentaron derrocar el gobierno radical de ese Estado y le pone pólvora al conflicto paisa..


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