BOLÍVAR Y LA MARISCALA FRANCISCA ZUBIAGA



Alfredo Cardona Tobón*



Las acrobacias de alcoba han cambiado a menudo el destino de los pueblos y a veces el vaivén de un catre  produce mayores efectos que las maniobras militares.

En la vida de Simón Bolívar se mezcló el genio con la aventura y sus devaneos sexuales, en cierta forma, cambiaron los destinos de su existencia; vemos cómo los asesinos fallaron en Jamaica y en los llanos venezolanos por encontrarse el Libertador en cama ajena y veremos que el pipí loco de Simón Bolívar tuvo que ver con los sucesos bolivianos y la guerra que enfrentó a Colombia con el Perú en 1829, donde estuvieron presentes las bragas de doña Francisca Zubiaga, esposa del presidente peruano Agustín Gamarra.

¿QUIEN FUE DOÑA FRANCISCA ZUBIAGA?
De cara redonda, alta estatura, aire esbelto y modales varoniles esta criolla nacida cerca de Cuzco montaba a caballo como el mejor jinete, era diestra con la pistola y le gustaban las riñas de gallos. Era ambiciosa, de buena formación cultural, osada  y amante del poder; por eso conquistó el corazón del coronel Agustín Gamarra y bajo su sombra llegó a gobernar al Perú.

Cuando Bolívar llegó a Cuzco, Agustín Gamarra desempeñaba la Prefectura de la ciudad y tocó a doña Francisca ceñir en las sienes del caraqueño una corona  de oro y brillantes, que el Libertador puso en la cabeza de la bella dama con quien bailó en la celebración de esa noche.

Al lado del Prefecto  doña “Pancha” se convirtió en una mujer soldado con uniforme de húsar y una fusta en la mano, Se mezcló con la tropa y como cualquier combatiente acompañó a su esposo en las campañas contra los reductos realistas y los amotinados en un país al borde del caos.

A veces el comandante Gamarra dejaba a doña Francisca al frente del gobierno de Cuzco- “Esa mujer fue mucho hombre”- dijo la escritora Clorinda Matto, asombrada ante la actitud temeraria de la Prefecta encargada. En una de las veces que se ausentó su marido, se sublevó en Cuzco un batallón de infantería; al conocer la noticia partió en un caballo, embozada en una capa militar, y penetró en el cuartel de los revoltosos- “¿Cholos, ustedes contra mí?- gritó en su rauda carrera en tanto arrojaba a los soldados puñados de plata.
-¡Viva nuestra patrona!- respondieron a coro y por supuesto el motín se acabó de inmediato.

AGUSTIN GAMARRA CONTRA LOS COLOMBIANOS

En 1827 un sector de los notables del Alto Perú, o República de Bolívar,  rechazaba la presencia colombiana en ese país; no estaban de acuerdo con  que Sucre ocupara la presidencia y se quejaban de los atropellos de los militares colombianos. El 18 de abril del año siguiente hubo un levantamiento en Chuquisaca; los rebeldes hirieron a Sucre quien se vio obligado, por las lesiones, a delegar el mando al general José María Pérez Urdininea. En una reunión pública en la Universidad de esa ciudad los bolivianos inconformes acordaron llamar al comandante Agustín Gamarra, quien con tropas peruanas invadió a Bolivia sin autorización de su gobierno, con el pretexto de liberarla del yugo extranjero.

Las intenciones de Gamarra eran otras: su deseo era anexar a Bolivia a la república del Perú  y de contera hacerle un mal a Bolívar, porque según palabras de Sucre,  Gamarra detestaba al Libertador porque le había quitado su esposa.

Lo cierto fue que doña Francisca era floja de cascos y le había puesto cachos a su marido en varias oportunidades y no solamente con Bolívar. Pese a todo Gamarra parecía no verlo y la “Pancha” ahora llamada la “Mariscala”, seguía al lado del Mariscal Agustín Gamarra en tierras bolivianas.

En la invasión al Alto Perú, se vuelve a ver el talante guerrero de “La Mariscala”, cuando a la cabeza de un batallón y con una escolta de 25 lanceros tomó la plaza de Paria en poder de los partidarios de Sucre.

La primera intervención de Gamarra en Bolivia terminó con el Tratado de Piquiza, que dio como resultado la dimisión de Sucre y la salida del Alto Perú de todas las tropas colombianas lo que movió a Bolívar a declararle la guerra al Perú.

El presidente La Mar se puso al frente de las tropas peruanas y Agustín Gamarra asumió la dirección del Ejército del norte. En  la madrugada del 13 de febrero de 1829 Sucre destroza el parque de artillería peruana en le pueblo de Sanaguaro y poco después entabla combate con una avanzada enemiga en el Portete de Tarqui, cerca de Cuenca.

Los peruanos han ocupado a Guayaquil y dominan toda la costa del océano Pacifico; en tierra las fuerzas de colombianos y peruanos están parejas; la guerra va para largo y los resultados son indecisos, por eso Sucre ofrece la paz que acepta el presidente La Mar.

En la noche del 7 de junio de 1829 una conspiración militar depone a La Mar y  Gamarra asume la presidencia.  “La Mariscala” Zubiaga está en su salsa, dicen que ella era en realidad la presidenta y así actuaba cuando su marido salía de Lima y dejaba el poder en manos subalternas.

En 1834 se encontraba doña Francisca en Arequipa y allí estalló una rebelión contra Gamarra; los revoltosos atacaron la casa donde se hospedaba y la valiente dama saltó desde la azotea al segundo patio de una casa vecina y escapó de los agresores.

Esta mujer extraordinaria, dura con sus malquerientes, era el ángel de la tropa en las zonas de combate donde se desvivía por darle la mejor alimentación y asistir a los enfermos y heridos. “La Mariscala” y Manuelita Sáenz fueron del mismo temple. Sólo que el poder embargaba a Francisca Zubiaga y a Manuelita, la gloria de Bolívar. Las vidas de estas dos mujeres se cruzaron; dicen que en Lima, en uno de los escarceos con el Libertador, “La Mariscala” dejó un arete en la habitación de Bolívar para que Manuelita disgustara con su amante. Son consejas, que pueden ser ciertas o falsas, pero que muestran la rivalidad que existió entre la quiteña y la cuzqueña a causa del inquieto y enamoradizo Simón.

Manuelita conservó el amor de Bolívar, en tanto que “La Mariscala” se separó de Gamarra, al fin las dos notables mujeres murieron solas y exiliadas, la primera en la costa peruana y la segunda en una pequeña aldea al lado del mar chileno.

Comentarios

  1. pueden publicar una monografia de la mariscala

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  2. tramposas de mierda, especialmente la Pancha, arrecha e mierda, jugadora, sabe dios si el hijo que tuvo fue del Mariscal Gamarra.

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